La iglesia católica conmemoró ayer el inicio de la Cuaresma con el tradicional ritual de la imposición de las cenizas, unas cenizas que se elaboran a partir de la quema de los ramos bendecidos del Domingo de Ramos del año anterior, siendo colocadas sobre la cabeza o la frente de los fieles como signo de la caducidad de la condición humana. El ritual se inició con las palabras del sacerdote: “Recuerda que polvo eres y en polvo te has de convertir”. Representa la destrucción de los errores del año anterior al ser estos quemados.
En todos los templos de la diócesis, este Miércoles de Ceniza se vivió con gran participación de fieles. Esta fecha es tiempo de ayuno y abstinencia de los creyentes.
En las parroquias de los Franciscanos y San Sebastián tuvieron lugar unas ceremonias dedicadas a los más pequeños. Concretamente, Manuel Cuadrado, párroco de San Sebastián, explicó a los niños de distintos colegios, ubicados cerca de la parroquia y que semanalmente dan allí catequesis, el significado de la ceniza y de los cuarenta días de la Cuaresma que concluyen el próximo Domingo de Ramos.
Por su parte, el obispo, Adolfo González Montes, lo hizo en su sede apostólica de la Iglesia de la Catedral de la Encarnación, estando acompañado por el déan de la Catedral, Juan Torrecillas, y con asistencia de las hermandades de Estudiantes y Prendimiento.
“Comenzamos el tiempo santo de la Cuaresma, como decíamos al comenzar esta Santa Misa del Miércoles de Ceniza, en la que inauguramos este tiempo penitencial. Conviene que reparemos en hacer un examen profundo de nuestra vida. Este tiempo nos ayudará a éllo, porque este tiempo nos invita a la conversión interior”, señaló el obispo durante la predicación de la misa.
Conventos de clausura
En los conventos de clausura también se celebró en un ambiente recogido y con bastante asistencia de fieles, como es el caso del Real Monasterio de las religiosas Franciscanas, conocidas por ‘Las Claras’.
Las hermandades de Angustias y del Rosario del Mar vivieron esta festividad en la iglesia de San Juan, antigua mezquita mayor de Almería. La solemne eucaristía estuvo presidida y predicada por Tomás Cano, párroco y vicario general de la diócesis, siendo el encargado de impartir las cenizas a los feligreses y cofrades que llenaban el templo de San Juan.
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