‘El amor de Andrea’, la nueva película del cineasta almeriense Manuel Martín Cuenca, ya vuela sola. El filme, un drama sobre una joven de 15 años que intenta recuperar la relación con un padre ausente, tuvo este lunes su estreno mundial en la sección oficial de la 68ª Semana Internacional de Cine de Valladolid (Seminci), donde compite por la Espiga de Oro.
“El cine de escuadra y cartabón a mí no me interesa”, expresó Martín Cuenca en un Salón de los Espejos abarrotado de medios y espectadores, recoge la web de la Seminci.
De hecho, en el que es su séptimo largometraje de ficción, el director de ‘Caníbal’ quiere dar comienzo a una “nueva etapa” que espera que sea “fructífera”, ha expresado en relación a ‘El amor de Andrea’.
El filme, que llegará a las salas comerciales el 24 de noviembre, se rodó en orden cronológico y con un reparto de jóvenes y niños que descubría el guion día a día y que no tenían experiencia frente a las cámaras.
“Es una película de esencia naturalista, despojada de todo ornamento, mucho más luminosa que sus anteriores trabajos y localizada en la Bahía de Cádiz”, apuntan desde el festival vallisoletano.
“Hay algo fundamental en los jóvenes que tiene que ver con el afecto, con la búsqueda de afecto”, apuntó el siete veces nominado al Goya que en esta película busca huir del costumbrismo y del drama más seco para acompañar la historia de “vida”, “sonrisas” y “ganas de vivir”.
“El cine es muy físico”
En la rueda de prensa, acompañado por el productor Gonzalo Salazar-Simpson, la coguionista Lola Mayo, la actriz Lupe Mateo Barredo (la Andrea del título, en un papel que ha recibido el aplauso de la crítica) y el músico Guille Galván, de Vetusta Morla (responsables, como en ‘La hija’, de la banda sonora), Martín Cuenca habló sobre la búsqueda de actores, un proceso que se alargó durante un año y en el que vieron a 5.000 aspirantes. “El cine es muy físico, está hecho de piel”, dijo, además de expresar que su interés no pasa por los actores ni las actrices, sino por “las personas que hay detrás”.
“Comparto con Manuel esa preocupación por lo que es la familia y los niños”, expuso por su parte Lola Mayo, quien apuntó que la película quería representar a los pequeños “de forma horizontal: no como futuros ciudadanos, sino como actuales personas”.
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