A pesar de ser rabiosamente joven, a Jesús de Bina no le gusta decir su edad. Sí que es de El Ejido y que estudió Caracterización y Modelismo de Indumentaria en Almería y la técnica Meisner de interpretación en Barcelona, donde vivía hasta la irrupción de la pandemia. En la actualidad, compagina su trabajo como responsable de maquillaje y diseño de vestuario en distintos proyectos cinematográficos con su proceso de búsqueda como actor.
Es uno de los pocos almerienses en la Academia de Cine de Andalucía, que celebra este domingo 30 de enero, a las 21.30 horas, en el Teatro Cervantes de Málaga la primera edición de los Premios Carmen, donde será homenajeado Antonio Banderas. La gala será retransmitida a través de Canal Sur Televisión.
¿Cómo supo un niño de El Ejido que quería dedicarse al cine y, en concreto, al maquillaje y diseño de vestuario?
Recuerdo que estaba estudiando Bachillerato Artístico y repetí con todos mis compañeros porque éramos un grupo muy heavy. Cuando empezamos de nuevo con el verbo To be, me di cuenta de que no quería perder el tiempo y decidí hacer el ciclo formativo de Caracterización. Llegué sin saber lo que era, pero una vez allí, me dejé llevar por la vida y confié en que me dejase lo mío. Entonces conocí al realizador David del Águila y al productor Kiko Medina, que de la noche a la mañana me nombraron jefe de Maquillaje para un proyecto. El diseño de vestuario vino luego. Yo tenía pensado dedicarme a la asesoría de imagen, pero mira…
El maquillaje y diseño de vestuario a veces se consideran oficios menores dentro de la industria del cine. ¿Qué implican realmente?
La caracterización implica la creación completa de un personaje y eso lo es todo en el cine. Es un oficio que está muy fraccionado y lo común no es tener a un creativo que se ocupe de todos los departamentos. Pero mi proyección es crear el personaje desde el todo. Y sí, es duro cuando el departamento no se valora como debe. En ocasiones vienen productoras de fuera que no te respetan las tarifas y luego tampoco existe consenso entre los compañeros porque lo ideal es que todos trabajemos con los mismos precios.
¿Y qué es lo más difícil de trabajar tan estrechamente con los intérpretes?
Lo más difícil es trabajar con la hipocresía, pero al final yo entiendo que el cine es un trabajo donde todo el mundo suma. Con la experiencia aprendes a ver los egos de cada uno y qué es lo que se quiere, porque hay directores que desean cosas que no saben expresar.
¿Tiene alguna anécdota de algo que le haya pasado con ellos?
No puedo decir nombres, pero tengo miles. (Risas). Yo siempre abro un vínculo muy fuerte con los actores y actrices porque al final les estás tocando la cara. Nunca me ha pasado tener que desmaquillar a nadie, pero sí luchar con esos egos.
Hubo una actriz muy famosa que se tiró un pedo mientras la maquillaba. Y recuerdo estar peinando a Claudia Cardinale y hablando con ella a través del espejo y que se partiese cada vez que le daba una calada al cigarro y el humo se me venía para arriba.
Son momentos muy íntimos porque al final los estás viendo desnudos y tocas culos, bragas y metes la mano… No lo haces por seducción, en esos momentos me siento como un médico, pero luego piensas: le he tocado la teta a no sé quién…
Estuvo viviendo en Barcelona, ¿fue la pandemia la que lo trajo de vuelta a casa?
La idea de volver nunca es grata, pero Barcelona es muy cara y yo había punkarreado mucho tiempo. Estuve trabajando en una tienda, pero me echaron, pasé el verano y necesitaba un parón. Así que volví a Almería al festival de cine, porque además coincidió con el nacimiento de la Asociación de Técnicos y Empresas del Sector Audiovisual de Almería, TESA. Luego vino Navidad y ya se desató la pandemia y me quedé aquí.
¿Y se siente cómodo con su nueva vida o está pensando en izar velas?
Lo que me pasa es que tengo la necesidad de hacer más y me gustaría trabajar en nuevos proyectos o dedicarme a otras facetas como la interpretación, con la que ya estuve haciendo cosas en Barcelona. También estoy en Almería porque es mi manera de ahorrar para cuando me voy fuera.
Es uno de los almerienses que forman parte de la Academia del Cine Andaluz, que celebra este domingo la primera edición de los Premios Carmen, ¿con qué afán nacen?
Nacen con el afán de representar al cine andaluz con las peculiaridades de cada provincia y también para ensalzar el talento de la tierra. Para ser académico basta con haber firmado dos películas rodadas en Andalucía como jefe de departamento, así que hay muchas profesionales de Almería que tienen su hueco aquí. Es cierto que hay dos Andalucías y Almería está lejos, pero no creo que nuestra provincia pase por alto en la gala, ya que entre los nominados hay grandes como Manuel Martín Cuenca.
¿En qué proyectos anda ahora?
Este trabajo es itinerante, nunca sabes lo que vas a hacer mañana. Yo hay unos meses en que estoy desbordado, en plan no dormir y hacer 40 horas seguidas, y otros en los que duermes más de lo que te gustaría. Una cosa compensa a la otra. Lo bueno es que a Almería vienen muchos proyectos de fuera y también otros gestados aquí.
Uno de sus últimos proyectos es ‘Amanece’, el primer largometraje de Juan Francisco Viruega, con quien ha trabajado desde sus primeros cortos. ¿Cómo está siendo la experiencia?
Embarcarse en el salto al largo con un proyecto tan ambicioso en el que está respetando su sello propio es tener dos huevos y tirar para adelante. Lo estamos peleando en el sentido de que el rodaje no está siendo fácil, porque lo fácil es tener a Netflix detrás. Pero poder acompañar a Juan Francisco está siendo muy importante para mí, sobre todo por esa magia que envuelve su imaginario para contar una historia y contarla con identidad.
También es actor…
Sí, estudié Interpretación y he aprendido a conciliar el trabajo de maquillaje con el de actor, de modo que ahora entiendo muchas cosas. Como actor, sigo descubriendo cosas de mí porque el trabajo es una búsqueda propia. Aprendiendo de la gente y de mí mismo, pero también entrando en conflicto.
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