Guapa y bonita La Macarena lució esplendorosa en una tarde ventosa y desapacible loan

José Luis Laynez
01:00 • 02 abr. 2012
Si el pasado año fue la lluvia, este 2012 ha sido el intenso viento de poniente el que intentó deslucir la procesión de la Macarena. Vano intento el de Eolo, ya que María Santísima de la Esperanza Macarena brilló como todos los años; y no nos olvidemos de Nuestro Padre Jesús de la Sentencia, paso de Misterio al que este año se han añadido las figuritas de Rómulo y Remo mamando de las ubres de la loba en el punto más alto del paso.

Eran las cinco en punto de la tarde, hora muy taurina para una Hermandad de tradición torera, cuando el portón lateral del templo de San Ildefonso se abrió. Una bocanada de aire frío penetró en la iglesia. Mal comienzo. Por ella fueron ganando la calle Merced 125 nazarenos con túnicas color crema y capiruchos verde oliva, y medio centenar de camareras de la Virgen ataviadas con la tradicional mantilla.

En medio, las insignias de la Hermandad, el banderín de la Policía Nacional, hermanos honoríficos, el torero Pepín Jiménez, venido un año más ex profeso de Lorca para procesionar con la Macarena, la bandera, la bacalá, el estandarte corporativo, incensarios, báculos...

Primero salió el paso de Misterio, bella-mente ornamentado con iris morados y el monte con flores color cardenal. El milagro se consumó otro año y, desafiando las leyes de la matemática, ganó la calle sin la maniquera izquierda, que se le añadió posteriormente.

Pero el momento más esperado era la salida de la Macarena. Eran las 5 y 25 de la ventosa tarde abrileña cuando la Virgen ganó la calle entre gritos: ¡¡Guapa y guapa y bonita y bonita!! El capataz, Javier Giménez, y los ayudantes, Galetti, Sánchez y Vargas, daban las oportunas órdenes a los 30 costaleros para efectuar la milimétrica salida por un espacio imposible. El ornamento floral era sencillo: jarras con rosas y fresillas blancas en el frontal y claveles de igual color en los laterales; y flanqueando a la Virgen, ‘marías’ de cera.

El viento seguía molestando al cortejo procesional, especialmente a las mantillas, que se quejaban amargamente al paso de la procesión por uno de sus lugares emblemáticos del que habían tenido que prescindir los últimos años por obras: la avenida de Vilches, con la plaza de toros de fondo. Los fotógrafos se atropellaban para inmortalizar el momento.

La comitiva bajó calle Granada a los sones de la ‘Santa Cruz’ y la Banda de Torredonjimeno. Giró por la calle Triunfo hacia plaza de San Sebastián, y en la iglesia, como todos los años, la esperaba el Cristo del Amor. Se abrieron las puertas y la Macarena y El Amor se dieron el saludo de Madre a Hijo. Cientos de almerienses eran testigos de uno de los momentos más entrañables de la Semana Santa.

Y la Macarena continuó su procesión hacia Carrera Oficial, a la que entró a las 20.30 horas de la ventosa tarde de Lunes Santo.






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