La interminable ovación del público al caer el telón dejó claro que Così fan tutte había entusiasmado al público que se congregó el pasado día ocho en el Teatro Auditorio de Roquetas para vivir la experiencia única de presenciar una ópera en vivo con todas sus exigencias. Una ópera imprescindible en los repertorios de las compañías más prestigiosas y en las programaciones de los grandes teatros de todo el mundo. Così fan tutte ha sido el último sueño cumplido de la cultura almeriense: representar, por segunda vez en su historia, una producción operística de dimensión profesional. Era todo un reto continuar la historia iniciada en 2013 con la puesta en escena de Don Giovanni. Aquello fue un éxito sin precedentes; la representación de Così fan tutte, también. Y el sueño no termina aquí, ya que Pablo Mazuecos, desde Clasijazz, tiene en mente completar la inefable trilogía del binomio Mozart-Da Ponte, con el montaje de Le notte di Figaro (Las bodas de Fígaro). Tratándose de Mazuecos, casi seguro que se hará realidad.
Después de digerir el extraordinario éxito de la representación, el director de esta producción original del Teatro Cervantes de Málaga, Curro Carreres, se mostraba enormemente feliz por el resultado, especialmente por las aportaciones tanto de músicos y cantantes, como de técnicos de escena, figurantes aficionados y voluntarios. Quizás también, a esta sensación tan satisfactoria se deba el hecho de que la producción y la representación en Roquetas de esta obra haya sufrido las consecuencias de la pandemia. en ese sentido, el director recuerda que han sido necesarios tres cambios de fecha antes de desembarcar por fin en el escenario.
Così fan tutte no es solo una entrega más del genio de Mozart. Aliado con uno de los libretistas del género más importantes de la historia, Lorenzo da Ponte, esta obra está influida por las corrientes de pensamiento que convirtieron al XVIII en el Siglo de las Luces. Pese a ser una comedia, plantea el predominio de la Razón sobre los sentimientos y la utilidad de la experimentación frente al análisis moral de la conducta humana. La pieza es también un prodigio de enredo argumental y de contrastes emocionales salpicados de humor, amor y comprensiva ternura. Todo, perfectamente encajado en la prodigiosa arquitectura de armonía y equilibrio de la partitura, magistralmente trabajada desde el atril por el director de la Orquesta FIMA, Juan Luis Martínez, con una brillantísima aportación desde el coro dirigido por la soprano almeriense Desirée Manzano.
Por supuesto que el talento de los cantantes fue un elemento decisivo para disfrutar de una gran noche de ópera. La soprano Arantza Ezenarro (Flordeligi) alcanzó momentos inolvidables como su aria interpretada encima de la mesa de la estancia, teniendo una excelente complementación en la delicada mezzosoprano Nerea Berraondo (Dorabella). Las voces femeninas fueron completadas con Mayca Teba (Despina), que adaptó su preciosa voz a las exigencias de la comicidad de la obra. Las voces masculinas corrieron a cargo del barítono Christopher Robertson (Don Alfonso), siempre a la altura de la contundecia de su papel. Los dos protagonistas masculinos en la noche del miércoles fueron los tenores Javier Agudo (Giugliemo) y César Arrieta (Ferrando). Ambos consiguieron establecer las diferencias de carácter que exigen sus personajes: primero como militares de romántica ensoñación, después como fingidos caballeros albaneses y, definitivamente, como amantes aleccionados por el experimento amatorio que es en su título completo Cosi fan tutte ossia la scuola degli amanti. Ayer, el papel de Ferrando fue interpretado por el joven tenor almeriense Juande Mateos, uno de los mejores representantes del género operístico de esta provincia y que interpretó su primer papel dramático en el montaje del Don Giovanni.
Disfrutar del arte en toda su dimensión
El espectáculo total que es la ópera constituye una de las cimas del acerbo cultural europeo. Además, exige un comprometido y difícil trabajo colectivo, que el director de esta producción, Curro Carreres, destacaba tras la primera representación. Antes de que sonase la obertura había en los camerinos nervios bien templados gracias a la tremenda ilusión. El público, al fin, captó también estos matices. Según Curro Carreres “vivimos en una sociedad enferma que tiene muchas carencias. Más allá de la industria cultural que es necesaria, la ópera permite al público disfrutar del arte en toda su dimensión”.
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