La fuerza del nacimiento: el valor terapéutico del Belén de Lola Pérez

Recrear un inmenso pesebre en el salón de su casa le ayudó a superar una grave enfermedad

Lola Pérez en el salón de su casa, lugar donde ha desplegado este gran Belén  artesanal de tres alturas.
Lola Pérez en el salón de su casa, lugar donde ha desplegado este gran Belén artesanal de tres alturas. Víctor Navarro
Víctor Navarro
19:38 • 30 dic. 2023

Los belenes, lejos de ser simples representaciones religiosas, encierran consigo una carga cultural significativa que impregna los territorios en torno a la Navidad. Esta arraigada tradición no solo une a comunidades y familias, sino que también evoca tiempos remotos y rinde homenaje a un nacimiento. La pregunta sobre el "¿Cuál?" y el "¿De quién?" se convierte en una cuestión de concepción social o espiritual, donde algunos los asocian con el nacimiento de Jesús, mientras que otros los ve como un símbolo del renacer de una infancia que se desvaneció. Incluso, si consultáramos al emperador Aureliano (214-275 d.C.), podríamos escucharle hablar acerca del renacimiento del 'Sol Invictus'.



La misma palabra 'navidad' añade profundidad al significado, ya que se traduce literalmente como "nacimiento". Para Lola Pérez, una vecina de 65 años del barrio de las 500 viviendas, la colocación de un Belén en el salón de su casa va más allá de la conmemoración del nacimiento de un posible niño llamado Jesús. Para ella, el Belén simboliza el nacimiento de ella misma, una conexión terapéutica con su propia salud.



Entrar en el domicilio de Lola Pérez es encontrarse un Belén de grandes dimensiones en el lugar donde a lo largo del año existe un salón recibidor. Más de un centenar de figuras se disponen sobre un escenario en forma de U que recorre todo el perímetro de la sala. Ocultando muebles y paredes sirve como base para las plataformas que sustentan tres niveles de altura en la que se alza este Belén domestico que podría pasar por uno de exhibición.









Lectora infatigable, Lola Pérez siempre había sido una aficionada al belenismo, pero no a una escala tan colosal como el ejemplar que descansa desde finales de noviembre en su salón. "Me he animado a hacerlo tan grande porque me pregunté si sería el último Belén que podría montar". Esta reflexión se la hizo la mujer tras haber combatido una grave enfermedad de la que ha conseguido sanarse. Un renacimiento conseguido con sesiones de radioterapia y de otra terapia que curó el ánimo de Lola, la elaboración de figuras y escenografía. "Cuando regresaba a casa del hospital me subía a la escalera para empapelar las paredes de espuma de poliuretano para crear las cuevas y las montañas".



Un Belén hecho a mano y animado pieza a pieza



El Belén de esta vecina de la Avenida Madrid está construido íntegramente por ella, con una salvedad, las piezas que su mano no ha moldeado, pintado y vestido pertenecieron a otras dos mujeres importantes en la vida de Lola Pérez. Su madre y su abuela. Así conviven figuras de manufactura actual con otras que superan un siglo de vida.


Además, otra particularidad de este Belén doméstico es su viveza. Es imposible mirar hacia sus rincones y no encontrar algún elemento en constante movimiento, posiblemente un 80% del montaje. "Dar vida a la naturaleza y a las figuras es un trabajo conjunto entre mi hijo Ángel y yo" explica Lola Pérez mientras señala al último personaje de su creación: el borracho. "Éste, como podrás ver, tiene los alambres y el mecanismo de movimiento al aire, para que se pueda ver que está hecho a mano, como hemos podido. Es rústico." Ríe divertida Lola.


La belenista aficionada relata que es cierto que sus montajes han ido creciendo con los años, pero nunca hasta estas dimensiones, y que para concebir ideas, diseños y recopilar materiales y herramientas decidió que entre Belén y Belén había que dejar intervalos de 4 o 5 años sin ensamblarlo. Pero enfrentarse a la enfermedad impulsó su espíritu combativo de superación, y después de haber completado el lustro de barbecho sin Belén familiar, tomó la determinación de crear la recreación belenística más grande posible. Todo el espacio de habitable de su salón. Lola bromea con la situación que su obra ha creado entre sus vecinos. "Me han pedido venir a verlo, y preguntado por qué no lo exhibo. Así que me animé y puse un cartel en el portal, pero no ha subido nadie".


Contemplar el Belén de Lola Pérez conociendo los 'pesados muebles' que guarda detrás de sí y mirar el afable rostro de su creadora que ha llevado la carga a sus espaldas, genera otro nacimiento; el de la esperanza de que tras 5 años de descanso belenístico, esta almeriense coloque la última figura en la Navidad de 2027 y se diga así misma: "Fue el más grande, pero no fue el último".


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