En 1996 alcanzó la final de ‘Lluvia de estrellas’ calcando a Joaquín Sabina. Desde entonces, tan joven y tan viejo, cada vez que pisa un escenario se mete en el traje y la piel del de Úbeda. Aunque Justo Mullor (Almería, 1968) no es un imitador: es un cantante (lleva en la escena musical desde sus años de estudiante en el Celia Viñas) que dibuja con su voz el universo del genio del bombín. Así volverá a hacerlo el viernes 23 en el Maestro Padilla con sus Malas Compañías, posiblemente el tributo pionero en España dedicado al autor de ‘Así estoy yo sin ti’. En la entrevista, consciente de que aquí hay física y química, pide el tuteo.
“Te pareces al Sabina, ese que canta”. ¿Cuántas veces se lo dicen?
(Risas) Muchas, y las que quedan. Normalmente, va con una coletilla: te pareces cantando al Sabina de joven. Me dicen cosas muy bonitas que dan sentido a esto de subirte a un escenario.
Y sin embargo hay más de un tributo a Sabina. ¿Qué encontramos contigo?
Hay un elemento diferenciador, y te doy mi opinión con el máximo respeto a todos: por lo que he visto, están más pendientes del bombín y de parecerse en la voz que en cantar; tengo la sensación de estar escuchando a imitadores más que a cantantes.
¿Las malas compañías son las mejores?
Mis Malas Compañías sin duda (risas). He tenido la suerte, a lo largo de todos estos años, de estar acompañado por músicos increíbles.
Dos Navidades llenando el Apolo y ahora te atreves con el Maestro Padilla. ¿Te sobran los motivos?
Pues sí, se había quedado algo pequeño, y a la tercera ya tocaba hacerlo en eléctrico y con un bandón. Estaré con José Luis Gayo en la batería, Ignacio Carasa en el bajo, Miguel Fernández en los teclados, Facundo Virasoro con las guitarras y Vanessa Cáceres en los coros.
Cerca de 30 años cantando por Sabina. De momento, ¿nada de adiós muchachos?
Nada, nada, yo a seguir la estela del jefe. Joaquín me saca 20 años de edad ¡y se va de gira ahora! Así que... (risas).
¿“Al lugar donde has sido feliz no debieras tratar de volver” o lo verá en esta gira?
Hay que volver a ese lugar, se puede llegar a ser más feliz todavía. Tenemos planazo familiar, iremos a verlo en septiembre a Granada.
Pancho Varona no se va de gira. ¿Cómo vivió la ruptura con el resto de la banda?
Con cierta pena, aunque no me pilló por sorpresa. Se vuelve a poner en tela de juicio la condición humana. Sin profundizar más en el tema, no recuerdo quién dijo que “sólo es grande en la vida quien sabe ser pequeño”.
¿Qué concierto de Sabina nunca olvidarás?
Hay dos que recuerdo especialmente. El primero en Almería: yo tenía 18 años y él aún era poco conocido, pero ya me dejó pillado con sus letras. Y el otro, sin duda, el de Oviedo en 1998, cuando lo conocí personalmente; los dos actuábamos ese día [Sabina en la Plaza de Toros de Oviedo y Justo Mullor en la Plaza de la Catedral, en una gira de ‘Lluvia de estrellas’].
¿Y qué tal el encuentro?
Inolvidable. Los dos estábamos alojados en el Hotel Reconquista. Hablamos en el hall, sin prisas: ese rato de charla no tiene precio.
Y de los tuyos, ¿puedes elegir un concierto?
Mira, tengo la inmensa suerte de tener difícil decirte uno. Echando la vista atrás, el del Auditorio de Roquetas en 2012 porque fue un punto de partida para darme a conocer a nivel nacional. Y de los más recientes los del Teatro EDP Gran Vía Madrid, en las fiestas de Betanzos de A Coruña, este año en las Fiestas de La Blanca en Vitoria… Y, por supuesto, el del viernes en el Maestro Padilla ¡va a ser inolvidable!
¿Has visto ya el documental ‘Sintiéndolo mucho’?
Pues sintiéndolo mucho, no he podido todavía, ¡ya me vale! Pero por las filtraciones que me han llegado y he podido ver, me ha vuelto a recordar lo que ha significado, lo que significa y significará en la historia de nuestra música. La obra de Sabina, sin duda, será eterna.
¿Por cuál de sus canciones te habrías dejado robar el mes de abril?
Mañana no sé cuál diría, pero hoy te digo la de tu pregunta.
Si te digo ‘Pongamos que hablo de Almería’, ¿qué me dices?
¡Que hablemos! Me encanta mi tierra, hasta con sus cosas menos buenas; por cierto, algunas por causas ‘externas’. Me gusta hablar de ella cuando estoy fuera. Aprovecho para desear a todo el mundo felices fiestas. Nos vemos el próximo viernes en el Maestro Padilla.
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