En donde la cordillera de los Andes se hunde para dar paso a los glaciares de la Patagonia chilena reside una ‘rara avis’ mediterránea que en su proceso vital, emigró de las cálidas tierras de Almería en un colosal viaje de casi 12.000 kilómetros, para encontrar nido, sustento y familia en la región antártica de Magallanes (Chile).
Esta ave extraña, tal y como recoge el Diccionario Panhispánico de dudas para definir la locución latina, es José Antonio Martínez Guil, un almeriense que como los pájaros también tuvo que emigrar, para desempeñar su trabajo en la docencia musical. Sin embargo, la particularidad que lo convierte en un especímen excepcional y dificil de encontrar es su condición de ser el primer intérprete profesional, nacido en Almería, de corneta renacentista, o ‘cornetto’, instrumento que encontraría su declive y posterior desaparición a principios del siglo XVIII.
Pioneros de un género desaparecido
José Antonio Martínez cursó estudios en el Real Conservatorio de Música de Almería, en donde tomaría un primer contacto con los orígenes de su instrumento, la trompeta, “era muy interesante acercarse a un repertorio donde la trompeta carecía de mecanismos” explicaba el músico, que por aquel entonces estaba habituado a los pistones y varas propios de los instrumentos modernos.
En aquellos años 2000, se empezó a fraguar en la capital un movimiento musical alternativo alrededor de un repertorio olvidado y desconocido para la mayoría de las personas y del que el grupo local ‘Anónimo IV’ fue su adalid. Gracias a su labor, la música del Renacimiento en Almería salía del ostracismo y volvía a las iglesias rompiendo siglos de silencio.
José Antonio Martínez, que fue uno de los primeros miembros de este conjunto que aún sigue en activo, valora aquellos primeros momentos como un impulso para conocer el repertorio de manera práctica y trabajar de una manera diferente a un conservatorio, “en aquellos años todo era muy básico, empezábamos de cero y teníamos que buscar material o procurarnos instrumentos de la época, pero a la vez fue muy enriquecedor. No se había un ensemble así antes en la ciudad.”
Se abría en la ciudad un horizonte musical diferente del que también participaría el Coro Ciudad de Almería, con el que el cornettista almeriense realizó diversas colaboraciones, sirviéndole como un banco de pruebas donde experimentaría de manera prototípica el repertorio polifónico renacentista propio del instrumento al que decidió consagrase.
Martínez Guil, que esquiva con simpática flema la etiqueta de ser el primer cornettista de Almería alegando que existen documentos del año 1500 que atestiguan que ya había gente en esta tierra dedicada a este instrumento, continuaría su formación en la Escola Superior de Música de Catalunya (ESMUC) sumergiéndose de lleno en el estudio de la trompeta natural y el ‘cornetto’, un instrumento extraño, de color negro, curvado hacia la derecha, con agujeros para ambas manos y boquilla como los instrumentos de viento metal.
Gira europea con destino a la madurez musical
Dos años en el ESMUC bastaron para que uno de los grandes maestros modernos del ‘cornetto’, el francés Jean Pierre Canihac viera en la técnica y sonido del almeriense algo especial y hermoso. Las melodías glosadas, y las disminuciones que fluían de la corneta de madera de Martínez Guil, convencían a los exquisitos paladares musicales de los grandes nombres de la Música Antigua española.
Siendo aún un alumno, la devoción que José Antonio mostraba por el estudio del ‘cornetto’ así como por el repertorio renacentista y barroco sería el motivo justificado que llevaría al músico nacido en Huércal de Almería a ganarse la confianza y bendición de su mentor galo y a ser llamado a filas por el gran maestro de la Música Antigua hispana, el violagambista Jordi Savall, que lo contrató para tocar en los festivales de Graz, Bochum, Burdeos o Londres junto a ‘Hesperion XXI’, grupo que dirige el reputado maestro catalán. "El aprendizaje que se puede sacar de una experiencia así es increible, no sólo a nivel musical, sino a nivel de gestión de un concierto y organización de un equipo humano".
Desde su actual vida en Chile, y ya convertido en maestro, Martínez ve en el patrimonio musical renacentista de Almería un activo cultural de gran riqueza que aún está por investigar y que necesitaría del apoyo institucional para su recuperación y puesta en valor. “El siglo XVI fue muy rico musicalmente, y la ciudad hizo una gran inversión para traer a los mejores compositores de la época”.
Instrumento de su propio 'Requiem'
Torcido como los cuernos de un toro y forrado en cuero negro, el ‘cornetto’ fue un instrumento de viento, con boquilla, agujeros y aspecto macabro.
Su origen no se conoce con certeza y en las frías tierras de Noruega, el Báltico y el norte de Rusia han sobrevivido instrumentos populares que funcionan de forma similar. El luto de su cuerpo y su característico sonido que evoca a un lamento le dieron al ‘cornetto’ connotaciones fúnebres y trabajo en los oficios de difuntos.
Algunos lo conocieron como ‘las luces del infierno’ o como lo describiera Marin Mersene “un rayo de luz que atraviesa las tinieblas”.
Monteverdi lo utilizó para las fanfarrias que acompañaban al héroe Orfeo en su descenso al Hades y la última ola de peste en el XVII acabaría con los últimos maestros de un instrumento, que empezaba a componer su propio ‘réquiem’.
El cambio de gusto de la sociedad del siglo XVIII y el uso de instrumentos que podían desarrollar de forma más sencilla las líneas del ‘cornetto’ acabaron por enterrar a un instrumento que se nutrió de una rica tradición literaria que crearía un estilo propio en la Escuela de Venecia y sería el protagonista en el área alemana.
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