“Tuve que echarle cara para trabajar en comunicación política sin conocer Chile”

Entrevista a Carolina F. Orland, consultora en comunicación estratégica y política

Carolina Fernández Orland, retratada por su familia chilena.
Carolina Fernández Orland, retratada por su familia chilena. La Voz
Marta Rodríguez
07:00 • 26 dic. 2021

Carolina Fernández Orland (Almería, 1985) dio sus primeros pasos en el mundo del periodismo local. Tras orientar su carrera hacia la comunicación política, la crisis económica la obligó a emigrar a fin de que esos años de dificultades no lastrasen su futuro. Así llegó hace casi una década a Chile, donde estuvo al frente de la comunicación de la campaña presidencial de 2017 y de la campaña de procesos electorales en 2018, 2020 y 2021. A las elecciones que han terminado con la victoria de Gabriel Boric ha asistido como espectadora, trabajando para una consultora externa.



¿Por qué caminos de la vida llegó a Chile?



Los primeros años de la crisis económica empujaron a muchos jóvenes españoles a buscar oportunidades laborales en el extranjero, para evitar que la recesión frenara su desarrollo profesional. Ese fue mi caso. Había tenido la suerte de tener buenos trabajos en mis primeros años profesionales y quería seguir creciendo. Elegí Chile, por idioma y porque era el país de Latinoamérica –y aún lo es– más seguro y con mayores posibilidades de empleo.



¿Y qué fue lo que la atrapó como para que, casi una década después, aún no haya logrado volver?



Desde el principio me dediqué a la política, en campañas electorales y en la creación y desarrollo de un partido político. Vivir la política desde ese lado es de una intensidad enorme, y genera cierta adicción. Ser parte de la discusión de los temas país, y tratar de aportar desde tu conocimiento –en mi caso las comunicaciones- creo que es de las cosas más bonitas que te pueden pasar. 



¿Cómo resumiría las andanzas de una periodista española al otro lado del Atlántico?



Al principio fue difícil, claro. Trabajar en este mundo sin conocer prácticamente nada del país es todo un desafío. Tuve que aprender muy rápido cómo funciona Chile, el sistema de políticas públicas, su idiosincrasia, y su historia. Y sobre todo, echarle mucha cara. No esperar a que te inviten, simplemente presentarte. Hay que arrepentirse de lo que uno hace, nunca de lo que dejó de hacer. 



Ha trabajado como asesora de comunicación y política en distintas campañas electorales. Pero, ¿qué similitudes y diferencias guardan la política chilena y la española?

En términos técnicos, Chile es un sistema presidencialista frente al parlamentarista de España. Y la elección del Congreso, a diferencia de España, es a través de listas abiertas. Esto hace una tremenda diferencia a la hora de cómo se comportan los políticos y cómo comunican. En Chile, cada diputado y senador tiene que ganarse a su electorado. Esto hace que el Congreso se desordene más en las votaciones de proyectos de Ley que tienen repercusión mediática. Al final, un político tiene que velar por cómo quedará ante sus futuros votantes en vez de por la instrucción de su partido, o incluso, lo que considera mejor. Hay más espacio para el populismo.


¿Cómo explica la ilusión con la que se está viviendo en todo el mundo la victoria de Gabriel Boric?

Desde fuera, se ha visto a Chile en la disyuntiva de elegir entre una nueva generación –muy joven- de izquierda progresista y su extremo, un político tradicional con un fuerte conservadurismo valórico. Esa contraposición es muy atractiva, desde luego. En un entorno donde las principales preocupaciones globales son el cambio climático y la lucha por la equidad de género, es lógico que la victoria de Boric sea vista con mejores ojos.


¿La mirada dentro de Chile es distinta?

En ciertos aspectos, sí. Si bien José Antonio Kast es bastante conservador, su discurso es mucho más moderado que sus pares de Vox en España, o Bolsonaro en Brasil. No hay que desconocer que Kast obtuvo el 45 por ciento de la votación. Y la mayoría de estos votantes lo eligieron porque representa un modelo económico concreto, no tanto por temas valóricos. 


Esa es la verdadera disyuntiva que se está dando en Chile. El modelo económico actual -neoliberal- ha logrado estos últimos veinte años acortar la brecha de la pobreza a pasos agigantados, e incluso, colocar a chile dentro de la OCDE. Nadie desconoce esto.


¿Y entonces?

Hoy Chile pide más. No es suficiente con parecer del primer mundo, quieren sentirse como tal. La distribución de ingresos es todavía tremendamente desigual. Con un sueldo mínimo de 350 euros, y con servicios aún mediocres en salud, educación y pensiones, el modelo económico está en tela de juicio.


Este ha sido el clivaje más importante que se está viviendo en el país. Esta nueva generación política de izquierda que quiere subir las pensiones, educación, salud y sueldos al estándar de países de primer mundo; y los políticos tradicionales que aseguran que hoy los números no dan, y que hacer cambios bruscos puede hundir económicamente al país.


Lo cierto es que el presidente electo ha generado enormes expectativas. Y si bien el papel lo aguanta todo –el programa de gobierno-, veremos si la calculadora lo acompaña.


Pertenece a esa generación de jóvenes españoles obligados a emigrar a causa de la crisis. ¿Se pregunta qué habría sido de su carrera de haber permanecido aquí?

La verdad es que no. 


Hoy en día las nuevas generaciones no tienen unas perspectivas mucho más halagüeñas, ¿las animaría a poner tierra de por medio?

Los animaría a no tener miedo de cometer errores. Ya sea en el extranjero, o en su pueblo. Si hay personas que se atreven a reinventarse a los 40 ó 50, me parece una locura que tengamos jóvenes con veintitantos temerosos de explorar. 


Al estar fuera, he aprendido a valorar cosas de mi país maravillosas que damos por sentado, y no deberíamos. Pero también, a tener una visión más crítica. Por ejemplo, encuentro dramático que España siga estando tan al debe en el ámbito del emprendimiento. En momentos de incertidumbre o de crisis, el emprendimiento y la innovación (no solo tecnológica, sino buscar nuevas maneras de satisfacer necesidades) son el mejor salvavidas. Faltan incentivos y programas para que los jóvenes apuesten por generar y poner en marcha ideas propias.


El día que vuelva a España, ¿dónde se ve?

Me encanta la política, sin duda. Trataría de continuar aportando en ese ámbito, desde la consultoría. También me llama mucho la atención la publicidad. Al final, la comunicación política consiste en vender ideas y personas.


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