A comienzos de julio del próximo año se cumplirán treinta años, treinta, de la muerte terrenal de Camarón de la Isla. Y digo terrenal porque Camarón, los flamencos lo saben, nunca se ha ido. Aunque él cantaba aquello de ‘Na es eterno’ por bulerías, se equivocaba, como la paloma de Alberti. Su figura, su forma de entender el cante y la proyección internacional y social que hizo de él, su legado vive para siempre aferrado en una semilla que brota sin fin en los vértices del tiempo. Así lo dejó claro anoche quien fuera su mano derecha durante casi tres lustros, Tomatito, que ofreció a Almería su nuevo espectáculo ‘Viviré’, el más flamenco de los últimos tiempos, donde rememora parte del buen hacer del cantaor apoyado en tres voces que, cada una con matices, recuerdan al genio de San Fernando: Duquende, Antonio Reyes e Israel Fernández.
‘Viviré’ es la bulería que daba título al disco homónimo publicado por Camarón de la Isla en 1984. Con letra de Pepe de Lucía, dicen los sabios que la canción fue compuesta ‘en un rato’, una tarde que se juntaron Paco de Lucía y Tomatito. Su entrada de guitarras dobladas, vertiginosas, incendiarias, es tan inconfundible como abrasadora, multiplicada por una letra definitoria con aquello del “viviré mientras que el alma me suene” o de que “en el jardín de mi casa nunca falte la alegría”.
Por eso no es extraño que José Fernández Torres, ‘Tomatito’, eligiera dicho título para el espectáculo en el que se rodea de su gente de confianza, con su hijo José del Tomate como segundo guitarra, sus coros, capitaneados por Kiki Cortiñas o la percusión de Piraña, y acompañado por tres cantaores ejemplares, cada uno recordando matices de Camarón. Duquende lo jondo y sobrio, Reyes la picaresca y el compás, y Fernández el punzón eléctrico y metálico de su angustia. Era la ‘noche grande’ del 54º Festival de Flamenco y Danza que organiza el Área de Cultura y Educación del Ayuntamiento de Almería y el público lo entendió de tal manera que acabó agotando las entradas del aforo permitido por los parámetros de la #culturasegura.
En un desarrollo de ida y vuelta de protagonistas, Tomatito abriría a solas con dos piezas instrumentales, una rondeña y una taranta con las que sumergía a los asistentes a su propuesta, pronto desvelada y ganadora con la aparición de Israel Fernández para recordar la soleá por bulerías del ‘Romance del Amargo’. Palabras mayores y un ambiente de respeto ante la fiabilidad de su interpretación.
Queriendo hacer un guiño a su trayectoria como solista, también recuperaría la premiada ‘Too Much’, a dos guitarras, del proyecto junto a Michel Camilo. Estuvo dedicada a Paco de Lucía y de hecho hasta se pudo intuir alguna línea del ‘Entre dos aguas’. Fue casi la única concesión a su línea más clásica ya que, liberado del corsé técnico, a Tomatito se le vio disfrutar en los pasajes instrumentales por palos al uso, como ocurriría durante la actuación.
Tras el paréntesis, la primera aparición de Antonio Reyes fue definitiva con los archifamosos tangos ‘Rosa María’, interpretados con unas formas más lloradas y expresivas que la original. De nuevo junto al grupo, sin cantaores, Tomatito brilló por alegrías con un excepcional remate final, surcando las aguas atlánticas con aquella estrofa del ‘Mar amargo’, de “hacia la mar la vela y al ancho llano”. Como ocurre con la lotería de Navidad, todavía se sabía que faltaba un cantaor por salir y, sombrero mediante, lo hizo con un carisma desbordante Duquende para ofrecer la toná más dura de la noche, las tarantas de ‘Los Pícaros Tartaneros’.
Segunda parte hacia la apoteosis
Traspasado el ecuador del concierto, Tomatito recorrería por el grupo una suerte de bulerías instrumentales donde los dedos, la pasión y la furia hicieron acto de presencia en una clase magistral de que si “Paco fue el mejor guitarrista que ha habido en la historia”, como dijo, él viene a ser su alumno más aventajado. Repitiendo estructura, Israel Fernández volvería con otro clásico de los taciturnos y tormentosos de Camarón, poéticos lorquianos, con la ‘Nana del Caballo Grande’.
Para una nueva rumba instrumental, sonaría un esbozo del ‘Concierto de Aranjuez’, recientemente grabado por Tomatito y que interpretó también hace unos meses junto a la OCAL en el Auditorio Municipal Maestro Padilla. Otro descanso antes de que volvieran a salir los dos cantaores que les faltaba repetir, Antonio Reyes, que cantó por alegrías con ‘Pueblos de la tierra mía’ y ‘Bendita sea mi tierra’, y Duquende, que bordó por seguiriyas las ‘Campanas del alba’ o ‘No soy de esta tierra’.
Era el momento ya para tocar a rebato y echar el resto. Así que el elenco al completo, con los tres cantaores titulares, hizo una larguísima tanda de tangos, primero extremeños, luego más clásicos, donde se recuperaron letras quizá no tan populares pero iguales de majestuosas, reconducidas por esa letra dedicada a Camarón con aquello de “cada día cantas mejor”. Al cierre, una ‘Leyenda del Tiempo’ abrumadora, regada de estrofas de bulerías y tangos, como “yo vendo pescaítos a dos reales”, “pistola y cuchillo”, “los inmortales”, “aceitunitas verdes” o, incluso, el “te lo dice Camarón”, compartiendo entradas y salidas tanto Duquende, Reyes y Fernández, como los propios coristas y palmeros.
Un fin de fiesta en toda regla que desveló que Tomatito es magistral y que Camarón es inmarcesible.
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