Hacia ya bastantes días que la entradas se habían agotado para ver a Raule presentar su Limbo Tour en la Sala Berlín Social Club de la capital almeriense y la algo más de una hora que duró el concierto del jerezano dejó claro el por qué del 'sold out'.
Desde las 22:00, cuando se abrieron las puertas, ya había decenas de personas haciendo cola para hacerse con un sitio en la sala de conciertos que hace posible disfrutar de la música en directo, algo a veces complicado en Almería, y cuando dieron las 23:00 y empezaron a sonar los primeros acordes ya no había sitio libre para disfrutar de una actuación que es como una buena historia, pues tiene de todo: diversión, mucho arte, risas (las que pone el artista con su gracia jerezana) momentos para el romanticismo y el amor y, sobre todo, mucha mucha música.
Con sus grandes temas como “Mi canija”, “Se va” o “Mis demonios” arrancó una actuación que duró algo más de una hora y en la que solo los camareros y los de seguridad se pudieron reprimir las ganas de bailar, gritar y hacer palmas para seguir los ritmos flamencos con un aire fresco y desenfadado que hace a cualquiera olvidarse de lo malo para embriagarse de fiesta y felicidad.
Y es que Raule no solo es música, también es una conexión especial con su público en el que lo mismo hay jóvenes de 18 años que parejas que aprovechan para besarse y mirarse mientras suena “Yo quiero una vida contigo” o ya más entrados en edad que se sueltan a gritarle piropos cual grupi.
Ya estuvo Raule hace algo más de un año en la misma Sala Berlin dejando un gran concierto y repitió en el Cooltural Fest, aunque el de anoche, el antepenúltimo de su gira, fue un tanto especial porque despedía el año que ha catapultado a la fama musical a un jerezano que embriaga a cualquiera con su buen rollo y que toca “la patata” con canciones como 'Avi', la que dedica a su hijo y que dejó a más de uno a punto de la lagrima.
Después de algo más de una hora en la que no faltaron éxitos como 'Cruje la cama' o 'Colega Antibalas' prometió volver con su nuevo disco, que verá la luz en febrero, y tanto él como los almeriense saben que la ciudad será de nuevo una parada obligatoria.
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