Cansado tras un largo viaje desde Islandia para poder acudir a su cita con sus lectores en Antas, Michel Houellebeq, se atrevió hasta con el español para dejar satisfechos a los 120 asistentes que llenaron el salón del bajo del edificio de Correos antuso.
Este parisino conocido en todo el mundo por su narrativa, reconocía que sus comienzos en la literatura fueron poéticos y que vuelve a su poesía con su último trabajo, reivindicándose como poeta. Houellebeq recitó en francés más de una docena de poemas, muchos de memoria. Poemas que encontraron su eco en español de voces de diferentes participantes -Miguel Gallego, Isabel Giménez o Jacinto Soriano, entre otros- que tuvieron la inmensa fortuna no sólo de escuchar al escritor, sino de compartir mesa y recital con él.
Houellebecq defendió que no es un escritor pesimista y reconoció públicamente no haber leido ni un solo escritor español, no es tampoco un escritor maldito. Ha logrado, con sus novelas, hacerse un sitio importantísimo en el universo literario, vendiendo miles de libros y convirtiéndose en uno de los pilares de la literatura de finales del siglo XX y principios de este siglo XXI. Sin embargo, Michel Houellebecq sólo quiere que lo lean. “Si tengo que elegir entre que lean mi poesía y me den el Nóbel, prefieron que me lean”, dice, y parece sincero al hacerlo.
El escritor llegó a Antas “porque sí”, porque se lo habían pedido unos amigos y lo hizo sin pedir nada a cambio. La Asociación Argaria, que preside Javier Irigaray, consiguió este sábado lo que nadie ha logrado hasta ahora en esta provincia, y lo consiguió porque lo intentó y se empeñó en ello. Houellebecq, a quien le precede la fama que prodigan de él quienes le denostan, estuvo a la altura y superó con creces las expectativas. Además de leer algunos de los poemas de su último trabajo publicado en Anagrama, "Poesía", firmó libros, se hizo fotos con quienes se lo pidieron y contestó a las preguntas, en muchos casos insistentes, sobre si él y el personaje de ‘El Mapa y el Territorio’ que lleva su nombre y apellido, eran el mismo. Nada más lejos. El autor y el personaje se distanciaron por boca de Houellebecq, como también, con gran lucidez, puso algunos acentos sobre las íes de algunos de sus lectores: “No soy un pesimista”.
Tras su obra , el amor, la muerte, una sobredosis de realidad irreverente y cruda que no deja indiferente. “La verdad es escandalosa. Pero sin ella no hay nada que valga. Una visión honesta y verosímil del mundo ya es en sí una obra maestra”. Lo dice él en su ‘Poesía’ y define a las mil maravillas su propio trabajo.
El Michel Houellebecq de los versos no tiene nada que envidiar al de sus novelas, todo lo contrario. Sus versos nos devuelven la transparencia necesaria para mirar, a través del cristal lúcido y limpio de sus ojos, el mundo que nos rodea.
Antonio Muñoz, profesor de Filosofía y amigo personal de Houellebecq, se refirió a su poesía como un “arco iris” y puso sobre la mesa lo que sus lectores ya sabían: la vida nos lleva del negro al blanco, pero hay toda una gama de colores que son también la realidad, esa que pocos se atreven a contar, la que sólo alguien con un punto de genialidad osa expresar con toda su crudeza.
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