Evaristo Martínez
22:01 • 06 ene. 2012
Es uno de los escasos momentos del año en los que parece que el mundo está por estrenar, cuando el sonido del despertador no es una tortura sino una invitación a una jornada de risas, de caras de asombro y de sueños cumplidos. Puede que el apocalipsis se anuncie a la vuelta de la esquina, que la crisis siga mirando burlona desde el otro lado del espejo, que cambien los tiempos y las modas pero el Día de Reyes sigue siendo un islote de felicidad e imprevisión en un mar de rutinas y obligaciones, una tregua fugaz en la dura batalla del día a día.
Y aunque la mañana de ayer no fue especialmente generosa en lo climatológico, pequeños y mayores salieron a la calle para mostrar lo que Sus Majestades de Oriente, ya de regreso a casa con la satisfacción del deber cumplido, han dejado en las casas de los niños que se han portado bien, que realmente han sido todos.
La calle es suya
Desde la Puerta de Purchena al Mirador de la Rambla, de las inmediaciones del Centro Comercial Mediterráneo al Paseo Marítimo, la ciudad volvió a mostrar una imagen cada vez más inusual: la infancia, armada con sus juguetes recién desembalados, reivindicando la calle como el más inabarcable campo de juegos. Así desfilaron precoces émulos de Fernando Alonso y Dani Pedrosa, futuros ingenieros que dan sus primeros pasos aprendiendo a manejar coches teledirigidos, promesas del fútbol enfundadas en ‘galácticos’ chándales del Real Madrid o Barcelona, reyes del monopatín o diminutas cuidadoras de muñecos recién nacidos. En el fondo, los juguetes de siempre aunque con el sello de los ídolos del momento: Hello Kitty, Dora la Exploradora y Bob Esponja volvieron a demostrar el porqué de su popularidad entre la gente menuda.
Y junto a ellos, padres y abuelos encantados de ser cómplices de la ilusión, pacientes a la hora de ayudar a poner en marcha un cochecito, solícitos para explicar cómo se cuida un bebé.
Varias generaciones, la misma sonrisa: los Reyes Magos saben hacer su trabajo.
Y aunque la mañana de ayer no fue especialmente generosa en lo climatológico, pequeños y mayores salieron a la calle para mostrar lo que Sus Majestades de Oriente, ya de regreso a casa con la satisfacción del deber cumplido, han dejado en las casas de los niños que se han portado bien, que realmente han sido todos.
La calle es suya
Desde la Puerta de Purchena al Mirador de la Rambla, de las inmediaciones del Centro Comercial Mediterráneo al Paseo Marítimo, la ciudad volvió a mostrar una imagen cada vez más inusual: la infancia, armada con sus juguetes recién desembalados, reivindicando la calle como el más inabarcable campo de juegos. Así desfilaron precoces émulos de Fernando Alonso y Dani Pedrosa, futuros ingenieros que dan sus primeros pasos aprendiendo a manejar coches teledirigidos, promesas del fútbol enfundadas en ‘galácticos’ chándales del Real Madrid o Barcelona, reyes del monopatín o diminutas cuidadoras de muñecos recién nacidos. En el fondo, los juguetes de siempre aunque con el sello de los ídolos del momento: Hello Kitty, Dora la Exploradora y Bob Esponja volvieron a demostrar el porqué de su popularidad entre la gente menuda.
Y junto a ellos, padres y abuelos encantados de ser cómplices de la ilusión, pacientes a la hora de ayudar a poner en marcha un cochecito, solícitos para explicar cómo se cuida un bebé.
Varias generaciones, la misma sonrisa: los Reyes Magos saben hacer su trabajo.
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