Jorge Pardo dejó claro en el Apolo que siempre puede llegar más lejos

El músico madrileño recibió el premio ‘Georgia Jazz Club’ en memoria de Serafín Cid

Intensidad, libertad creativa e inspiración por obra y gracia de Jorge Pardo y su excelente banda. Foto: Rosa Cid
Intensidad, libertad creativa e inspiración por obra y gracia de Jorge Pardo y su excelente banda. Foto: Rosa Cid
Jacinto Castillo
23:23 • 14 nov. 2021

“Orgullo y placer”. Con esas sencillas palabras definió Jorge Pardo sus impresiones al recibir el premio ‘Georgia Jazz Club’ en memoria de Serafín Cid, de manos del concejal de Cultura del Ayuntamiento de Almería, Diego Cruz. Podría ser el título de una película, pero, no. Este concierto que ofreció el genial jazzista madrileño tomó el título de un documental: ‘Trance’, que será exhibido el día 21 de noviembre en este mismo Teatro Apolo y que narra la dimensión humana y artística del músico de Jazz, bajo la dirección del almeriense Emilio Belmonte. La vida con todas sus consecuencias engarzada en la música de este músico, la cual prendió en el escenario desde el primer solo de flauta travesera, con evocaciones andalusíes que pronto se sumergieron en el universo flamenco de Jorge Pardo que convive con el Jazz como si ambos universos musicales hubiesen nacido juntos en el mismo arrabal. En la misma noche. 



Noche estelar En suma, una noche estelar del ‘AlmeriJazz 2021’, que perdió la cita del viernes por culpa del coronavirus, ya que Ray Collins se vio afectado, como explicó Diego Cruz. 



El sábado, las esperadas y aplaudidas referencias flamencas del repertorio se alternaron con piezas enriquecidas gracias a la exploración de armonías en las que predomina la creatividad y la búsqueda de la belleza. Después de una seductora apertura, llegó una pieza iniciada en compás de tango, que puso en evidencia el talento del guitarrista Miguel Jiménez, dando paso a la flauta seductora y sutil de Jorge Pardo. La guitarra ofreció momentos estelares como sucedió en la cuarta pieza, que despegó desde sonidos étnicos de distinta procedencia para desembocar en un entendimiento perfecto con la batería.



Nada más arrancar la velada ya estaba claro que la banda era de lujo, porque estaba el bajista de siempre, Tino di Geraldo, pero también el inspirado vibrafonista Tom Risco que derrochó sutileza en los solos y en los diálogos con los demás instrumentos y la batería de compás y filigrana de Dani Domínguez. Especialmente destacables los diálogos entre el viento y la cuerda y los contrastes de sonoridad entre el vibráfono y la sección rítmica. 



Da igual que suenen tientos flamencos como envoltura de otras armonías. Esto es siempre Jazz porque a lo largo de todas las piezas predomina la sensación de que, por muy bien que suene la banda, lo mejor está aún por llegar.



Sonidos nuevos Jorge Pardo siempre consigue que los sonidos parezcan nuevos, sin perderse por los laberintos de experimentación que suelen impulsar  a salir de la sala cuanto antes. Seguramente, por su talento y su temperamento artístico, pero también porque atesora una extensa y fructífera experiencia junto a músicos de espacios musicales diferentes. Pero casi siempre, del máximo nivel. Los aficionados al Jazz y al Flamenco aún saborean en la memoria su participación en el último concierto de Chick Corea en Almería en julio de 2019.



Jorge Pardo tiene aún muchas cosas que decir con la flauta o con el saxo tenor, como hizo la noche del sábado en el Apolo.



Después de despedirse de la audiencia, los aplausos devolvieron al escenario a Jorge Pardo y a su banda. El tema de propina resultó una experiencia de viveza rítmica e imaginativa estructura. Una especie de capricho jazzístico, que puso en evidencia que la libertad formal no impide recorrer caminos diferentes ni olvidar tampoco el punto de partida. Di Geraldo se soltó en los acordes y llegó el solo de batería más prolongado y brillante de la noche. Si no hubiese sonado el tema de propina el público se habría perdido una de las joyas de la velada.


Jorge Pardo se hizo un poco más almeriense de adopción tras un concierto que dejó ese rastro de música en estado puro tan suyo.


El Georgia y el privilegio de escuchar la vida

Entre el público de Jorge Pardo había músicos almerienses y aficionados de toda la vida. La mayoría, con Serafín Cid y las noches del Georgia en la trastienda, como una herencia que solo se activa cuando suena música de verdad. 


Esto no es tan sencillo. No basta exhalar aire por la el saxo o por la flauta. Hay demasiadas noches, demasiadas soledades detrás de cada escala, detrás de cada síncopa. Es, simplemente, Jazz: una forma de escuchar la vida que un puñado de privilegiados descubrieron en el Georgia entre conversaciones de madrugada y un caudal inagotable de amistad. 



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