Su nombre es Francisco García García (12/7/1968), aunque todo el mundo le conoce como Paco Molina. Un almeriense que nació en casa, en Cuevas de Los Medinas, y que ha tenido una vida llena de momentos, pero el actual llega especialmente al corazón.
Terminó los estudios en 1988 y cuando iba a hacer Ingeniería a Tarragona le llamaron para hacer un cursillo de telecomunicaciones y con solo veinte años comenzó a trabajar para Telefónica, primero en Barcelona y luego en Madrid. Desde 2011 vive en la capital de España junto a su mujer Mónica Calle Blanco.
Se conocieron hace justo una década y el 24 de junio de 2016 se casaron en San José. Paco y Mónica se dieron el “sí quiero” para disfrutar de la vida, de la familia, del día a día, en definitiva, transmitir felicidad a los que les rodean.
Paco Molina tiene cinco hijos: Virginia (24 años), Xavi (16), Ángela (13), Leonor (5), y Paquito (4). Todos los fines de semana ven al Atlético de Madrid en el Metropolitano, pero el equipo de su alma es el Almería. Cada vez que pueden se escapan para pasar un tiempo en El Toyo-Retamar con la familia y los amigos de siempre.
Pero la historia de Paco va mucho más allá de ser la de un almeriense que hizo las maletas por motivos laborales porque desde agosto de 2022 decidió, junto a su mujer y el resto de la familia, dar un paso adelante y ayudar a los niños que están sufriendo la dura guerra entre Rusia y Ucrania.
Todo comienza cuando un amigo de la Policía, Ramón, y otros compañeros de profesión, fletaron un autocar para ir desde Almería a Ucrania para ayudar a los más necesitados. “Una vecina me llamó y me dijo que había dos niños necesitaban una familia y no dudamos en acogerlos”, comenta Paco Molina emocionado a LA VOZ y Cadena SER.
La llamada
Le sonó el teléfono. “Paco, hay casi cien pequeños que van a España pero hay dos que necesitan una familia”, le explicó Ramón. En ese instante, Paco y su mujer, Mónica, abrieron las puertas de casa a Ruslan Rubin. Llegó a Madrid el 3 de septiembre de 2022 y todavía se emocionan en casa cuando ven la foto en la Estación de Atocha.
“En principio se tiene que quedar con nosotros hasta junio. Estamos en contacto permanente con sus padres, que siguen en Ucrania, y lo más probable es que siga aquí. Ya tiene el NIE para dos años en España”, refleja .
Feliz
Ruslan tiene 9 años, va al Colegio cada mañana y en la urbanización donde vive aprovecha sus ratos libres para jugar al fútbol. “Le encanta. Todos los fines de semana vemos los partidos de la UD Almería y del Atlético de Madrid, pero en casa somos del Almería siempre”, dice.
Para comprender el miedo que pasan cientos y miles de niños y niñas en Ucrania con esta guerra basta con atender lo que cuenta Paco Molina: “Hasta hace muy poco dormía en su habitación con la lamparita encendida y cuando ha habido noches de tormenta se despertaba pensando que eran bombas. A veces nuestra mente no puede llegar a analizar lo mal que lo están pasando en ese país”.
Hermana
Esta preciosa historia no acaba aquí. Ruslan tiene una hermana, Kateryna Rubina, de 15 años, que está viviendo también en Madrid con los suegros de Paco Molina: Andrés Calle Rincón y Beni Blanco. “Todos los viernes cuando salen del colegio vienen a casa y nos juntamos para comer. Están muy contentos en España, ella incluso practica voleibol y ha hecho amigos muy rápido”, señala Paco.
Ruslan y Kateryna hablan continuamente con sus padres, Alexander y Natalia, que intentan llevar como pueden el temor de la guerra en su ciudad, Chernígov, a solo 142 kilómetros de la capital, Kiev. Hace muy poco explotó una bomba en Ucrania muy cerca del colegio donde estudiaban los niños. Paco les ha comentado que vengan a España en cuanto puedan. Un corazón tan grande como Ucrania.
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