San José vence de nuevo a los piratas

San José vence de nuevo a los piratas

Javier Adolfo Iglesias
21:55 • 16 mar. 2013

San José volvió ayer a vivir su fiesta de los piratas, un desembarco gamberro y festivo que cada año atrae más gente, más turistas e implican a todos los vecinos, que se suman a los organizadores, la recien constituida asociación del Desembarco Pirata de San José.
La idea nació de forma standard, en un bar, del encuentro de Margarita Estebaranz y Azucena Laguía. El primer año fue piratas sin desembarco y el pasado, el tercero, fue el del éxito de público. Como ocurrió ayer, cientos de personas, vecinos de esta pedanía y llegadas de otros puntos de Almería, e incluso de fuera, para ver esta exhibición. Los excelentes bares de la zona no daban abasto horas antes y la asociación montó un chiringuito e hinchables para los niños en la plaza para que la fiesta durara todo el día. Durante todo el día el pueblo bullía. “Cada año vamos a mas”, afirma Margarita horas antes de entrar a caballo vestida de mariscal. “El Alcalde Níjar nos ha apoyado al cien por cien, todo lo que le hemos pedido lo hemos tenido”. El dispositivo incluia megafonía, vallas, luces, carteles... también han apoyado multitud de empresas privadas, entre otras, El Sotillo cediendo tres caballos castaños.

Levante y cerveza

El desembarco estaba anunciado a las cuatro y medio y desde más de media hora antes el público se agolpaba en las vallas que rodeaban el escenario. Al frente, bajo los chalés más antiguos y pegados al mar, se extendía un castillo de lona y un amenazante chambao para los piratas de tierra. Se acerca la hora y los actores ya están en su sitio. A las tres y media los piratas que llegan del mar se habían citado en el puerto. Dos chalupas adaptadas los llevarían a una docena de voluntarios del pueblo, entre ellos, Angel Manuel, Nicolás y su padre Jens, nacido en Alemania pero más almeriense ya que el indalo. El ron va en latas verdes y es de cebada con malta.
Cuando desde tierra suena el tambor y la pólvora, desembarcan los piratas para unirse a sus compañeros de tierra, entre ellos el pequeño Juanjo que es reclamado por sus abuelos para echarle una foto. El va a lo suyo, disfrutando entre tanto despiadado corso, de un lado a otro. El enfrentamiento no tardará en llegar, no hay música y de vez en cuando una pequeña se oye por megafonía descripción de la escena. El momento más jaleado es el de la lucha cuerpo a cuerpo, cuando todo el mundo se apunta a decir algo en contra o a favor de su vecino pirata y como en un circo romano anima a sablear al rival en el suelo. La lluvia amenaza, pero como los piratas, es derrotada al final por la alegría de esta fiesta de San José que nació de sus vecinos.







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