En la noche del viernes pasado concluyó el primer ciclo de propuestas escénicas y musicales del Museo del Realismo Contemporáneo de Almería (MUREC) que ha venido cosechando un notable éxito desde que comenzara a principios de julio. En esta última cita Cervantes, la picaresca y la literatura inmortal del Siglo de Oro se acomodaron perfectamente al atrio de este edificio que fue hospital y que ahora parece concebido para paliar los efectos de la ignorancia, que es una de las epidemias de este siglo.
La obra teatral ‘La pícara de Cervantes’ dio vida y milagros a un personaje poliédrico y multiplicado por la magia de la farsa a partir de referencias de los textos cervantinos y de las actrices de la época, así como de la inefable picaresca, encarnada por una heroína de las plazas y las corralas, de los caminos de interminables andanzas.
El texto, la dramaturgia y la interpretación de Aida Santos-Allely constituyen un alegato sobre el vínculo entre la inspiración del poeta y el temperamento y las cuitas del actor. De la actriz, en este caso.
Hasta catorce personajes se pasean por el texto y la creatividad escénica de esta actriz y dramaturga gaditana, brillante y técnicamente excepcional, que sin otro atrezzo que el contenido de su humilde cesta de viaje y sin otro vestuario que su imaginación para combinar los sencillos ropajes de pícara ambulante, supo robarle el corazón a la audiencia que llenaba este singular espacio.
Aida se confiesa “pícara y farsante”. Cuenta su vida entreverada de tribulaciones de todo signo, desde su consideraciones sobre las comedias de Cervantes hasta un intento de seducción del mismísimo Lope de Vega. Pero, también deja testimonios de actrices del XVI cuyos nombres han pasado a la posteridad, como son Mariana de Vaca o la Gran Sultana. Con ambas referencias, Aida Santos Allely propone un testimonio del papel de la mujer en la escena, tan difícil o más que en cualquier ámbito de la vida hasta hace relativamente poco tiempo.
Unas veces la actriz, otras sus creaciones, el personaje eterno sobre las tablas puso de su parte a quisieron disfrutar de su inagotable ingenio y su depurado arte.
El ciclo
El director del Murec, Juan Manuel Martín, intervino antes de la representación para subrayar algunas de los aspectos relevantes de este ciclo, aprovechando también para dar las gracias especialmente por la colaboración de ClasiJazz a través de Pablo Mazuecos o de Escenalia, citando a Antonio Fernández por su aportación en esta secuencia de acontecimientos culturales.
Todo comenzó el cinco de julio, con el concierto de Clasijazz Quintet, que puede considerarse una de las formaciones más destacadas de la historia del Jazz en Almería. Con ellos, las venerables piedras del Hospital de Santa María Magdalena se transfiguraron en club neoyorquino con los sonidos de una de las edades de oro jazzísticas gracias a José Carlos Hernández (trompeta y fiscorno), Antonio González (saxos), Pablo Mazuecos (piano), Bori Albero (contrabajo y Miguel Canale (batería).
El 12 de julio, más Jazz en el MUREC con una formación vinculada a Almería y abierta a otros espacios. Triplanetas , formada por Daahou Salim al piano, Bori Albero al contrabajo, y Julián Sánchez, a la trompeta constaron que este universo musical es una faceta esencial de la cultura almeriense, desde los tiempos del Georgia, donde, por cierto, cautivó a los incondicionales de aquel espacio Abdu Salim, padre de Daud.
La Confluencia, uno de los fenómenos escénicos de referencia en esta ciudad ofreció el día 26 de julio una propuesta de danza contemporánea titulada ‘En pie de danza’ conecta varios montajes de esta compañía: ‘Mudanzas’ con textos de Julio Béjar’, ‘Mujeres de Fernando Beltrán y ‘Antígona a contratiempo’ de Germán Jiménez.
Por último, la Compañía sin Guiñoles. Representó el dos de agosto la farsa para guiñol ‘El Cabaret de Don Cristóbal’, dirigida por Antonio Fernández (Escenalia) e interpretada por actores almerienses como Fernando Labordeta, Fernando Labordeta, Neila Díaz, Paco Freire y el propio director de la pieza y de Escenalia Iniciativas Escénicas.
El resultado de este ciclo de actividades escénicas invita a pensar que el MUREC volverá a proponer nuevas citas de esta índole, en consonancia con su filosofía, que no es otra que convertirse en un referente cultural de primera línea en Almería. Todo está de su parte para lograrlo.
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