“Es una muestra retrospectiva, que presenta mi trabajo en estos 30 años”, dice Ilan Wolff, atareado con dos jóvenes ayudantes en el montaje de una fotografía en gran formato, extendida sobre el suelo de una sala del castillo de Santa Ana, en Roquetas de Mar. “Pero también hay obras nuevas, que el público aún no conoce”.
El artista israelí, radicado en Almería desde hace años, es sin duda uno de los artistas más respetados en el mundo de la fotografía actual, a nivel internacional. Pero Almería, ya decimos, es como su tierra, y siempre que hace una exposición aquí se le ve feliz, casi nervioso porque todo marche tan bien como en el más reputado museo o sala europea o americana, de las muchas donde ha expuesto.
“Hace 22 años desde que hice mi primera visita, y mi primera exposición, en Almería”, recuerda. “Fue organizada por el Centro Andaluz de la Fotografía, en 1991. Así que esta exposición es como un círculo que ahora se cierra, porque ahora vivo aquí, soy parte de esta sociedad...”.
Sin lentes, sin artificios
La exposición, realizada con la colaboración del Ayuntamiento de Roquetas de Mar, reunirá más de 150 obras de este fotógrafo que no utiliza cámaras, verdadero maestro de la ‘camera obscura’, el manejo de la luz en su sentido más puro, sin lentes ni artificios.
Se inaugurará el próximo viernes, 25 de enero, en el castillo de Santa Ana, y estará dividida en dos partes. “En la parte de abajo estará mi trabajo ‘clásico’”, explica Wolff. “El que desarrollé a partir de 1982, desde las primeras ‘camera obscura’ que realicé en Amsterdam, hasta las de los últimos años, en los que incluso he utilizado mi furgoneta como cámara. Allí sólo habrá fotografía estenopeica”.
En la primera planta del espacio expositivo, en cambio, “estará mi trabajo más reciente, que he desarrollado en los últimos diez años”, añade. “Trabajos basados en la técnica llamada Photograma, pero que durante este tiempo incluso se han ido saliendo de sus costuras, constituyéndose en variantes”.
Búsqueda de nuevos caminos
Variantes, por lo demás, cada vez más arriesgadas. Por ejemplo, los ‘lunagramas’, fotogramas creados por la luz de la Luna sobre el papel fotosensible, y que implica el trabajar toda la noche en plena naturaleza. O los ‘calorigramas’, en los que el artista va más allá e incluso prescinde de la luz como fuente, y la sustituye por el calor.
Se podrán ver algunos ‘naturogramas’, obras para las que Wolff también se deshace de la famosa lata que caracteriza la técnica de la ‘camera obscura’, y recurre a una abertura excavada en la misma tierra, que entonces, durante el largo proceso de la toma de la imagen, interviene en el papel sensible y termina permeando la obra.
“Estos últimos trabajos son, para mí, más experimentales”, afirma Wolff. “Una búsqueda en la misma naturaleza de la fotografía, de nuevos caminos para crear imágenes usando sólo un objeto, algún material básico, ¡incluso el propio cuerpo!”, abre los brazos y sonríe. “Sin que haya por medio aparatos ópticos, cámaras, ampliadoras...”.
Las obras ya montadas se apilan contra las paredes. En estos días se colgarán en las ubicaciones bien escogidos por el propio Ilan Wolff. Será una gran exposición, sin duda. De las imprescindibles.
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