Miles de almerienses despiden el Carnaval con la quema de la sardina en el puerto

Miles de almerienses despiden el Carnaval con la quema de la sardina en el puerto

Guillermo Fuertes
22:51 • 28 feb. 2012
Si uno no supiera que aún faltan marzo y abril, con sus vientos, probables (y deseadas) lluvias, y no nos podremos ‘quitar el sayo’ hasta bien entrado mayo, en la mañana de ayer se podía tener la ilusión de haber entrado en una túnel del tiempo y haber despertado en plena primavera.

Sol, cielos claros, temperatura agradable y un poco de brisa, la justa para respirar a gusto y sentir el olor del mar que subía por el Paseo y la Rambla hacia el interior de la ciudad. Pero estaba claro, estamos ya en plena Cuaresma y la fiesta de Don Carnal, el Carnaval que llega cada febrero, estaba a punto de terminar sus días con un gran desfile y la quema de la sardina.

Coloridos personajes

Por las calles del centro se podían ver desde temprano coloridos personajes de todo tipo, desde caballeros medievales hasta falleras, pasando por indios, payasos, superhéroes, legionarios romanos, elfos, odaliscas, activistas de Anonymous o pastores de ovejas. Incluso una fregona, el peculiar disfraz de un paisano llamado Raúl que iba con su esposa, Esther, y sus niños, Adriana y Rubén.

La cita era a las doce de la mañana en la Puerta Purchena. Allí se reunirían todas las agrupaciones que habían participado en el Certamen del Carnaval 2012, ataviados con sus mejores galas y todo su repertorio musical, para acompañar a la sardina en su camino Paseo abajo hasta el muelle de Levante, donde ya estaba todo preparado para llevar a cabo su inexorable destino.

Allí estaba también la concejal de Fiestas Mayores, Lola de Haro, junto a Nicolás Castillo, presidente de la Federación Almeriense de Agrupaciones de Carnaval (FEALCA), que esta vez iba de chulapona madrileña, después que inauguró el Carnaval vestido de ‘reyezuelo de Sierra Leona’.

El ‘testamentero’

A su lado, tratando de parecer compungido, el ‘testamentero’ de las fiestas de este año, Francisco Martínez, de Tabernas, totalmente de luto, con una larga ‘melena’ roja. Y todos ellos, custodiados por un equipo de guardaespaldas ‘de élite’, también llegados de Tabernas.

A las doce en punto (o casi, que para eso es Carnaval), se cortaron las calles, sonaron los tambores y se puso en marcha la comitiva. Ya a esas alturas las aceras del Paseo estaban llenas de público esperando el paso de la alegre procesión para sumarse a ella. La sardina, azul de encendidos labios rojos, comenzó su marcha en medio de una multitud de carnavaleros.

El ‘entierro de la sardina’, como manifestación pública del lamento por el fin de la época del asueto, la holgazanería y la abundacia, es una tradición que se viene celabrando en toda la geografía española, en la víspera del Miércoles de Ceniza. Por otro lado, la sardina del Carnaval, tradicionalmente, se quemaba en el propio Miércoles de Ceniza. Pero este año las cosas se han retrasado un poco.

Los carnavaleros, por otra parte, debían estar tristes, llorando por el fin de las fiestas hasta el próximo año. Pero a poco de andar unos pasos, cuando la música comenzó a tomar temperatura, nada de eso importaba. Lo que valía era un magnífico día de fiesta y Carnaval.

Continuar la tradición

Cuando la sardina llegó a la plaza de Las Velas y la multitud que la acompañaba se desparramó por el amplio espacio de la entrada del puerto, se pudo apreciar libremente su magnitud. ¿Dos mil personas, tal vez más..? Difícil de contabilizar, pero en verdad un espectáculo impresionante, lleno de colorido y música.

Llegada al extremo del muelle, la sardina fue colocada en su pedestal de arena, bien vigilada por un equipo de bomberos de Almería, y Francisco Martínez leyó su testamento. Un lamento que en realidad era un canto a estas fiestas, y un llamado a continuar cada año acudiendo, cada febrero, a la cita con esta tradición. Luego, el fuego consumió lentamente la figura, y la brisa se llevó el humo hacia el mar. Adiós, adiós, Carnaval.a>






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