Evaristo Martínez
15:20 • 03 mar. 2012
Lleva más de veinticinco años ejerciendo el periodismo en todas sus vertientes aunque confiesa que le encanta contar historias, sin importar el medio, como dan fe sus nueve libros editados y un décimo en proyecto. Marta Robles (Madrid, 1963) ofreció ayer una conferencia dentro del ciclo ‘La mirada del hombre’ que organiza la Fundación Cajamar. Antes, atendió a LA VOZ.
Llega a Almería para hablar sobre ‘La comunicación en la era de Internet’. ¿Cuál es su visión?
Hablo, desde un punto de vista personal y profesional, sobre cómo han evolucionado los medios a mi lado y han conformado parte de mi vida desde mi niñez, cuando la televisión era en blanco y negro, hasta nuestros días, cuando podemos verla en el propio teléfono móvil. Repaso qué ha conllevado todo eso y cómo se han interrelacionado los seres humanos desde que las nuevas tecnologías han irrumpido entre nosotros. Un hecho sustancial es que justo dos generaciones anteriores a la mía fueron las que empezaron a utilizar los videojuegos, y partir de ahí cambió radicalmente la sociedad: fue el primer grupo de seres humanos que han jugado de manera distinta al resto.
¿Cuál es la gran aportación de las redes sociales al periodismo?
Todo lo nuevo siempre está al borde del abismo: las redes sociales ofrecen tantas posibilidades que existe el bien y el mal, unidos en su desarrollo. Al periodismo han aportado mucho, como poder comunicarse directamente con la gente para la que trabajas. Nosotros, los periodistas, aportamos la información de cuánto sucede, porque lo vivimos en primera fila, mientras el resto del mundo está haciendo otras cosas, igual de importantes que las nuestras, ni más ni menos. Ellos también quieren opinar y su punto de vista hace que la información sea mucho más objetiva y veraz. Eso es lo mejor que tienen las redes sociales, que hacen que el mundo sea más pequeño.
¿Y su gran peligro?
Que cada uno puede decir lo que quiera: mentir, dañar, originar perjuicios difíciles de resolver después. El problema fundamental de las redes sociales es que no sabes qué punto de verdad y mentira hay. Salvo eso, el resto es magia.
Ahora tenemos más canales de información pero ¿tenemos una mejor información?
Creo que cuantos más medios, más soportes y más posibilidades para informar, mejor. La radio cambió el mundo, después apareció la televisión y se puso imagen a la vida, la llegada de Internet fue un auténtico milagro... Para mí, en la diversidad está la riqueza de las cosas: cuantas más posibilidades tienes de información, más posibilidades tienes de ver todos los ángulos de la verdad.
El jueves, los periodistas almerienses se concentraron, bajo el lema ‘Sin periodistas no hay periodismo ni democracia’, en contra la precariedad del sector...
Siempre he tenido la sensación de que los periodistas nos miramos mucho el ombligo y pensamos que nuestra situación es peor que la del resto de colectivos, cuando ahora todos están vapuleados. Somos muy protagonistas y no nos damos cuenta de que somos meros intermediarios. Intermediarios de lujo, sí, con capacidad para cambiar el mundo y deseos de hacer el bien, o así debería ser, pero igual que cualquier colectivo. Lo peor del periodismo es que desde hace unos cuantos años, demasiados, los periodistas se han convertido en los primeros espadas de los políticos, y parece que dependiendo del medio en el que estén se tienen que poner una ‘camiseta’. Yo nunca lo he hecho ni nunca lo pienso hacer: eso es lo que verdaderamente me parece terrible.
Ha trabajado en prensa escrita, radio y televisión. ¿Cuál fue el primero al que soñaba llegar?
Quise ser periodista sólo porque me gustaba escribir: lo hago a diario, desde los trece años. Fundamentalmente, es lo que me gusta aunque también me gusta contar historias, divertirme y aprovechar la magia de las imágenes de la televisión y lo oculto y recóndito de la radio me parece fascinante.
Llega a Almería para hablar sobre ‘La comunicación en la era de Internet’. ¿Cuál es su visión?
Hablo, desde un punto de vista personal y profesional, sobre cómo han evolucionado los medios a mi lado y han conformado parte de mi vida desde mi niñez, cuando la televisión era en blanco y negro, hasta nuestros días, cuando podemos verla en el propio teléfono móvil. Repaso qué ha conllevado todo eso y cómo se han interrelacionado los seres humanos desde que las nuevas tecnologías han irrumpido entre nosotros. Un hecho sustancial es que justo dos generaciones anteriores a la mía fueron las que empezaron a utilizar los videojuegos, y partir de ahí cambió radicalmente la sociedad: fue el primer grupo de seres humanos que han jugado de manera distinta al resto.
¿Cuál es la gran aportación de las redes sociales al periodismo?
Todo lo nuevo siempre está al borde del abismo: las redes sociales ofrecen tantas posibilidades que existe el bien y el mal, unidos en su desarrollo. Al periodismo han aportado mucho, como poder comunicarse directamente con la gente para la que trabajas. Nosotros, los periodistas, aportamos la información de cuánto sucede, porque lo vivimos en primera fila, mientras el resto del mundo está haciendo otras cosas, igual de importantes que las nuestras, ni más ni menos. Ellos también quieren opinar y su punto de vista hace que la información sea mucho más objetiva y veraz. Eso es lo mejor que tienen las redes sociales, que hacen que el mundo sea más pequeño.
¿Y su gran peligro?
Que cada uno puede decir lo que quiera: mentir, dañar, originar perjuicios difíciles de resolver después. El problema fundamental de las redes sociales es que no sabes qué punto de verdad y mentira hay. Salvo eso, el resto es magia.
Ahora tenemos más canales de información pero ¿tenemos una mejor información?
Creo que cuantos más medios, más soportes y más posibilidades para informar, mejor. La radio cambió el mundo, después apareció la televisión y se puso imagen a la vida, la llegada de Internet fue un auténtico milagro... Para mí, en la diversidad está la riqueza de las cosas: cuantas más posibilidades tienes de información, más posibilidades tienes de ver todos los ángulos de la verdad.
El jueves, los periodistas almerienses se concentraron, bajo el lema ‘Sin periodistas no hay periodismo ni democracia’, en contra la precariedad del sector...
Siempre he tenido la sensación de que los periodistas nos miramos mucho el ombligo y pensamos que nuestra situación es peor que la del resto de colectivos, cuando ahora todos están vapuleados. Somos muy protagonistas y no nos damos cuenta de que somos meros intermediarios. Intermediarios de lujo, sí, con capacidad para cambiar el mundo y deseos de hacer el bien, o así debería ser, pero igual que cualquier colectivo. Lo peor del periodismo es que desde hace unos cuantos años, demasiados, los periodistas se han convertido en los primeros espadas de los políticos, y parece que dependiendo del medio en el que estén se tienen que poner una ‘camiseta’. Yo nunca lo he hecho ni nunca lo pienso hacer: eso es lo que verdaderamente me parece terrible.
Ha trabajado en prensa escrita, radio y televisión. ¿Cuál fue el primero al que soñaba llegar?
Quise ser periodista sólo porque me gustaba escribir: lo hago a diario, desde los trece años. Fundamentalmente, es lo que me gusta aunque también me gusta contar historias, divertirme y aprovechar la magia de las imágenes de la televisión y lo oculto y recóndito de la radio me parece fascinante.
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