Solo alguien muy audaz y con talento podría querer ponerse al frente de una institución como el Ateneo de Madrid en pleno siglo XXI. Ana pasó sus años de estudiante de periodismo entre las paredes de su biblioteca: serendipia. Es rápida, elocuente, parece tener siempre una idea a punto de romperte los esquemas. Por los pasillos del impresionante edificio resuena rápido su andar, habla con todo el mundo a su paso, resuelve sin que lo parezca, tiene ese don. Se ha propuesto derribar barreras y conquistar a los jóvenes para la causa ‘ateneísta’.
Desde sus comienzos como becaria en este periódico pasando por dirigir la comunicación en editorial planeta, ¿qué cree que aporta su trayectoria al Ateneo?
Pues porque sinceramente he hecho de todo. Creo que estoy totalmente preparada, porque además de ser gestora cultural, de tener esa formación, Master etc, me he visto haciendo cosas muy diferentes nuevas, y cuando consideré presentarme al puesto pensé ‘creo que puedo aportar mucho aquí’. Es una institución bicentenaria, a veces la gente cree que es anticuada, pero vi que había aires nuevos, iniciativas muy interesantes, y yo quería formar parte. Me fui ilusionando y vi que era un proyecto para mí.
Presentó un plan de actuación de cien días, ¿Cómo se lo planteó?
Para mí era muy importante que hubiera un curador de las actividades, que verdaderamente fueran actividades pensadas y de calidad. También me preocupaba el tema de los jóvenes, es súper importante para mí. Creo que es fundamental que ellos tengan un lugar de desarrollo en el Ateneo.
¿Debe de ser difícil que se sientan parte de algo tan histórico, no?
Estamos hablando de gente de 35 años para abajo. Cuando vienen aquí a alguna actividad se quedan maravillados con el espacio. Este ha sido un lugar de debate, desarrollo, muy transgresor. Queremos que entiendan que el Ateneo también es para ellos.
¿Cómo conseguir equilibrar el legado histórico con la necesidad de adaptación a los nuevos tiempos?
Muchas veces el propio edificio tiene barreras arquitectónicas por ser edificio BIC (Bien de interés cultural) categoría de monumento, y no se puede intervenir el espacio en algunas zonas: a la hora de poner un streaming o un aire acondicionado por ejemplo, que se hace pero no en todas las salas.
En cuanto al tipo de actividades también, claro.
Se han organizado hasta desfiles de moda en la biblioteca, por ejemplo de Devota y Lomba. Es llevar la cultura a otro lugar. En el momento que dejas el punto decimonónico puedes disfrutar de todo y ser espacio de todos. En el fondo la cultura es patrimonio de la sociedad, por qué estar coartando cosas.
¿Con qué ateneísta del pasado le gustaría mantener una conversación?
Con Emilia Pardo Bazán, me parece una mujer muy interesante, pero bueno todas las ateístas lo eran. También Carmen Laforet, y luego está Carmen de Burgos que me parece una mujer absolutamente apasionante. Es una figura que he ido descubriendo en los últimos tiempos y me encanta.
¿Cuál es su rincón favorito del Ateneo?
La biblioteca, especialmente la parte de la pecera, que está al final. Es un espacio muy especial. Este es un edificio con cinco plantas y muchos rincones. Hay un espacio donde se dice que vivió Valle-Inclán de ocupa un año, y aquí se suicidó su hija, hay muchísimas historias, ha pasado de todo.
¿Cómo se imagina el Ateneo dentro de diez años?
Con mucha gente joven, sin perder lo que hay ahora, que convivieran las dos cosas. Se están haciendo muchas cosas nuevas y se está trabajando en la internacionalización, estrechar lazos con Ateneos de otras partes del mundo, creo que nos haría muy fuertes a todos.
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