La pandemia termina con el ritual de ir a la biblioteca a ‘cazar’ libros

Atrás queda eso de ‘manosear’ ejemplares, ahora se piden en el mostrador o vía telemática

El uso presencial de la Biblioteca Central José María Artero se fundamenta, sobre todo, en las salas de estudio.
El uso presencial de la Biblioteca Central José María Artero se fundamenta, sobre todo, en las salas de estudio.
Marta Rodríguez
07:00 • 13 ago. 2021

La pandemia ha cambiado nuestra forma de relacionarnos con cuanto nos rodea. No se trata únicamente de una cuestión entre seres humanos -que nos tocamos menos es una evidencia-, sino que toda actividad conectada con el sentido del tacto ha pasado a ser sospechosa. Da igual que la ciencia insista en que los contagios de Covid-19 poco tienen que ver con el contacto a través de superficies, actos como coger un libro y 'manosearlo' hasta saber si se convertirá en nuestra próxima lectura ahora se vigilan con lupa.

Un hilo de Twitter ponía el foco hace unos días en cómo ha cambiado ir a la biblioteca desde que el SARS-CoV-2 llegó a nuestras vidas. En el mismo, la tuitera almeriense Virginia contaba que el ritual de 'cazar' libros y ojearlos en este momento es del todo imposible porque las salas de préstamo han dejado de cumplir esta función a causa del coronavirus. De esta forma, ahora el usuario se acerca al mostrador a pedir el título en cuestión y se lo buscan. Una circunstancia que no entraña mayor problema si el lector tiene claro qué busca, pero que redefine y carga de responsabilidad la labor de prescriptor del bibliotecario si se va a ciegas.




La experiencia de Virginia ocurrió en la Biblioteca Pública Provincial Francisco Villaespesa -desde donde han confirmado a este periódico que este sigue siendo el ‘modus operandi’- y se sustenta en el decreto del estado de alarma que, hasta mayo de 2021 en que decayó, establecía que no se podían visitar las diferentes salas de exposición de libros, por lo que la elección de ejemplares debía realizarse a través de la página web de las bibliotecas.

Sin embargo, a partir de esa fecha, en la Biblioteca Central José María Artero los usuarios pueden acceder a las salas, siempre que lo hagan acompañados del personal del centro. “No obstante, la inmensa mayoría selecciona sus libros por medios telemáticos y luego se acerca y recoge sus peticiones”, explica a LA VOZ el jefe de Servicio del Área de Cultura y Educación del Ayuntamiento de Almería, Pedro Asensio.





En cuanto a la devolución de ejemplares, los usuarios suelen optar por el llamado buzón de libros que lleva funcionando desde el 6 de agosto. “Antes de finalizar el plazo de entrega, el interesado se acerca a la calle Santos Zárate y deposita su libro o DVD en el buzón; de esta forma, ahorramos trámites administrativos”, añade.

“Un cambio notable”
La apertura de la ‘José María Artero’ en 2019 supuso un cambio notable en la oferta de la capital, ya que desde sus inicios ha otorgado “especial interés a la interrelación con los usuarios de préstamo de libros, DVD, infantil y nuevas tecnologías”, subraya Pedro Asensio. Pero la crisis sanitaria ha constituido “un notable cambio en la configuración de los servicios bibliotecarios”, obligando a cerrar las salas de bebeteca y sala infantil, donde los menores utilizaban sus servicios acompañados de un adulto. Una restricción que permanece actualmente.

También se ha clausurado la sala de cultura digital, pero adaptando el uso de este espacio a “una suerte de salón de actos”, donde se celebran actividades literarias como las presentaciones de libros con autores como la periodista Isabel Jiménez y el novelista Juan Manuel Gil, Premio Biblioteca Breve por ‘Trigo limpio’. De igual forma, el patio ha acogido propuestas infantiles como cuentacuentos. Por otra parte, “nos hemos visto obligados a cerrar la sala de trabajo en grupo y hemos suspendido temporalmente el servicio de préstamo de ordenadores portátiles”, apunta el jefe de Servicio del Área de Cultura.





Así las cosas, el uso presencial de la Biblioteca Central José María Artero se fundamenta, sobre todo, en las salas de estudio. Ahora mismo cuentan con cuatro salas, con una capacidad total de 69 usuarios. En este sentido, han adaptado la sala de espacios de historia y la sala de trabajo en grupo para disponer de una mayor oferta destinada a estudiantes en general. El horario es de 9 a 14 y de 16 a 21, todos los días de la semana.

Respecto a las restricciones en las bibliotecas de barrio -La Chanca, Los Ángeles, El Alquián y Cabo de Gata-, la pandemia ha obligado a concentrar los servicios una vez por semana. Pero como “el verano, pandemias aparte, siempre será un tiempo propicio para abandonarnos al hermoso placer de la lectura”, según las estadísticas que maneja Cultura, a medida que han aproximado las fechas estivales, el número de préstamos se ha incrementado de forma considerable. Esto se ha notado de forma especial en zonas turísticas como Cabo de Gata -donde los préstamos han pasado de 25 enero a 334 en julio- y también en la ‘José María Artero’, que ha registrado un incremento de 424 libros prestados en enero a 970 en julio.








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