Antes de las calabazas y los zombis, cuando llegaba el 1 de noviembre, en España salía a escena, por costumbre, el ‘Tenorio’. Los difuntos juegan en la obra un papel crucial, de ahí que en torno al Día de Todos los Santos se sucedían las representaciones teatrales. También la televisión encontraba un hueco para el mito de Zorrilla. Hoy, cuando Halloween casi ha devorado por completo a Don Juan, alguna que otra función (en Valladolid y Alcalá de Henares es un fijo) recupera el personaje.
Su regreso a las tablas en una fecha en la que recordamos a los que ya no están nos sirve para evocar la figura de Mariano Sopedra, padre del teatro aficionado almeriense fallecido en julio de 2023 e impulsor de un ‘Don Juan Tenorio’ que giró por la provincia con más de 40 personas involucradas.
Aquel ‘Don Juan’ fue el primer montaje de FEALTA, la Federación Almeriense de Teatro Aficionado que Sopedra puso en marcha. La obra se estrenó el 28 de octubre de 2008 en el Auditorio Maestro Padilla de la capital y los teatreros lograron la colaboración, por primera vez en un evento de este tipo, del Ayuntamiento, la Diputación y la Junta.
“Éramos como una compañía seria. Veinte actores en el elenco más técnicos, músicos... y la comparsa Yunque y Copla. Cerca de 45 personas. Y giramos por la provincia: Macael, Olula, El Ejido, Vícar, Adra, Tabernas, Vélez Blanco...”, recuerda Tanit Sopedra, hija de Mariano.
Vida de un teatrero
En aquel ‘Tenorio’, como en otros tantos montajes, el añorado actor y director teatral demostró su compromiso y pasión por el oficio. Madrileño “por los cuatro costados”, como lo describe Tanit, nacido en 1945 en el castizo barrio de Lavapiés, Sopedra puso en marcha en la década de los 60 un grupo teatral en el hospital de La Paz, donde trabajaba como enfermero.
Fue a mediados de los 80 cuando dio a su vida un giro radical: dejó la enfermería y se trasladó a Almería para trabajar en un periódico de El Ejido. Al poco sufrió un derrame cerebral que le dejó con una hemiplejia de su lado izquierdo y con su característica cojera. “Le dijeron que no volvería a andar, que se quedaría en silla de ruedas. Pero él le echaba valentía y arrojo a la vida”.
Al no poder reintegrarse como sanitario (no le adaptaron el puesto a su situación), se reinventó para volcarse con el teatro comunitario: con talleres para sus vecinos y para los chavales del colegio Ferrer Guardia y con un grupo de payasos familiar, La Pandilla Cotilla. “Estuve desde los cinco hasta los veinte años con mi padre, mi madre y mis dos hermanas. Hacíamos un programa diario en la televisión local y la ‘BBC’: bodas, bautizos y comuniones”, rememora Tanit, heredera del espíritu teatrero de su progenitor.
En 2000 comenzó a colaborar con el Ayuntamiento de Vícar e impulsó una muestra de teatro aficionado que defendió durante trece ediciones. “Empezaron como una cosa de tres grupitos y llega un momento en el que se prolonga durante cuatro meses al año”, cuenta Tanit.
Así surgió la idea de crear una federación para dar espacio al teatro aficionado local. “Cuesta ensayar y montar una obra, es mucho tiempo invertido, así que qué menos que cada grupo pudiera realizar varias representaciones por la provincia”.
Desde entonces, Sopedra desarrolló, de la mano de la Diputación, talleres de teatro por los que pasan “centenares de personas” de toda la provincia. “También montó el primer ‘match’ de improvisación, algo novedoso que solo estaba en Madrid. Y después se volcó con el Microteatro, con el que colabora durante mucho tiempo”.
Cuando fue pregonero del Carnaval de Almería en 2007, decidió no cobrar, a cambio de que el Ayuntamiento cediera el Apolo una vez al mes para compañías amateurs. De ahí surgió el PETA, el Programa de Teatro Estable Aficionado, aún vigente. Y en las tablas del escenario de Obispo Orberá, de cuando en cuando, seguirá apareciendo un ‘Don Juan’ del que seguro disfruta ‘a su manera’ Mariano Sopedra al otro lado del telón.
“Lloraba cada año nuevo con la Marcha Radetzky”
Al final de su trayectoria, Mariano Sopedra se volcó con el grupo La Cometa, con el que hacen 75 representaciones por la provincia de ‘Ninette y un señor de Murcia’ y ‘Ninette, modas de París’. Poco a poco, fue “pasando los poderes” a Tanit. “Aprendí el oficio a través de él, y en parte me sigo dedicando a esto”, confiesa. Su padre cumpliría 79 años el 7 de noviembre. Ese día, los suyos brindarán por él y le pedirán que siga cuidándolos. Sonará ‘My Way’, su canción favorita. “Aunque él solo lloraba cada Año Nuevo con la Marcha Radetzky”, recuerda su hija.
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