Organizar encuentros entre artistas debería ser algo frecuente en el quehacer de las galerías, los museos y las instituciones culturales almerienses. El arte se ha nutrido siempre del diálogo entre creadores, de la misma o de distintas disciplinas artísticas. Esos encuentros, sin embargo, deben aspirar a ser memorables, de lo contrario el interés que suscitan es nulo y solo sirven de relleno de dudosas programaciones. Hasta el 22 de abril pueden ver en la galería Arte 21, en la calle Las Tiendas, una exposición cuyo título, precisamente, 'Encuentros memorables' reúne pintura, escultura y fotografía, de diez artistas, en un encuentro de esos que por su interés quedará durante mucho tiempo en la memoria.
La mayoría de los autores, seleccionados por Jordi Garriga que junto a Azucena Bretón dirige la Galería, son almerienses: Abraham Lacalle, Paco de la Torre, Lola Valls, Lola Berenguer, Rafael Pérez Cortés y Francisco Carreño. Y los que no lo son de nacimiento han establecido vínculos personales y afectivos duraderos con esta tierra. Es el caso de Javier Huecas (Barcelona), pintor y escultor, de padre almeriense, llegó a nuestra ciudad cuando era poco más que un adolescente y aquí ha hecho su vida dedicándose a la enseñanza y sobre todo a pintar. Isla Romaní (pseudónimo de Isabel Esteva (Barcelona) vive, sueña y trabaja en un cortijo en Níjar desde finales de los años 80; Pepa Satué (Sevilla) profesora de Instituto en El Ejido y en la Escuela de Arte, tan almeriense ya como sevillana, y por último, Patricio Cabrera (Sevilla) también profesor, allá por los 80 en un instituto del norte de la provincia, Tíjola, y tras un paréntesis viajero por distintos países de nuevo recala a finales de los 90, durante varios cursos, en un instituto de El Ejido.
Sin más preámbulo, les diré que uno de nuestros artistas más reconocidos por la crítica es Abraham Lacalle. Expone en la galería Marlborough y ha desarrollado su actividad artística entre Sevilla y Madrid aunque regresa todos los veranos a su querido Rodalquilar. Rastrear las huellas almerienses en su imaginario pictórico es tarea fácil. Un grabado, de buen formato, lo representa en esta exposición. Pertenece a su última etapa iniciada hace una década, cuando se alejó de aquella visión de “espejo roto en el que la obra parece construida con indicios, residuos, sedimentos” para reivindicar una pintura más expresionista y figurativa. El paisaje, y el bosque en particular, es el tema central de esta nueva etapa, porque en el paisaje afirma el artista: “hay una ciencia del pensar”.
La abstracción constituye el hilo conductor del trabajo de tres extraordinarias pintoras que muestran su obra en estos Encuentros: Lola Valls, Lola Berenguer y Pepa Satué. La obra de Lola Valls se fundamenta en el estudio del color, la luz modulando el tono y la intensidad cromática. Campos de color de un lirismo introspectivo, que a veces sugiere un paisaje velado, evocador.
Por el contrario, la artista Lola Berenguer define la composición de sus cuadros mediante formas y figuras geométricas, básicas y esenciales. A veces con trama añadida como el cuadro de gran formato que presenta en esta exposición,Commintment de una pulcritud formal, luminosa, casi lúdica, fruto de una madurez que resalta sus conocidas virtudes. Una pintora de búsquedas, de anhelos, que sabe que el arte es una aventura que implica riesgo, y lo asume en cada una de sus propuestas.
La credencial de Pepa Satué para estos Encuentros es una obra que habla por sí sola. Una abstracción con rúbrica personal, diría que inconfundible, en la que la geometría alcanza a convertirse también en otro arte del pensar. Contemplando su pintura siempre me acuerdo de su admirado Palazuelo por la importancia que tiene la línea para ambos. La línea como origen del sueño que construye figuras en el espacio, y el volumen como el resultado de una indagación fundamentada en la experimentación. El resultado es de una exactitud y elegancia sorprendentes. Una autora que igualmente vive un momento de esplendor creativo.
