El incidente de las bombas de Palomares, el accidente nuclear que bien pudo haber borrado a Almería (y parte de Andalucía) del mapa en 1966, nunca ha dejado de estar de actualidad. 58 años después, las tierras contaminadas por radiactividad en esta pedanía de Cuevas del Almanzora aún no se han limpiado. El episodio continúa despertando el interés de historiadores e investigadores: ahí están, por ejemplo, los trabajos del cámara almeriense José Herrera Plaza, uno de los grandes expertos en la materia (escribió y dirigió en 2007 el largometraje documental ‘Operación Flecha Rota’ y es autor de dos libros sobre el incidente), y la docuserie ‘Palomares. Días de playa y plutonio’ estrenada por Movistar Plus+ en 2021.
La colisión entre dos aviones del ejército norteamericano que provocó la caída de cuatro bombas atómicas ha sido asimismo semilla de ficciones: en el cine (los cortos ‘Palomares vive. El terror bajo las aguas’, de Emilio Pérez y Emilio León, y ‘Enero del 66’, de Javier García Parra; incluso Buñuel se planteó llevarlo a la pantalla), en el teatro (‘Palomares. La playa de Plutón’, de Julio Béjar) y, ahora, en el cómic. Un capítulo de nuestra historia que acaba de revivir en viñetas de la mano de uno de los personajes clásicos del cómic europeo: Guy Lefranc.
‘Bombes H sur Almeria’ (Casterman) vio la luz en el mercado francobelga el pasado mes de marzo. Es el álbum número 35 de las andanzas de este periodista, creado en 1952 por Jacques Martin, mítico historietista galo fallecido en 2010. Una aventura que parte del incidente real de Palomares (su título y su portada no pueden ser más gráficos), aunque introduciendo varias licencias. De ahí que el guionista, Roger Seiter, sitúe la acción tres años antes, en 1963, y en las localidades de Garrucha y Mojácar en lugar de Cuevas del Almanzora. Régric se encarga del dibujo, con esa característica y reconocible línea clara que tiene a su principal referente en Hergé, el padre de Tintín, con quien Lefranc guarda ciertos paralelismos.
Quién es Lefranc
Al igual que el belga del tupé rebelde y los pantalones bombachos, el héroe de Jacques Martin también es rubio, ejerce el periodismo y recorre el mundo escribiendo para el ‘Globe’. Sin embargo, el tono, sin ser solemne, no es tan cómico como el de Tintín. “Sus aventuras, ambientadas en los años 50, son muy dinámicas y siempre en un contexto histórico, con varias referencias al peligro atómico en algunos álbumes”, cuenta el dibujante Miguel Arranz, que destaca la “perfección” del trazo, “muy de la escuela francobelga”.
“Es una especie de Tintín que surgió hace años, pero que han continuado editando. Este álbum es nuevo y no está publicado aún en España”, apuntaba en la red social X @DiegoluisCL al poco de aparecer ‘Bombes H sur Almeria’. Y así es: en la actualidad es Trilita el sello que edita en nuestro país los cómics de Lefranc. El último que salió en España, en junio de 2023, fue el número 32, titulado ‘Los jueces justos’. Sin embargo, quizás por la cercanía del tema, este volumen podría llegar antes de lo previsto, entre julio y septiembre de este año, indican fuentes de la editorial.
Qué cuenta este cómic
A lo largo de sus setenta años de vida, Lefranc ha viajado por todo el planeta: de Noruega al Sáhara, de Canadá a Camboya, de los Andes a la URSS, de Japón a Hollywood, de Cuba a la Antártida, de la Isla de Pascua a Almería. La amenaza terrorista, desde megalómanos villanos a organizaciones religiosas extremistas, y el temor a la bomba atómica con el telón de fondo de la Guerra Fría, son temas recurrentes. En ocasiones, con incursiones en los territorios de la ciencia ficción: en ‘El niño Stalin’, por ejemplo, los soviéticos clonan el ADN del dictador.
En ‘Bombes H sur Almeria’, Lefranc se desplaza a España durante la primavera de 1963. Lo hace tras saber por boca de Ernest Hemingway, al que conoció cuando lo entrevistó en La Habana, que su tío, Antoine Lefranc, no había muerto como él creía en 1938 mientras combatía en la Guerra Civil con las Brigadas Internacionales: falleció en 1946 refugiado en el levante almeriense, donde dejó una viuda, Inés de la Cerna (sic.), y una hija, Soledad.
Es precisamente durante esta visita (en la que el protagonista conocerá el indalo y disfrutará de una zarzuela de pescado y marisco) cuando dos aviones estadounidenses chocarán en pleno vuelo y dejarán caer cuatro bombas H. Una, desaparecida en el mar, será buscada contrarreloj por el ejército norteamericano y por pescadores sin escrúpulos. Y Lefranc, claro, hará algo más que cubrir el incidente para su periódico.
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