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"Soy igual de cantaora (dale, dale). Igual de cantaora con un chándal de Versace que vestíita de bailaora". Así lo canta Rosalía en su tema 'Bulerías' y no puede ser mejor resumen de lo acontecido alrededor de su inicio de gira mundial en Almería: las etiquetas quedan desterradas por completo en todo lo que toca la catalana.
Ya en los alrededores del Recinto Ferial se veía que el espectáculo iba a ser difícil de encajar en una de esas imágenes mentales que nos han vendido (y hemos comprado): había alguna que otra camiseta heavy, mucha trenza de adolescente que ya había dejado los 15 atrás, más de un jubilado, toneladas de purpurina, críos que hace unas semanas cerraron el colegio y, sobre todo, caras de ilusión, como de noche de 5 de enero.
No en vano, lo de Rosalía abriendo gira en Almería fue un regalo que muchos no creían hasta que no arrancó el show. Y los incrédulos no tienen la culpa: en el ADN almeriense tenemos un concierto de los Rolling Stones pospuesto por culpa de un cocotero y uno de Shakira suspendido.
Con una organización rozando lo impecable (no es fácil meter a cerca de 12.000 personas en un recinto en un primer concierto de una gira gigante) que permitió que casi todo el mundo estuviera dentro del recinto media hora antes y con una noche más que agradable (especialmente después de las duras temperaturas que tuvieron que soportar los que pasaron horas y días en la cola), el Motomami World Tour arrancó puntual, con 'Saoko' como carta de presentación.
'Candy', 'Bizcochito' y 'La Fama' fueron el entrante del menú, y ahí Rosalía rompió la baraja: "Recuerdo mi primera vez en Almería, con ocho años. Era feliz por la calle, porque estaba en la ciudad. Y admiraba a Bisbal y más tarde a Tomatito". Ovación cerrada y vuelta al ruedo.
Con un espectáculo de ritmo imparable y una voz que no ha perdido el toque celestial que cautivó al mundo en 'El mal querer ', Rosalía mezclará estilos a lo largo de la noche, pero levantó al público con lo más flamenco. Bulerías lo confirmó.
Tocó la guitarra, tocó el piano (te quiero ride como a mi bike) y el público lo disfrutó con una frase muy repetida: "Canta igual". Porque, efectivamente, lo de Rosalía no es autotune. Es suyo. Y de nadie más.
Se atrevió a viajar hacia el pasado para cantar 'Pienso en tu mirá', se atrevió a hacer una cover transformando 'Perdoname' de La Factoría en una balada que embobó al público y, por atreverse, se atrevió a desmaquillarse ahí, encima del escenario. Todo, con una realización digna de auténtico videoclip.
La raíz de Rosalía es el flamenco, pero somos chonis y hemos venido a disfrutarlo. Por eso sonó La gasolina y se coreó Papichulo, antes de decir "verdades como puños en Almería": "ser una popstar no dura toda la vida, pero ser una motomami sí".
Y primicia para la primera hora de concierto: "Ahora vienen unos temas que sois los primeros en el mundo que los escucháis, temas que aún no han salido". 'Aislamiento' fue la primera.
'Blindin lights' estuvo, igual que estuvo 'Malamente' (trá trá), pero la gente se levantó 'Con altura'. Y no había pasado una hora y media aún. Daba igual. El escenario era una fiesta y el recinto ferial, con casi doce mil personas, alucinaba con 'Chicken Teriyaki'. Porque Beyoncé no va a venir a Almería, pero ya da igual: el espectáculo de una diva mundial ha pasado por este rincón del mundo, habitualmente olvidado, que desde la noche del seis de julio y por siempre será Motomami. Gracias, Rosalía.
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