Almudena Díaz Camacho (Almería, 1983) es ingeniera de Caminos. Se vio obligada a emigrar a Noruega tras quedarse sin empleo en 2013. El país escandinavo le ha brindado las oportunidades profesionales que soñaba. Allí se ha especializado en temas de movilidad, ámbito en el que lideró un proyecto que ganó un premio nacional y, en la actualidad, es responsable de Fomento del municipio de Lørenskog. Antes de la pandemia venía a su tierra cuatro veces al año y, aunque ahora es más difícil hacer planes, estos días se siente dichosa disfrutando de sus padres, sus amigos, su ciudad y sus dos lugares favoritos del mundo: Senés y Cabo de Gata.
Emigró a Noruega al quedarse sin empleo en el año 2013, ¿aquello fue una experiencia traumática?
Fue difícil al principio, ya que no conocía a nadie. La parte más traumática ha sido en los dos últimos años, por no poder venir a España tan a menudo como solía a causa de la pandemia. La Navidad 2020-2021 ha sido la época más dura.
¿Le costó mucho encontrar su sitio allí?
Encontré trabajo muy pronto, y tuve suerte de ir a parar a un departamento con muchos compañeros de mi edad y más jóvenes. Desde el principio fui invitada a muchas actividades con ellos fuera del trabajo, por lo que pude aprender bastante pronto noruego y sentirme incluida. Además, en esos momentos éramos muchos ingenieros y enfermeros españoles en Stavanger, por lo que había muchas posibilidades de socializar.
Empezó trabajando en trazado de carreteras, pero con el tiempo se ha especializado en movilidad. ¿Es su vocación?
Sí, desde que estudiaba en Granada me interesé especialmente por el urbanismo y la movilidad. No tuve la oportunidad de trabajar en esos campos en España (estuve en laboratorios de control de calidad y geotecnia), pero ya tengo la carrera que deseaba.
Lideró un proyecto que ganó un premio nacional de arquitectura paisajística que daba gran importancia a la gestión del agua y a la vegetación. ¿Cuánta ventaja nos lleva Noruega en esta materia?
No querría generalizar, ya que en España hay ciudades punteras en temas de movilidad: Pontevedra y su centro peatonal, Vitoria, los superblocks de Barcelona, el proyecto ciclista de Sevilla...
En Noruega se está reduciendo el tráfico en las ciudades al ser necesario pagar peajes para entrar en ellas. Estos peajes se revierten en financiar el transporte público e infraestructuras para peatones y ciclistas. Incluir vegetación como 'infraestructura' es novedoso, y aún no está totalmente implementado.
La mayor ventaja que veo en Noruega respecto a España es la planificación intersectorial: en los proyectos se incluye a profesionales de muchas ramas, y eso es importante para ver los proyectos más allá de una perspectiva puramente ingenieril, o puramente arquitectónica. También se lleva ventaja en la participación ciudadana. Estamos con la revisión del 'Kommuneplan' -equivalente a PGOU- en Lørenskog y hace dos semanas tuvimos gran evento con los habitantes del municipio, donde podían debatir con nosotros y sugerir temas importantes a incluir.
¿Tenemos idealizados a los países nórdicos o realmente están tan avanzados en temas sociales, educativos y medioambientales?
No se puede generalizar tampoco entre los países nórdicos. Finlandia tiene un nivel educativo mucho mayor que Noruega. En Noruega hay muchos requisitos medioambientales en proyectos, y hay mucha inversión pública en la protección de la naturaleza, pero la riqueza noruega se debe principalmente a la explotación del petróleo.
En temas sociales sí se ven más avanzados: los centros de salud no han reducido la atención al público durante la pandemia, las bajas por maternidad y paternidad son muy amplias, y la flexibilidad de horarios permite conciliar mucho mejor el trabajo y la vida privada.
Dice que en Oslo la naturaleza campa a sus anchas y que, además, tiene una casa en el bosque a una hora de allí. Pero, ¿cómo lleva una almeriense el frío escandinavo?
Hace menos frío de lo que yo me esperaba: con un buen chaquetón y unas buenas botas y calcetines de lana, no hace falta mucho más. Las casas están muy preparadas para el frío, con suelo radiante en el baño y buen aislamiento. Lo más difícil para mí es andar cuando hay hielo, a eso no me he acostumbrado aún.
¿Y el hecho de que durante buena parte del año no se ponga el sol y el invierno sea tan oscuro?
Sí se pone en el sur del país, pero pocas horas en verano. El primer año me despertaba muy temprano, pero ya me he acostumbrado. Se duerme más en invierno que en verano, el nivel de energía es distinto. La oscuridad del invierno sí se hace más difícil, por eso siempre intento venir a mi tierra dos veces a lo largo del periodo más oscuro.
¿Ve factible volver a trabajar en su país?
No lo veo factible. La flexibilidad de horarios y la facilidad para elegir trabajo -con carrera universitaria o FP- que tenemos allí es difícil de encontrar. La estabilidad que se tiene en Noruega en profesiones cualificadas no ha existido en España sin oposiciones. Allí no existen las oposiciones, yo he trabajado en distintas administraciones públicas con proceso de entrevistas igual que en la empresa privada. Eso abre mucho el campo a la hora de elegir.
Además, la cultura empresarial es muy distinta: hay mucha confianza en que el empleado realiza su trabajo y, al revés, hay mucha confianza en que la empresa apoya al trabajador en lo que hace, y si en momentos puntuales necesita cambios o un refuerzo, se adapta.
¿Siente que España está perdiendo el talento de sus jóvenes?
No sólo está perdiendo el talento, está perdiendo la inversión, tanto del Estado como de las familias. Por ejemplo, ha sido muy visible durante la pandemia: muchos sanitarios volvieron a España hace dos años, y ahora están perdiendo de nuevo sus trabajos, o no encuentran la estabilidad necesaria.
A pesar de la distancia, siente un gran apego hacia su familia y su tierra. ¿Cómo llevan sus seres queridos tenerla lejos?
Por un lado, comprenden que a nivel laboral estoy mucho mejor en Noruega, pero por otro me echan mucho de menos, y preferirían que estuviese más cerca.
A nivel de movilidad, ¿qué mejoras propondría para Almería?
Almería tiene un gran potencial para mejorar su movilidad. La primera medida sería mejorar el transporte público, tanto a nivel local como regional. Es inconcebible que no haya tren de cercanías con el tamaño de nuestra área metropolitana (incluyendo el Bajo Andarax y el Poniente). La frecuencia de los autobuses urbanos, especialmente hacia la universidad, debe incrementarse si queremos reducir el uso del coche.
También habría que mirar más al mar: un barco rápido Roquetas-Aguadulce-Almería centro-Universidad, incluido en el mismo abono de transporte que los autobuses, descongestionaría las vías urbanas y la A-7.
Las exportaciones de la provincia, deberían llevar años realizándose por tren y barco. La construcción del Corredor Mediterráneo es esencial para mejorar la movilidad, tanto de pasajeros como de mercancías.
¿Y en la ciudad?
A nivel local, es importante la construcción y mantenimiento de una red ciclista. Muchos de los carriles bici construidos en los últimos años no tienen el mantenimiento necesario. El mantenimiento y limpieza de aceras, parques y otros espacios peatonales es esencial para que se hagan más desplazamientos a pie que en coche.
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