Todo el mundo conoce a Pablo en Almería. Ese hombre con el don de la ubicuidad, de entusiasmo desbordante y ánimo infatigable. Habla en presente de Mozart, tal es su entusiasmo hacia el músico austríaco, toca el piano de forma virtuosa como el que no está haciendo nada y dice que, a sus 43 años, le queda todo por hacer.
Ahora que Clasijazz es mayor de edad y cumple 20 años, ¿cuál es su balance?
Mira, yo creo que estoy en la tierra para unir personas, ese es mi objetivo. Ese círculo alrededor del concierto: eso no ha cambiado durante este tiempo y es lo más importante. Hay gente a la que esto le ha ayudado en su vida personal. Ese es el verdadero valor que trasciende más allá de lo cultural, ese concepto de comunidad y de que nadie es más que nadie.
Su foto de perfil es usted caracterizado de Mozart, ¿es su referente absoluto?
Sí, a diferencia de por ejemplo Bach, que ha sido más relacionado con la divinidad, que parece que viene de Dios como él mismo decía, Mozart ha sido una persona muy mundana, me gusta tanto porque en su corta vida hizo tantísimo, y cómo transmitía sus emociones. Refleja en su música todo lo que le ha ido pasando y por eso también me gusta el jazz, porque es un reflejo, te permite a través de la improvisación transmitir tus estados, es una radiografía de como estás.
¿Ha llorado en el escenario?
Sí, soy muy llorica, muchísimas veces. Por mucho estrés que lleve y muchas cosas, el momento de sentarse ahí a tocar no tiene nombre, traspasa. Sobre todo con público, la comunicación, siempre me ha motivado el directo. Ya no escucho casi música en reproductor, vemos tantos conciertos aquí que prefiero siempre el directo.
Acaban de crear con inteligencia artificial un tema viral con las voces de dos famosos artistas. ¿Tiene miedo de que sea una constante a partir de ahora?
Por eso me aferro cada vez más al directo, es de las únicas cosas que un ordenador no puede hacer, no ha vivido lo que tú, no puede improvisar tus sentimientos y estado de ánimo.
Han creado ustedes un sello.
Educación musical a partir del directo, de la vivencia, ese es el sello. Lo que no puede ser es que haya millones de personas relacionadas con la música y no acudan a conciertos. Es tantísimo lo que se aprende en un concierto que queremos difundirlo, es como una clase magistral.
¿Cómo consiguen que vengan a tocar a este rinconcito del Levante español grandísimas figuras del jazz que no van a grandes ciudades?
A veces es que nos olvidamos de que son personas. Lo bueno de estos géneros es que no son como los comerciales, en el que no puedes hablar con el rapero de moda. He podido contactar con ídolos, he mandado cartas donde he expresado mis sentimientos a un representante o al artista directamente y ha llegado, ha venido. Hay algún lado todavía que permite llegar a ellos.
¿Desmiente el jazz el ego de las súper estrellas?
Sobre todo las leyendas antiguas que han vivido tiempos tan malos de racismo por ejemplo, vienen muy de vuelta de todo eso y son muy agradecidos. Más que de música he aprendido del ser humano que ha vivido muchísimo. En el mundo del jazz es normal que alguien lleve tocando 70 años, con 94 años viene este año de nuevo por ejemplo Sheyla Jordan. Ellos tocan casi a diario y no quieren homenajes. En otros mundos más comerciales se magnifica más lo de los aniversarios o retiradas, pero en el mundo del jazz es algo normal, mueren tocando.
¿Qué disco se llevaría a algún sitio remoto de un futuro distópico?
Yo me llevaría algo de Brad Mehldau, que es mi ídolo y el que más me ha movido quizás los sentimientos, pero también podría ser algo de Brahms o Mozart. Creo que sería The Art of the Trio, de Brad Mehldau que me cambió la vida, esos cinco discos eran un salto al abismo.
Un sueño.
Que la gente disfrute tanto como yo, como el público de Clasijazz, que descubran la música en directo y que la haga parte de su día a día. Que haya muchos tipos de locales como Clasijazz, tantos como peñas de fútbol. Creemos que una posibilidad de paz pasa por aquí, por sitios como este, de entendimiento, donde nunca hay problemas y todo es positivo. Mi sueño es que sitios como este unan a las personas a través del arte.
¿Le obsesiona alguna idea últimamente ?
Estoy muy con la idea de residencias artísticas en la naturaleza, y con la interdisciplinariedad, artistas, científicos, que todos se relacionen en un espacio natural para crear cosas más potentes para la humanidad, unir todos esos tipos de conocimiento, algo renacentista, unir artes y ciencias a través de esas residencias.
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