Un grupo de hombres del Neolítico (con acento almeriense) están muy preocupados: al niño lo han echado del instituto por hacer pintadas... en la Cueva de los Letreros. Un fenicio de Villaricos y otro de Adra no se ponen de acuerdo. Un emisario romano entrega un edicto a una mujer que baldea su cortijo para comunicarle que ya pertenecen a la Bética. Abderramán III concede una entrevista en un plató de televisión. A todo esto, ¿nació Walt Disney en Mojácar?
Jugando con la libertad que da la comedia, pero sin perder de vista el pulso de la historia, Kikín Fernández y Fernando Labordeta escriben y dirigen la obra teatral 'Érase una vez Almería. Historia cómica de lo nuestro', un montaje que también protagonizan y con el que vuelven este sábado 15 de junio a las 20.30 horas al Teatro Apolo de la capital después de recorrer numerosas localidades de la provincia a lo largo del último año.
En este mismo espacio representaron la obra con gran éxito el pasado 17 de mayo. Y ahora regresan para ofrecer un nuevo y definitivo pase en este céntrico teatro almeriense.
Las entradas ya están a la venta al precio de 12 euros en la web del Área de Cultura del Ayuntamiento y en las taquillas del teatro. También en el propio Apolo el sábado por la tarde, desde una hora antes del inicio de su representación.
El montaje nace como un encargo de la Diputación dentro de los actos por el bicentenario de la provincia. "Pensamos que la mejor forma de celebrarlo era haciendo lo que mejor sabemos hacer: comedia. Eso sí, con un sesgo histórico", cuenta Labordeta.
"Empezamos desde la cultura del Argar hasta el día de hoy", apunta sobre la obra, "una sucesión de sketches" que se van alternando con proyecciones en pantalla que muestran "lo que ha sido Almería" a través del tiempo. "Un poco al estilo de 'Érase una vez el hombre", explica divertido.
Cambios de vestuario y un rap
Los dos cómicos están solos en el escenario para encarnar a todos los personajes, mientras que Gumer Clemente se pone a los mandos de la técnica. Hay hasta once cambios de vestuario e incluso se atreven con un rap, "un resumen de tres siglos baldíos en Almería, desde la Reconquista hasta el siglo XVIII prácticamente", expone Labordeta.
Así, a lo largo de unos ochenta minutos, el espectador se encontrará con personajes de nuestra historia, como el Conde Ofalia, que se topará con José Ribera Figueroa, un bandolero que nació en Adra, o los arquitectos Trinidad Cuartara y Guillermo Langle en un "encuentro ficticio" dentro de los Refugios de la Guerra Civil. "No coincidieron en el tiempo, pero lo hemos hecho así para que nos hablen de las necesidades que tenía la ciudad".
Humor para contar la historia de Almería huyendo de "lo plomizo" y lo "excesivamente pedagógico", pero sin dejar de apoyarse en los libros. "No pretendemos dar una lección de historia, ni pegar una chapa, pero sí que la gente se reconozca en los distintos almerienses que han pasado por la provincia. Queremos que se estén riendo todo el rato y además tiene mucho ritmo", señala Kikín Fernández.
Aunque la pareja no ha contado con el asesoramiento de historiadores sí se han "empapado" de las publicaciones del Instituto de Estudios Almerienses. "Hemos estudiado mucha historia para luego faltarle el respeto", dice.
Con mucho humor, pero blanco. "Nos hemos dejado llevar y al final nos hemos dado cuenta de que no hay un taco, ni un gesto feo. Es compatible incluso para un público infantil", asegura Fernández.
Reflexión
Bajo el disfraz de la comedia, la pareja de actores desliza una reflexión. "Al final, la historia la escribe la gente. Una cosa es lo que se queda en los libros, que es la historia de los poderosos, pero los que crean la narración son los pueblos, la gente normal. Tú te puedes preguntar: ¿Yo qué pinto en la historia? Pues sí, pintas, y mucho. Hoy, por ejemplo, se vota", explica.
¿Y qué han descubierto escribiendo este texto acerca de la idiosincrasia almeriense? "Me llama la atención la resiliencia de este pueblo. Hay periodos de la historia en los que Almería ha sido absolutamente abandonada. Ahora nos quejamos de falta de infraestructuras, pero ha sido un problema de siempre: los romanos mejoraron un poco la historia de las comunicaciones y desde entonces, muy poquito. Cuando se descubrió América, esto se quedó vacío, todo el mundo se fue a Sevilla. Pero hay época gloriosas de un esplendor que desconocemos", proclaman.
Además, el montaje también se engarza en la historia personal del dúo. "Con la obra hemos vuelto al mismo escenario en el que estrenamos nuestra primera obra juntos hace 31 años. Es emocionante regresar a estas tablas más maduritos, con más pereza por el ejercicio físico de tener que cambiarte once veces (risas), pero con toda la ilusión".
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