En su trayectoria, Emilio Picón (Almería, 1977) ha trabajado la poesía, el relato y la novela, género al que regresa con ‘humanimal’, editado en el sello sevillano Niña Loba. También ha coordinado e impartido talleres de escritura creativa, algo que late en las páginas de su última obra. Un libro que presentará el 21 de abril en la biblioteca de Berja y con el que su autor participará en las ferias del libro de Almería y Málaga.
‘humanimal’ llama a lo humano y a lo animal. ¿Su libro también se mueve entre dos o más mundos?
El título pretende ejercer su poder de sugestión desde la hache minúscula de ‘humanimal’. Pretende relativizar el vínculo entre condición humana e imperio de la razón. El ser humano se caracteriza por su capacidad racional pero dispone de otras facultades: onírica, imaginativa, intuitiva, sensorial, sensitiva, espiritual… Y una extensa gama de instintos que fundamentan su animalidad. Todos estos son los mundos que baraja y equilibra la novela.
¿A qué lector cree que va dirigida la obra?
A cualquier persona que sepa leer y esté dispuesta a jugar porque ‘humanimal’ es, ante todo, un juego. Lo cierto es que cuando escribo el único lector que me interesa soy yo. Por eso escribo el libro que me gustaría leer. Una de las voces narrativas de la novela lo deja muy claro cuando se dirige directamente al lector y dice 'siento decepcionarte: no escribo para ti, sino para mí, pero contigo'. En ‘humanimal’ la clave es el viaje interior del escritor, la conversación que mantiene consigo mismo, la experiencia íntima que comienza y termina en el hecho literario. Hay una historia, sí, pero es una excusa, una excusa extraordinariamente elaborada para conseguir que el viaje, la conversación y la experiencia conformen un proceso enriquecedor. Y hay una vía de comunicación, sí, pero es sólo un juego, un juego que invita al lector a emprender su propio viaje, a mantener su conversación, a vivir su experiencia. Esa es la clave del juego. Que el proceso de cada lector sea distinto. Que cada lector reescriba el libro.
Despliega un complicado juego de espejos entre realidad y ficción. ¿Cómo ha desarrollado este laberíntico universo?
Naturalidad y esfuerzo. La historia plantea sus exigencias narrativas (estructura, focalización…) y el autor debe satisfacerlas. No es tanto concebir una buena idea como desarrollarla con acierto. La escritura creativa, especialmente ‘humanimal’, me ha enseñado a cultivar la paciencia, tolerar la frustración, plantear todas las variantes necesarias hasta que realidad y ficción se confunden, hasta albergar la convicción de que todo es posible. Entonces sucede.
Apuesta por distintos lenguajes, de la novela más convencional hasta el relato pasando por la poesía, el teatro o definiciones al estilo RAE. ¿Era así desde el comienzo?
La dimensión lúdica de la novela, la ruptura con la solemnidad en favor del juego, estuvo presente desde el inicio. Las decisiones relativas al fondo de la narración influyen en su forma. Ajustar fondo y forma resulta esencial. Por eso la experimentación con el lenguaje y los géneros fue una decisión capital, porque la hibridación es inevitable si la literatura se plantea como una búsqueda de belleza y verdad.
La narración atraviesa el mapa: de Gijón a Almería, con lugares reconocibles como la Picasso o distintos campings del Poniente y del Cabo de Gata. ¿Cómo es la Almería que dibuja?
Es una provincia ficticia. Almería, como el resto de la dimensión física de la novela, está pincelada de manera minimalista, con los rasgos absolutamente imprescindibles para sustentar la historia y sus personajes. La descripción física es sometida a la proyección interior de los personajes, de la propia historia. Esta proyección lo refleja todo porque la realidad objetiva no existe y, por tanto, no tiene sentido describirla minuciosamente. La realidad es una percepción en constante cambio. Almería es la percepción que de ella tienen sus habitantes, las vivencias de sus habitantes (las historias de sus personajes). Así se construye o destruye un lugar, a través de ficciones y percepciones individuales.
¿Cómo conecta este libro con sus anteriores obras?
Es un proceso de aprendizaje. Aprender a escribir es una carrera de fondo sin fondo. No hay meta porque nunca se termina de aprender. Este es el mejor aliciente. De cada libro algo trasciende y queda, pulido, en el oficio de quien lo ha escrito. Inflexiones de voz, músicas en el fraseo, tonos en el discurso. Maneras de hacer que se van conformando y abriendo a nuevas alternativas con cada página leída, escrita o corregida. E igual con los temas a tratar, con el universo personal que se va generando. Las ópticas maduran y se descubren nuevas grietas a través de las cuales adoptar más y mejores puntos de vista.
¿Es un Emilio Picón muy distinto el que comenzó a escribir este libro al que es ahora?
Por supuesto. Sentirse y saberse en constante evolución es un trabajo diario, ilusionante. Disfrutar la incertidumbre en lugar de sufrirla. Arrinconar la ansiedad para ofrecer ese espacio a la ilusión germinada por un futuro incierto, siempre por construir. Ese viaje de la oscuridad a la luz es la esencia de la narración que desarrolla ‘humanimal’. Ese viaje también lo he realizado yo, claro, y lo sigo realizando, pero no sólo por haber escrito esta novela, es el hecho de estar vivo. La literatura es, para mí, una herramienta de autoconocimiento, una manera de estar en el mundo, un motor para la evolución personal.
¿Cómo llega su obra al sello sevillano Niña Loba?
Por casualidad. Y he de dar las gracias por ello. Niña Loba se presenta con una máxima: 'Creemos en los libros, ¿y tú?'. Niña Loba se define con tres sintagmas: 'editores apasionados, escritores rebeldes y lectores comprometidos'. Niña Loba se mueve al son que marca Darío Méndez Salcedo. Y Darío es un tipo que escribe una reseña por cada libro que publica y, además, dice en voz alta cosas como 'no voy a publicar 'humanimal' porque piense que se va a vender bien, de hecho, sé que se va a vender mal, voy a publicar 'humanimal' porque la quiero en mi catálogo.' Esta novela llegó a Niña Loba por casualidad y he de dar las gracias por ello. Me he sentido muy cómodo con Darío desde el principio, desde los primeros correos electrónicos y las primeras conversaciones telefónicas. Además, se ha mostrado muy receptivo y flexible en todo el proceso de edición. En definitiva, el trabajo editorial ha sido magnífico.