Ha muerto Carlos Pérez Siquier, la mirada tranquila de la fotografía. Un hombre que durante los 90 años de su vida fue uno de los mejores embajadores de la forma de ser, de la forma de vivir de los almerienses.
Coincidimos el pasado 10 de julio en la barriada nijareña de Rodalquilar. Se entregaban los premios de la asociación cultural Rodalquilarte, el colectivo de artistas que cuelga cada año en las paredes de este pequeño núcleo de población, fotografías, poesías o dibujos, entre los que destacaba siempre Pérez Siquier, que era un valor añadido a esta muestra callejera. Antes del acto, estuvimos hablando. En un ambiente distendido, él, su mujer Teresa, mi mujer, la también fotógrafa Lola Aguilar, y yo, reconocimos la tranquilidad que se respira en espacios abiertos como el anfiteatro del antiguo pueblo minero, donde se realizó la gala de entrega de los premios. Carlos nos contó que era la primera vez que se mostraba en público después de haber permanecido en su casa protegiéndose de los riesgos que entrañaba la pandemia del coronavirus, y superando pequeñas molestias y achaques. Estar junto a este genio de la imagen siempre me produjo paz y sosiego. Al expresarse no tenía nunca prisa en dejar escapar las palabras de su boca. Era un hombre paciente y relajado que le gustaba escuchar los pensamientos que expresaban las personas con las que dialogaba.
A estas cualidades se unía la que para mí siempre fue la más valiosa: era un hombre humilde. Siempre dijo que no era merecedor de todos los agradecimientos que había recibido a lo largo de su carrera y reconocía que el éxito le había llegado sin buscarlo. También era un enamorado de la vida y de los placeres que ofrece.
Una gran alegría me produjo ver cómo, antes de su muerte, pudo participar en la inauguración del Centro Pérez Siquier situado en el Museo Ibáñez de Olula del Río. Ahora tenemos la satisfacción de disfrutar de sus mejores colecciones, 'La Chanca en blanco y negro', 'La Chanca en color', 'La Playa' o 'Color del Sur'.
Este ilustre fotógrafo, creador con el también almeriense, José María Artero, y con otros maestros de la fotografía, el grupo Afal, la asociación fundada en 1950 para la difusión de la fotografía, descubridores de los valores de la luz y del color que tiene Almería, fue un magnífico mensajero de los atractivos de su provincia natal. Sus fotografías seguirán recorriendo el mundo mostrando el encanto que se esconde en muchos rincones de esta provincia. Descanse en paz.
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