Claudio Cerdán es un conocido escritor de novela negra, murciano (Yecla, 1981) que vive en Almería desde hace tres años por avatares del destino, y que tras seis años sin publicar, llega de nuevo a las librerías para presentar su nueva novela, ‘El hombre sin rostro’. En ella ha tirado de lo más cercano, Murcia, y esos días de calima que vivimos también en Almería con una sensación de ahogo y una pareja con la que también ya había trabajado, Roberto e Inés.
Estuve trabajando para ‘ABC’ en el juicio de Ana Julia Quezada, que tristemente la conocéis muy bien aquí en Almería, y lo que viví en esa sala de juicio, yo que no soy periodista, a mí me impactó mucho. Hacía unas pequeñas crónicas para el ‘ABC’, pero eran más literarias. Y yo sabía que eso me lo tenía que quitar de encima de alguna manera. Esas pesadillas las tenía que plasmar en algún lugar. Y ahí es un poco donde salió el germen de ‘El hombre sin rostro’.
En este libro aparece un niño que lleva tiempo desaparecido y dice que un hombre sin rostro, un hombre que no tiene cara, lo tenía retenido junto a otros niños. Y a partir de ahí se inicia una investigación de la pareja protagonista que, a su vez, sufrió la desaparición de un niño hace tiempo. Y, claro, esa pareja que ve que aparece otro niño comienza a trabajar en el caso.
Es que yo creo que ahí viene el temor, es una novela negra que tiene pinceladas de terror, entonces, ¿cuál es el terror para un adulto? De hecho, se nos dice que el miedo hay que perderlo para atreverse, que el miedo es la peor emoción que se puede sentir. Pero realmente el miedo es una emoción. Yo voy a tener miedo siempre por mis hijos, aunque tengan 40 años. Siempre voy a tener miedo por mi hijo. Eso ya llega implícito en mí. Entonces a la hora de escribirlo pues sí que fue de alguna manera duro porque me estaba metiendo mucho en la piel de esos padres que están sufriendo, no saben si su hijo desaparecido ha corrido la misma suerte que parece tener el chico que aparece.
Yo creo que todos los escritores tenemos unas lecturas pendientes. Yo había oído hablar mucho de Victor Hugo, estuve incluso en una casa de veraneo que tenía en el norte. Era un hombre que de vez en cuando me salía y me llamaba mucho la atención. Y su novela ‘El hombre que ríe’ me llenaba poderosamente la atención porque ahí, por ejemplo, se inspiraron para crear al Joker. Entonces yo digo, ¿qué relación puede haber entre un libro de hace 150 años, 200, con el Joker, que es una figura pop que ha trascendido, y se ha convertido en un icono? Así que, me puse a leerlo y me sobrecogió sobre todo el principio, porque luego la novela habla de la política, de los lores de entonces, pero el principio es aterrador. Él te presenta a una mafia que se llama ‘Los Comprachicos’, que se dedicaban a llevarse niños, los deformaban y luego los vendían como mendigos o como monstruitos de feria y me parecía aterrador.
Entonces yo me pregunté si esa idea que tuvo Víctor Hugo hace 150 años se podría trasladar a la realidad actual. Si un psicópata se inspirase en eso para cometer sus crímenes sería igual de aterradora. Entonces ahí, digamos, es por donde empieza mi novela, ‘El hombre sin rostro’, que como ves también le coge un poquito del título Víctor Hugo.
La pareja protagonista aparecía en una novela previa que tenía, que esto no es ni continuación ni mucho menos, pero a la hora de crear unos padres que habían sufrido la desaparición de un niño, me di cuenta de que ya los tenía creados. Entonces eso fue muy sencillo, fue trasladarlo y contar una historia completamente nueva, que no tiene nada que ver con la anterior, ni es continuación, ni es saga, ni nada por el estilo. Luego, una de las policías se llama Sara Segura, que es una amiga mía, entonces también fue muy cómodo el ponerle su cara y ponerle sus actitudes. Y lo que es súper divertido, es cuando conoces a un idiota y que te cae tan mal que dices, vale, te voy a poner en la novela y voy a disfrutar mucho lo que va a suceder después.
¿Cuál está siendo la reacción a la novela que está percibiendo desde que se publicara?
Estoy muy contento. El libro tiene tres fases. La primera, que cuentas el argumento y dices, “uy, esto parece duro de leer”. La segunda, cuando lo estás leyendo, que me han dicho que es un pasapáginas, que es frenética, que es completamente adictiva.
Es una novela que se lee en dos o tres días. Estamos hablando de que tiene 400 páginas, pero muy rápida de leer. Y luego la tercera fase es cuando se la han leído, que entonces empiezan a mandar un montón de preguntas por redes. Pero esto cómo es, cómo se te ocurrió esto, cómo sucedió esto otro.
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