Se despide de Almería un torero de leyenda: don Enrique Ponce

El Parralejo trajo una corrida de gran nobleza, pero carente de la fuerza y casta necesarias

Jorge Ponce
01:51 • 22 ago. 2024

El primero de los anunciados en el abono era el cartel que había despertado las pasiones de los aficionados. La despedida de nuestra plaza del torero, irrepetible, Enrique Ponce Martínez, del que el tiempo y los libros hablarán con justicia, acompañado de Roca Rey y Juan Ortega.



Una corrida, noblona pero sin fuerza ni casta de El Parralejo sustituyó a las anunciadas de Daniel Ruiz y Pérez Tabernero. En los tendidos casi lleno.



Enrique Ponce saludó una fortísima ovación antes de comenzar el festejo, como muestra de cariño y consideración del público almeriense a un torero de época y leyenda, con números muy difícilmente superables. Sorteó un primer toro sin fuerza, con el que la faena consistió en mantener al toro de la forma más artística posible, pero muy vacía de contenido. Las ‘poncinas’ finales fueron muy jaleadas por el público, y rubricó con una estocada defectuosa. Una oreja habría sido excesiva, pero comprensible en el marco de despedida de Ponce; sin embargo, en un alarmante error, se concedieron las dos.



Con su segundo (tras dejar lamentablemente que el toro fuera libremente y derribara al caballo) estuvo el diestro más desgarrado, con varias series en redondo de rodillas y sus doblones por bajo para rematar la faena. Un pinchazo y una estocada pusieron el broche a una faena premiada con una oreja



Juan Ortega se mueve a cámara lenta. No se puede torear más despacio de lo que torea Ortega. En el recibo capotero al primero fue solo una verónica, pero con el mismo precio que el resto de capotazos de la corrida todos juntos. Con la muleta volvió a dejar una cátedra de temple, toreando, especialmente por el pitón derecho, con un ritmo y una cadencia  de un valor incalculable. No tuvo mucho más el noble pero flojo toro de El Parralejo, pero sí permitió a Ortega rematar con una estocada en el hoyo de las agujas que le permitió cortar dos orejas.



El segundo del lote de Ortega fue un invalido que rodó por el suelo en varias ocasiones hasta que el torero tuvo que cambiar la ayuda por la espada de matar. Lo había intentado antes el torero, en un trasteo que rozó el aburrimiento.



Roca Rey estuvo muy enchufado desde el inicio con un recibo capotero muy largo y un quite por caleserinas. Con la muleta obligó mucho a su primer oponente, dejando la muleta muy adelantada para ligar los pases rematados siempre con el estaquillador apuntando al suelo. El toro aguantó algunas series antes de pararse y ser invadido en sus terrenos por el torero, en un arrimón marca de la casa que emocionó al público y le valió para cortar dos orejas.



Con el que cerró plaza, que se fue sin picar, volvió a basar su faena en la quietud y un valor a prueba de bombas. Series largas por ambos pitones, ante un toro que aguantó el ritmo del peruano y permitió momentos de enorme emoción. 


Los tres diestros abandonaron a hombros el coso de la Avenida de Vilches.


Temas relacionados

para ti

en destaque