La vida de una aldea almeriense a través de sus gentes y cortijos

Una obra coral relata la historia rural de Overa en más de 300 páginas y 1.500 imágenes

Gentes de la ermita de Overa en la puerta del cortijo de la familia Pérez, en los años 40.
Gentes de la ermita de Overa en la puerta del cortijo de la familia Pérez, en los años 40.
Manuel León
22:37 • 19 dic. 2022

Hay una pedanía en el Levante almeriense -Overa se llama- surcada por el cauce del Almanzora en la que se podría compendiar toda la vida de los pequeños pueblos almerienses; hay una pedanía huercalense de la que salieron cientos de familias buscando en otras tierras una vida mejor,  polizones que nunca olvidaron su cortijo matriz, su campo de cereal, sus baños en la alberca; hay una pedanía almeriense en donde los niños aprendían a guiar a los mulos antes que a leer  y las mujeres desperfollaban el panizo en la era con una sabiduría de siglos. 



Overa, sus gentes, llevan años realizando el trabajo encomiable de la recuperación de tradiciones, de la conservación de los hábitos de sus mayores, de la divulgación de sus costumbres de siempre. Y uno de los hitos más señeros de esa revitalización de lo antiguo, de la resurrección de las cosas viejas llega ahora con un libro delicioso de más de 300 páginas y 1.500 fotografías rescatadas de  viejas cajas de latón de familias oriundas; llega ahora esta  historia con una paginación caudalosa sobre el Campico de Nubla que es como antiguamente se le llamaba a la zona de la ermita de La Concepción.



“Quien no ama a su aldea no quiere al mundo”, sentencia el autor, Juan Pardo Valera. Y de eso va este fabuloso Espasa Calpe, con la tinta aún caliente, de la cultura popular huercalense y levantina: del amor a todas las facetas de la vida rural que protagonizaron decenas de generaciones. Esta historia coral sobre la vieja Nubla analiza la aldea (gala) como un bien común, como una pequeña comunidad aislada -como todas- que se une ante las adversidades y crea una filosofía de vida basada en el concepto de cadena de favores, no solo en el mero trueque de alimentos,  sino en el intercambio de servicios y de sentimientos de camaradería. El libro está fertilizado por imágenes y por anécdotas enraizadas en las labores del campo, de la ganadería, la matanza, las labores de transformación agrícola, la artesanía de los dulces de Pascua. La ayuda entre cortijeros, entonces, era una actitud que se presuponía. Aparecen en este compendio-guía los orígenes  dieciochescos de la ermita de Nubla como seña de identidad de sus gentes; aparecen el uso de las aguas, las ramblas y barrancos; se muestras tradiciones, costumbres y vivencias como los peloteros del carnaval, las tradiciones navideñas, las maneras de ganarse la vida, los medios de transporte, las emigraciones, las amistades, el amor juvenil, la escuela rural, el paraje feraz de La Ballabona, la hermandad entre la ermita y Palacés, el esparto y la tápena, la noche del Alamo.



Y aparecen sobre todo personajes populares que marcaron un tiempo: gente como  Blas Pardo del Cortijo de los Severos, doña Soledad, un hombre de paz llamado Frasquito Zurano, los Sánchez Parra, la casa de Juan Díaz, los Pardo Valera, los Parra Ruiz, la casa del tío José Gil, Blas el Colorín, la familia Díaz Bonillo, la casa de la Comadre, Diego de Paco, los Rodríguez Sariñena, Luisa la Sótora y la Campoy, la casa del Cerrico, Frasquito el Moreno, Casa del Americano y así un largo etcétera en el que se narra con primor, con una envidiable abundancia gráfica, no solo el paisaje sino también el paisanaje; la habitación y el habitante.



Nos lega, por tanto, el autor, con este compendio de vivencias y recuerdos, de horizontes y  parentelas, una historia redonda, rotunda, con alma, de un pueblo, de una aldea, que sigue existiendo en este siglo XXI, pero que hunde sus cimientos en unos antecesores que le supieron dar una forma y una vida singular. 



Dice el autor, como corolario del que nace esta obra hercúlea, que “cuanto más conozcamos el pasado, más grandes y fuertes serán nuestras raíces y más herramientas tendremos para construir un mundo mejor”. Overa, la vieja Nubla, es, con esta edición, más rica, más  sólida, más eterna. 



Juan Pardo y el homenaje a su patria chica



Juan Pardo Valera, el laborioso autor de este libro entrañable, nació en el Cortijo de la Mamatí, enfrente de la Ermita de la Inmaculada que tan bien ha sabido historiar. Asistió a la escuela de la Concepción e hizo el bachillerato  en el Instituto de Huércal-Overa. Es maestro y licenciado en Geografía e Historia. Activó la plataforma Overa Viva y en el ámbito empresarial ha fundado el Camping Los Escullos y el Hotel Rodalquilar. 


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