Omar Sharif volvió a a Aqaba y conquistó Carboneras junto a los corazones de sus habitantes. Los más mayores lo recordaban de 1962, los medianos a partir de la película y los más jóvenes comenzaron a vivir ayer lo que sus abuelos cincuenta años atrás, el sueño del cine hecho realidad. Entonces, este bello pueblo se revolucionó, los pescadores dejaron de salir a la mar y los agricultores bajaron a su orilla, en la rambla del río Alías. Aquella trupe de las películas supuso dinero extra en aquella época de carencias.
Ayer se volvió a volcar, con su alcalde Salvador Hernández a la cabeza, y su concejala Mercedes Hernández. Y muchos más. Estos más fueron cientos de personas de todas las edades que llevaban esperando más de media hora en la plaza, junto a dos camellos y tres lugareños vestidos de árabes. La banda sonora de la película no paraba de sonar a través de la megafonía del Ayuntamiento.
Llega 50 años después
Cuando el actor de 81 años hizo amago de salir del coche oficial en el que llegó pasadas las una de la tarde, los carboneros arrancaron a aplaudir, como en los cines de antes. Como sacado de la película hace cincuenta años, Sharif respondió enseguida moviendo las manos desde su pecho hacia los presentes, entregando su corazón. El orden inicial de la gente se rompió rápidamente y todos se arremolinaron espontáneamente cerca del actor, para echar fotos y decirle “guapo”, para que lo oyera.
Junto al Alcalde, la Diputada de Cultura, María Vázquez y el director del festival, Luis Serrano, Sharif fue agasajado con un álbum de fotos del rodaje en Carboneras, el ataque a Aqaba y una foto especial del actor a camello en la orilla de la playa. Viendo las fotos, el actor desveló su enemistad con Anthony Quinn y su amistad fraterna con O’Toole. Tras firmar en el libro de honor del pueblo, la comitiva se dirigió al Hotel El Dorado para inaugurar la mayor exposición de ‘Lawrence de Arabia’ vista hasta hoy en España. Sharif recordaba a su dueño, el miembro del equipo de Lean Eddie Fowlie, y Bárbara Cole, la script. Recordaba vagamente que ellos regresaron a Almería mientras él se consagraba en Madrid con ‘Doctor Zhivago’.
Su memoria puede haberse perdido, pero su corazón no. Volvió a Aqaba y en Carboneras se quedó para siempre. Dos besos de despedida con el alcalde Salvador Herández así lo confirmaron.
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