Del jugador del Barcelona y el Almería a ‘El pintor del Indalo’

La otra cara de Ángel Sanz Ortiz

Ángel Sanz Ortiz, con una de sus obras.
Ángel Sanz Ortiz, con una de sus obras. La Voz
José Ángel Pérez
08:53 • 03 jun. 2024

Ejemplar es el cariño que siente por Almería este ex guardameta catalán, Ángel Sanz Ortiz. Enamorado de nuestra tierra como lo refleja su arte pictórico a través del colorido de su pintura en la figura del Indalo. Desde que llegó a Almería hace 48 años en la temporada 1976-77 fichado para jugar en el equipo rojiblanco militando en Tercera División, la luz de Almería le inspiró su pasión por nuestro emblemático escudo. Su amor al Indalo y a Almería se lo inculcó una joven almeriense con la que contrajo matrimonio y que desgraciadamente ya no se encuentra entre nosotros. Ángel Sanz nació el 17 de junio de 1951 en la barriada barcelonesa de Las Glorias. Desde infantil y estando en el colegio tuvo claro que quería ser portero defendiendo los colores del equipo de su barrio, el Dos de Mayo, con ocho años.



¿A usted en esos años la pintura entraba en sus planes de futuro?
Desde muy pequeño me atraía el dibujo y la pintura y ya de adolescente empecé a visitar casi todos los días las galerías de arte de Barcelona y fíjese que mi primera exposición la hice con solo 14 años en el Niu del Guerer de Barcelona.



Pero lo suyo era alcanzar la gloria con el fútbol, ¿no?
La verdad es que todo fue muy rápido. Apenas con 15 años siendo juvenil en la temporada 1966 se fijan en mí en Can Barça y allí bajo la disciplina azulgrana estuve cinco años en La Masía. No fue fácil, ya que había guardametas de mucho nivel y tuve que tomar una decisión.



Y la oferta le llegó desde Sarriá en 1970 para incorporarse al Español con ficha de profesional.
El equipo blanquiazul me fichó militando el equipo en Primera y para foguearme fui cedido al San Andrés que estaba en Segunda. Pasaba el tiempo y las cosas no se presentaban muy claras y más adelante opté por probar fortuna en la categoría de Bronce jugando en el Badalona, Orihuela y San Fernando, desde donde me vengo al Almería para definitivamente colgar las botas en el Sporting Mahonés.



Tranquilo bajo los palos y decidido en las salidas, sus ídolos eran los míticos Miguel Reina y Arconada. Y tuvo grandes entrenadores, ¿no?



Gente de la categoría de Domingo Balmanya, José Emilio Santamaría, Ladislao Kubala o Ramallets. En 1968, cuando tenía 17 años, Salvador Artigas me reclamó para el primer equipo del Barcelona y jugar un amistoso en Lérida. También recuerdo un partido en San Siro ante el Milán, otro contra el Grasshopper, frente al Málaga en la Rosaleda en partido de la Copa del Rey y varios amistosos internacionales frente al Inter de Milán, Dinamo de Zagreb, Grasshopper, Liverpool, Manchester City, Ajax y Borussia Dortmund. 



Y como juvenil llegó también a vestir la camiseta de la selección española.



Disputé encuentros contra Francia, Rusia, Rumania e Israel y torneos internacionales fuera de España en Milán (Italia), San Remo (Italia) y Cannes (Francia).


Tras su última aventura como guardameta en las filas del Sporting Mahonés, usted regresa a Almería.

Mi mujer, ya fallecida, era de Almería. El gusanillo del fútbol pasó a un segundo plano y fue entonces cuando empiezo en serio a entregarme a la pintura y empiezo a exponer: Patio de Luces de la Diputación, Museo de Almería, Auditorio de Roquetas, Berja, etc. 


Y le bautizan como el pintor del Indalo. ¿Cómo surgió dedicarse casi en exclusiva a plasmar el símbolo de Almería? 

Ya en Barcelona, con una serie de amigos almerienses, observé la alegría y nostalgia que les producía ver el símbolo del Indalo en algunos artículos de regalo o en prendas de vestir y fue cuando realmente me planteé empezar a pintarlo.


¿Cuánto tiempo lleva dedicándose a la pintura?

Desde que estaba en el colegio con 8 o 9 años, ahí ya tenía inquietud por la pintura.


¿Y qué es para usted la pintura?

Si he de ser sincero, la pintura para mí lo es todo. Disfruto delante de un cuadro y me llena plenamente esta pasión a la que le dedico muchas horas.


¿Qué pretende transmitir con su pintura?

Pretendo simplemente comunicar con ella las sensaciones que vivo pintando y al finalizar el cuadro la esperanza que al público le llegue.


¿Cómo definiría su estilo?

La mejor definición es conseguir reflejar lo que la mente me va dictando y plasmarla con un cierto estilo surrealista mezclado con el realismo.


¿Dónde encuentra la inspiración para darle vida al Indalo y lo que le rodea?

En paisajes, marinas, pero sobre todo en la riqueza, la luz y el colorido de nuestra tierra.


¿Cuántos cuadros con la figura del Indalo lleva pintados?

No recuerdo bien, pero son bastantes. Varias decenas.


¿En cuántas exposiciones ha dado a conocer su trabajo?

He tenido la suerte y oportunidad de exponer en el Faro de Roquetas, la Galería de Trino Tortosa, el Museo de Almería, la Galería Alfareros de Diputación, en el Hotel Rodalquilar, Asociación Berjarte en Berja y en el Auditorio de Roquetas. 


¿De qué pintor le gusta aprender?

Aprender de todos, ya que cada uno de estos grandes artistas son de una enorme categoría y tienen su propia personalidad. Pero mi gran admiración es sin duda es Salvador Dalí.


¿A dónde iría primero si lo invitaran: a ver un partido de futbol o a visitar una exposición de pintura?

-No se me ha planteado esa duda, pero creo todo va en función de la etapa que nos va tocando vivir. No sé, aunque la razón me dice una cosa, el corazón me dice otra. Lo dejo en el aire, pero creo que le he dado pistas para ver cómo se inclina la balanza.


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