Fue una sorpresa que la dejó sin habla, casi sin respiración. Un compañero la invitó a que mirara la pantalla del ordenador para que leyera el documento de la Junta aprobando la propuesta de poner su nombre al Conservatorio. Ahora, se llamará Conservatorio Profesional de Danza Kina Jiménez y ella, todavía no ha salido de su asombro, aún no se ha recuperado del todo de esa emocionante sensación que aún se le anuda a la garganta cuando recuerda el instante. “Fíjate, el de Granada se llama Reina Sofía y el de Málaga, Pepa flores, por Marisol. Y el de Almería, Kina Jiménez”. De ese recuerdo tan cercano, Joakina Jiménez, Quinita para todos, se va directamente al homenaje sorpresa de sus compañeros y de sus alumnos cuando se jubiló, hace a hora dos años. Ella recogió sus cosas en silenció al terminar la última jornada de trabajo y se extrañó de que nadie le dijera nada. La habían convencido para que interviniera en unas charlas en el Apolo y allí se fue, con un extraña sensación en el cuerpo. Cuando entró en el teatro, se topó con un derroche de cariño en forma de aplauso y un espectáculo maravilloso concebido sólo para ella.
Emociones
Se emociona Kina recordando ese momento, pero su vitalidad se le sale por las pupilas en cada palabra y entonces viaja hacia atrás en el tiempo, a sus 16 años en aquella Almería que enfermaba de aburrimiento cada domingo por la tarde. Quinita viaja en la palabra y en los gestos a los tiempos del grupo de Coros y Danzas de Educación y Descanso y, después a su primeras alumnas, mientras trabajaba de enfermera con el dentista ángel López de la Plaza de San Pedro.
Su mirada enorme parece que es capaz de verlo todo en un abrir y cerrar de ojos. Sus primeras alumnas que eran hijas de los trabajadores de la Térmica y una norteamericana relacionada con la familia González Montoya. O la hija del célebre doctor Miguel Garrido. Así, aprendiendo y enseñando se dio cuenta de que la Danza era su vida y por eso decidió dedicar su vida a la Danza. De ahí, a la lucha incansable para obtener sus títulos de Danza Clásica y Español, primero en Murcia y luego en Sevilla. También sus clases en Málaga y aquel accidente terrible viajando a Torremolinos para recibir clases de Tona: “Me salvó la vida la musculatura que había desarrollado bailando, recuerda Kina, que, muy poco después de aquel trance andaba ya implicada hasta las cejas en un proyecto tremendo: el nacimiento del patronato, origen de los actuales conservatorios. Fueron años duros de mucho trabajo, de un compromiso compartido con otras personas que también soñaban con que Almería tuviera conservatorios de Música y de Danza. Y el sueño se convirtió pronto en largas colas para matricularse y en más trabajo: aquellos profesores pioneros tenían que hacer las matrículas, barrer las aulas, dar clase e, incluso, usar las escaleras como lugar de ensayo para el coro. Después de muchos años de entrega Kina sabe que “venimos a este mundo para dejarlo mejor que como lo encontramos”. Sabe que la Danza beneficia a los alumnos, los hace más responsables, más capaces ante cualquier reto porque les cura la inseguridad y la timidez. Quizás por eso, cuando visita ahora el Conservatorio que dirigió durante muchos años y que llevará su nombre, todavía tiene cosas que decir, ideas que proponer, frentes abiertos para seguir mejorando este mundo de la Danza que le ha dado tanto. Eso sí, siempre con la mejor sonrisa.
Consulte el artículo online actualizado en nuestra página web:
https://www.lavozdealmeria.com/noticia/5/vivir/32855/el-conservatorio-de-danza-llevara-el-nombre-de-kina-jimenez