Evaristo Martínez
23:05 • 09 mar. 2022
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actualizado a las 23:22 • 10 mar. 2022
“Es un placer volver a tocar y estar en la carretera de nuevo”, dice Quique González (Madrid, 1973) al otro lado del teléfono. El músico madrileño regresa este viernes a Almería (20.30 horas, Maestro Padilla) para presentar su nuevo disco, ‘Sur en el valle’. Un álbum surcado por el viento de los Valles Pasiegos, el paso del tiempo y el sabor del adiós.
Creo que si fuera una película, ‘Sur en el valle’ tendría un pie en el ‘noir’ y otro en el western crepuscular.
Bueno, no es algo premeditado pero me gusta mucho el western crepuscular y el cine negro, y es inevitable que se cuelen algunas imágenes en algunos versos. El disco es un poco mate, bastante acústico y minimalista, pero muy enérgico, y eso da una idea de lo que dices. También hay una especie de despedida que sobrevuela toda la escucha.
Dice que el viento sur de los Valles Pasiegos [ha vivido en Villacarriedo desde 2004] es el protagonista del disco. Pero también lo es el tiempo, o cómo asumimos el paso del tiempo.
Sí, en las canciones del disco se habla un poco de eso: de tener una mirada en el pasado, en experiencias, en los sitios a los que has ido, pero otro ojo en lo que viene, en la incertidumbre del futuro. Hay mucho cuestionamiento a lo largo del disco respecto al paso del tiempo. Un autocuestionamiento, preguntas que me hago a mí mismo.
‘Sur en el valle’, que abre el disco, lo titula y marca el tono, es una plegaria. ¿Ha sido atendida?
Está hablando al viento, a lo que le está dando el viento… Me gustan mucho ese tipo de canciones por la tradición de músicos que las han hecho, y que me encantan, como Dylan o Neil Young. Me apetecía que el disco se abriera con un tema de estas características.
¿Cómo contamina... mejor dicho, cómo determina un lugar, el paisaje, sus gentes, las canciones que compone?
Siempre mucho. El entorno físico y el entorno emocional, personal, condiciona las canciones. Está bien dicho, las contamina: en dichos, en localismos, en las imágenes por supuesto. Incluso el paisaje natural puede influir en el paisaje sonoro que muestras en el estudio de grabación. Me alimento mucho de los elementos del entorno para tener herramientas para mis propias canciones.
Sobre el paisaje: cuenta Chema Doménech en su libro ‘Salitre 48. Quique González en el disparadero’ que llegó a Almería gracias al fotógrafo Fernando Maqueira para las imágenes de aquel álbum. Han pasado más de veinte años pero ¿cómo recuerda aquel primer contacto?
He sido muy feliz allí. Conocía Almería y todo el Cabo de Gata desde antes, de ir con mis amigos, con uno de mis mejores amigos de toda la vida, Antonio, que estará en el concierto. Su familia tenía un apartamento e íbamos de vez en cuando, y hacíamos excursiones a San José y al Cabo. Pero cuando me terminó de conquistar, y más pude conocerlo, fue a raíz de las fotos. Recuerdo estar en el Bar de Jo e intentar terminar allí una canción: me trataban de maravilla, es un lugar mágico. Y después de una gira acústica en la que iba solo me quedé tres o cuatro días en el Cabo de Gata para ver si terminaba ‘La casa de mis padres’, y lo hice. Siempre me ha dado muchas cosas Almería y el Cabo de Gata, por supuesto.
Si los Valles Pasiegos siempre serán su lugar en el mundo, como ha dicho, ¿qué serían esos rincones de Almería en su biografía musical y sentimental?
(Piensa) Pues mira, lo veo incluso como una especie de… destino posible, lo veo con futuro. He tenido muy buenos ratos, como te contaba, y no me importaría nada acabar viviendo allí, o cerca. Me gusta muchísimo y es inevitable no acordarme cada vez que veo la portada de ‘Salitre’: me lleva a aquel lugar. E incluso cuando toco las canciones. Pese a ser muy urbanita --bueno, ahora más campestre que urbanita--, me ha gustado mucho viajar a hacer canciones a sitios muy cerca del mar, como Cádiz, Menorca o Almería.
