La pureza de Martínez y el ímpetu de Adrián, premiados en Almería

Paco Ureña sorteó el peor lote, dos toros muy mansos que impidieron el menor atisbo de toreo

Jorge Ponce
23:48 • 22 ago. 2024

El segundo festejo de la Feria de la Virgen del Mar supuso la vuelta a nuestra plaza del torero Jorge Martínez. Junto a él, Paco Ureña y Fernando Adrián lidiaron un encierro de Castellejo de Huebra ante tres mil personas. 



La corrida por desigual resultó interesante, con toros mansitos o rajados, y otros que siguieron por bajo los engaños de los espadas.



Paco Ureña no tuvo suerte con su lote. Paco Ureña, que sorteó un primer toro que apenas le dejó lancear con la capa y que se mostró desclasado y manso con la muleta. Nada pudo el torero más que insistir en un trasteo insulso, en el que el toro, sin clase alguna, terminaba los muletazos con la cara alta y buscando los tendidos para refugiarse. Lo malo de esto es que el segundo fue más manso aún que el primero, rajándose descaradamente e impidiendo cualquier esfuerzo del torero lorquino por reverdecer laureles en esta plaza. Su balance fueron dos ovaciones a su buena voluntad. 



Fernando Adrián se presentó en la plaza de Almería con ambiente de los toreros que espera el aficionado por sus muchos triunfos esta temporada, y demostró que las ganas de triunfar y la ambición no le faltan. Paró al toro por delantales y quitó por tafalleras. Con la muleta el toro sacó buen fondo y aguantó las exigentes series del diestro, que ha toreado siempre con la mano baja y hasta detrás de la cadera. Una vez que el toro se entregó a la muleta del torero le acortó las distancias, y en las inmediaciones del tendido 2 acabó invadiendo los terrenos del toro. La faena se malogró con dos pinchazos.



La misma tónica siguió la segunda faena, iniciada con un péndulo de rodillas en los medios, y rematada con ajustadas bernardinas. Por medio, varias series muy ligadas y largas. Para rematar, dejó el espadazo de la Feria, lo que le valió dos orejas y una puerta grande.



Jorge Martínez era el torero más esperado en la segunda de la Feria y no en vano puso el toreo más caro de lo que va de Feria. Su primero no dejó que se estirara a la verónica, e incluso se lo puso difícil en banderillas por gazapón, pero que sirvió en la pura muleta de Martínez, donde mostró nobleza y temple. La colocación del torero ha sido un dechado de ortodoxia, toreando siempre con la pierna adelantada y dejando la muleta para ligar los muletazos. Especialmente por el pitón izquierdo los muletazos fueron a cámara lenta, rematando con largos pases de pecho. Al final, como en otras ocasiones, la espada malogró la faena.



El que cerró plaza tampoco lo puso fácil al torero de la escuela almeriense -Ureña también pasó por la escuela de nuestra ciudad-. Martínez basó la faena en la verdad, colocándose enfrontilado con el toro y dejando la muleta puesta, ante un incierto toro que en el tercer muletazo de cada serie paraba y pensaba en lo que dejaba atrás. Se empleó Martínez con denuedo, el valor y la técnica al servicio del toreo. Tras una buena estocada el palco asomó los dos pañuelos que valieron también la puerta grande.




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