Es el equivalente al gran Francisco Ibáñez para varias generaciones de argentinos, que han crecido de la mano de sus creaciones, seres entrañables como Hijitus, Pucho, Manuelita o Petete, su personaje más conocido en España. Ahora, con 83 años cumplidos el pasado octubre, ha recibido de forma oficial todo el cariño que Argentina, país donde reside desde su juventud, le lleva regalando durante toda una vida dedicada a los lápices.
Manuel García Ferré (Almería, 1929) fue nombrado el pasado sábado ‘Huésped de honor’ de la ciudad de La Plata por el intendente municipal --cargo equivalente a alcalde-- Pablo Bruera. Durante el acto, Carlos Santos Valle (presidente del Consejo Argentino para las Relaciones con Andalucía) le entregó una placa de reconocimiento de parte del Instituto de Estudios Almerienses (IEA).
El homenaje tuvo lugar en la República de los Niños, un parque temático y educativo de La Plata que reproduce un conglomerado urbano con todas sus instituciones y servicios: parlamento, casa de gobierno, palacio de justicia, iglesia, puerto, teatro, aeropuerto, restaurantes, hoteles...
En ese espacio, además, se impuso el nombre de Manuel García Ferré al ‘Paseo de la Historieta’ y como cierre se descubrió una escultura del personaje de su creación Hijitus, realizada por el escultor platense Pedro Milani.
Este reconocimiento se suma al que el dibujante almeriense recibió recientemente de manos de la Cátedra Libre de Cultura Andaluza de la Universidad Nacional de La Plata y del Consejo Argentino para las Relaciones con Andalucía, que le nombraron ‘Miembro de honor’ “por su invalorable contribución a las artes gráficas y la difusión de los valores universales de la cultura andaluza, en nombre de todos los niños que de la mano de sus personajes lograron convertirse en hombres de luz”.
Mensajero de la bondad
Manuel García Ferré nació en Almería el 8 de octubre de 1929. Según reza su biografía, a los seis años sufrió el horror de la guerra civil y le quedó como idea tratar de sembrar bondad como mensaje principal. A los quince años, había hecho su primera exposición de dibujos, grabados y acuarelas.
Se considera un autodidacta y reconoce que su interés por las artes plásticas empezó de niño de mano de su madre, pintaba y él la observaba y trataba de imitarla.
Más tarde, en el Instituto de Segunda Enseñanza de Almería, cayeron en sus manos tres volúmenes ilustrados por Gustave Doré, y el tratar de reproducir las obras del francés lo hizo muy meticuloso como artista. Realizó su primera exposición a los 16 años, recibiendo elogios de Eugenio d’Ors.
Los primeros pasos
En 1947 García Ferré emigró a la Argentina, donde trabajó en agencias de publicidad, mientras estudiaba en la facultad de Arquitectura de la UBA. Al mismo tiempo, recorría con su carpeta de dibujos las redacciones de las revistas.
En 1952, su personaje Pi-Pío fue aceptado en la revista ‘Billiken’. Pi-Pío vivía en un pueblo llamado Villa Leoncia, donde aparecerían por primera vez otros personajes que se volverían famosos, como Oaky e Hijitus. Durante más de 30 años, García Ferré editó la revista infantil ‘Anteojito’ y en 1967 estrenó en televisión la serie de dibujos animados ‘Hijitus’, que se transmitió a diario hasta 1974. Fue la pri
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