Por cierto, ‘Sur en el valle’ es una magnífica banda sonora para conducir de noche por el desierto de Tabernas…
Me gusta mucho que me lo digas porque cuando más me gusta escuchar música es en el coche y creo que por ende hago discos y me interesan mucho que suenen bien viajando. Es una forma muy bonita de escuchar con atención, concentrado simplemente en la conducción y en la música.
Hay músicos que cuentan historias y usted cada vez más canta imágenes. Por eso muchos de sus temas me sugieren fotogramas de películas. Y eso los hacen más crípticos o llenos de lecturas. ¿Ha sido una evolución pensada o un proceso más natural?
Es una mezcla de todo lo que dices. Mi afición al cine, por supuesto, y mi frustración por no poder hacerlo me lleva a hacer pequeñas películas de la forma que sé: haciendo canciones. Por otro lado, me gusta que haya imágenes que sitúen al oyente, sin cerrar la interpretación pero que te ayuden a entender la canción en un contexto en particular. Y te sorprendes viendo que lo haces así con mayor frecuencia pero no es algo muy premeditado: solo me salen así últimamente.
¿Y nunca le han tentado para que sus canciones suenen en la pantalla?
Hice ‘Caminando en círculos’ para ‘Arena en los bolsillos’, de César Martínez, y alguna canción ha sonado en alguna película ['Dónde está el dinero' formaba parte de la banda sonora de 'Todo el mundo lo sabe', de Miguel Larraya] pero no me han tentado más veces. Me gustaría, así que desde aquí hago un llamamiento a todos los directores diciendo que estoy disponible… Sí, me gustaría intentarlo y ojalá pudiera conseguir algo chulo. No sé, para una película de Enrique Urbizu.
Hablando de cine. En 'Clase media' teníamos a "la viuda de Christopher Walken" y en este disco, en 'Alguien debe pararlo', a "una muñeca de plástico con la sonrisa de Scarlett Johansson". ¿Cómo llegan estos cameos?
Es casi un juego, como una broma. Me gusta hacer pequeños homenajes. O más que homenajes, guiños. Me hace gracia, es algo lúdico. Ahí están también Jimmy McNulty [personaje protagonista de ‘The Wire’] o Steve Martin.
Es el primer disco que ha escrito desde que estrenó paternidad. ¿Se deja entrever en estas canciones?
Intento no ser demasiado explícito en eso, me da muchísimo pudor. Pero claro, cambia mucho. Cómo decirte... antes me iba a dormir y mi cabeza pensaba en el verso que me faltaba para una canción, y eso era lo más importante. Y ahora sigue siendo muy importante pero tengo una hija y es imposible que eso no sea lo más crucial en mi vida y donde se me van los pensamientos. Antes manejaba mi tiempo con mucha libertad y ahora tengo obligaciones que me empujan a buscar mi espacio creativo de forma distinta, y en ello estoy.
Escuchaba recientemente a Sabina decir, acerca de esas canciones que nunca pueden faltar en sus conciertos, que el público tiene sus derechos. En su caso, ¿cuáles son esos temas?
Creo que un artista tiene que elegir su propio camino y dentro de un repertorio ha de haber un poquito de esas canciones de las que hablas pero también alguna rareza, tienes que presentar las del último disco... El público tiene sus derechos, sí, pero no tiene que decirte qué tienes que tocar. En mi caso, no puedo tocar canciones que no me creo o que me aburren: sería un poco estafar al público si estuviera haciendo algo que no me emociona. Aunque no sea el camino fácil me gusta pensar que estoy dos horas tocando, que es lo que más me gusta, y que cuanto más disfrute más lo va a hacer el público.
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