La noche del pasado viernes 22 de noviembre supuso una especie de homenaje a una actividad íntimamente vinculada con la cultura popular como es la cerámica artesanal. La fiesta organizada en Almería por Pepa Guzmán y Rafa Molina, propietarios y gestores del taller Sal de Coco, reunía a más de 300 personas.
En primer lugar, se realizó una exposición de los trabajos de los numerosos alumnos que acuden cada semana a los talleres y, desde luego, una celebración llena de actividades y buen hacer para muchos almerienses que se han acercado a esta fórmula artística que satisface el gusto por elaborar piezas de cerámica en las que descargar la faceta artística, pero también por hacer con sus propias manos utensilios para el día a día.
Pepa y Rafa, perfectos anfitriones, mostraban con orgullo las innumerables piezas nacidas de las manos de sus alumnos; divididas en áreas temáticas que abarcaban desde los motivos marinos a la fauna autóctona, en todo ello se respiraba el trasfondo de su lugar de procedencia, ese Cabo de Gata en el cual crecieron y desarrollaron esa apetencia por ‘lo de antes’.
Vía de escape
Pero es también una vía de escape a una vida excesivamente encorsetada, porque las dos horas que los alumnos que forman parte del taller Sal de Coco dedican a modelar el barro o a personalizar sus creaciones suponen un lugar de encuentro consigo mismos, una verdadera terapia en un entorno que con frecuencia preside el estrés.
Para Pepa y Rafa, mostrar en esta exposición los resultados de los trabajos realizados por sus alumnos es un ‘chute doble’ de satisfacción: por un lado, el de comprobar que su trabajo tiene recompensa a través de los aprendices de ceramistas. Por el otro recoger el alto grado de aceptación de una actividad que nació de su pasión por esta expresión artística que es, al mismo tiempo, una forma de extender valores tan esenciales, desde su perspectiva, como el respeto por el arte y la cultura de los antepasados, y por el entorno natural del mar, del Cabo de Gata y por una Naturaleza que regala experiencias y sensaciones con sólo acercarse a Ella, así, con mayúsculas.
La noche del viernes supuso una experiencia diferente, gratificante y feliz para los cientos de personas que se citaron en torno al universo de la cerámica, con las técnicas necesarias para convertir una afición en una fórmula artística y una forma de expresar sentimientos.
Además de este tipo de objetivos, fue también un espacio de encuentro y una sana manera de pasar una tarde-noche rodeados de gente, pero sobre todo de buen gusto.
Creciente pasión por la cerámica artesanal
La cerámica que llega desde Cabo de Gata supone un regreso a los orígenes de una cultura ancestral. La pasión por la cerámica artesanal se ha acentuado en los últimos años en respuesta a esa ansia por explorar la faceta creativa de las personas, demasiado acostumbradas en los últimos tiempos a consumir productos llegados desde la cerámica industrial.
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