La obra seleccionada de Patricio Cabrera, un conjunto de 4 piezas, acrílicos sobre papel, resulta el perfecto contrapunto a esas abstracciones comentadas anteriormente. Tuve la oportunidad de ver sus dos últimas exposiciones: 'Aquí hay dragones', en 2016, en la Casa de la provincia de Sevilla y en 2022 'El labrador y el astronauta' en el CAC de Málaga. Ambas me sorprendieron por el mundo maravillado de un pintor de imaginación y mano prodigiosa para trasladar a las telas cuanto la imaginación es capaz de discurrir, con un excelente dibujo y una gran intensidad cromática. De un tema muy suyo, la naturaleza, es la obra 'Dicen las plantas', elegida para estos Encuentros, donde transforma cosas tan comunes como unas hortalizas en algo mágico, imágenes que remiten a un campo almeriense que conoció Patricio durante esos años vividos en El Ejido.
Amigo de Patricio, y de su misma promoción en la facultad de Bellas Artes, es Javier Huecas (Pepa Satué también fue compañera de ambos). Huecas es un artista clave, uno de los referentes de la actual pintura almeriense, por su compromiso con esa difícil labor que concierne al artista. Su iniciativa de pintar al natural los paisajes de la sierra de Filabres impulsó el nacimiento y la continuidad del grupo Aulago, una de las iniciativas artísticas más interesantes de las últimas décadas en Almería. Además de pintor, y dibujante, Huecas es también escultor. Ha creado con sus esculturas un friso crítico, e irónico, de la condición humana, utilizando solo barro refractario, un material humilde que moldea con la gracia de un observador visionario. Las 3 piezas seleccionadas para esta exposición miran de reojo a los visitantes, los observan a pesar de su aparente ensimismamiento.
Un antiguo alumno de Javier Huecas, de su época de instituto, es el inquieto viajero Francisco Carreño que en una línea creativa paralela a su reciente exposición en la galería granadina de Ceferino Navarro, 'Mirar Sierra Nevada', presenta el tríptico 'El paisaje y la montaña'. Carreño es un artista seducido por la vieja supremacía de la naturaleza, una pintura que se mira en los espejos del romanticismo, en la inmensidad del paisaje.
Muy distinto a ese paisaje es el de Paco de la Torre, un gran lienzo, entre surrealista y metafísico, de un artista cuya pasión por Almería hace más corta la distancia que hay entre Valencia, la ciudad donde vive y trabaja, y Almería. Descubro en esta pintura, en esas líneas ondulantes formas que me recuerdan las dunas de la costa, las olas del mar, o a esas montañas desnudas, o construcciones con acento almeriense, recuerdos que quedan para siempre en el inconsciente, y siguen viéndose, oyéndose, degustándose… Esa misma pasión lo ha llevado a estudiar las obras del arquitecto racionalista Guillermo Langle o a un artista polifacético como Robles Cabrera. Hoango ha sido su última incursión en el relato de una Almería aún por escribir, la de los años 70, cuando llega el turismo de playa, las discotecas y un urbanismo dislocado que deja entre otras sombras las del Paseo Marítimo. El misterio que rodea el Hoango, mucho más que una simple sala de fiestas, enciende la mecha imaginativa de este pintor.
La presencia en estos Encuentros memorables de Isla Romaní con su cuadro 'Lluvia', un temple sobre tela, delicada marina cuya atmósfera invita a la contemplación íntima, más allá del bullicio de una galería de arte, viene a paliar algo la ausencia de una artista a la que nos gustaría ver más a menudo. Su aparición en las galerías barcelonesas durante la década de los 80 fue toda una revelación. En la mítica Sala Dalmau, compartió cartel con los grandes de la pintura catalana con una obra de esencias mediterráneas, de trazo figurativo, y tema carpediano. En esta 'Lluvia' de ahora hay mucho de la delicada melodía que produce la lluvia sobre el mar, y de melancolía.
La fotografía reclama desde hace años un papel relevante en el mundo del arte, por eso en unos Encuentros como éstos debe ser igualmente protagonista. Conocedor de la técnica por su condición de profesor de la facultad de bellas artes de Sevilla, el almeriense Rafael Pérez Cortés es el autor de dos imágenes que pertenecen al proyecto Still life donde color y sensibilidad pulsan por mostrar la esencia contradictoria de nuestra sociedad. Barro y tecnología, lo antiguo y lo nuevo, bajo el criterio de lo esencial, despojando el decorado de cualquier ruido o interferencia visual, y con ese toque que remite a lo cinematográfico, a mí me recuerdan los ambientes de Kieślowski, y con la delicadeza de lo oriental, la belleza de lo más pequeño.
Como pueden ustedes deducir una exposición abierta a diferentes miradas, y maneras de expresarse, y de entender la creación como reto, como espacio de indagación, y conocimiento, más allá de la búsqueda de la belleza, aquel viejo anhelo que necesita sin embargo ser permanentemente renovado.
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