En el Consejo de Ministros ya no se podrá decir que Almería es sólo sol y playa. Y a lo sumo, invernadero y cine. También es gastronomía, y por eso el ministro de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, Miguel Arias Cañete, acudió hasta el pabellón de la Diputación de Almería en el Salón de Gourmets 2013 que se celebra en Madrid. Allí degustó los productos almerienses: una manera de llegar, con el boca a boca, hasta el mantel del Palacio de la Moncloa.
La inauguración del Salón de Gourmets 2013 contó también con el vicepresidente de la Diputación, Javier Aureliano García, que saludó la excelencia y calidad con que este año participa Almería en esta feria de carácter internacional. La institución ha pagado 60.000 euros, el doble que el año pasado, para que durante cuatro días Almería pueda servir de escaparate a través de su gastronomía, algo que García quiso ligar al turismo: “es la demanda más nítida que recibimos para potenciar el crecimiento económico y de empleo del sector, y de ahí nuestro apoyo”.
Embajadores culinarios
Quince empresas se benefician directamente de esta promoción, más otras quince subsidiarias, y todas estuvieron en el Pabellón 8, más otras tres alojadas en el Pabellón 6 por falta de espacio, que no de público: el gazpacho Solfrío de Níjar, la sal de Cabo de Gata –el icono turístico de mayor calidad medioambiental de la provincia– y la cerveza ‘Far West’, que ha sabido unir a la cebada la magia del cine del Oeste, en un acierto mercadotécnico que funciona. El propio vicepresidente recordaba que había degustado gazpacho Solfrío en los vuelos de Iberia, pues la empresa había ganado hace años el concurso como proveedor de los aviones de la compañía.
La mesa y mantel del Pabellón de Almería daba gusto verlo. Y con los comerciales y productores a pie de obra. Ilustres desconocidos en su provincia que, sin embargo, ejercen discretamente como embajadores culinarios en el resto del mundo, pues son sobre todo exportadores. Jorge Gómez Angulo, uno de los responsables del evento, recordaba que muchos productores almerienses se conocen en estas ferias, hasta el punto de que la Venta del Pobre comenzó a comprar determinadas producciones de calidad en la provincia cuando dio con ellas en la Feria Alimentaria de Barcelona.
Un ejemplo de ello lo dio ayer en Madrid la marca ‘Valle del Azahar’ de Bentarique, que agrupa a 250 cooperativas de pequeños agricultores de la Alpujarra. Comercializan pisto con calabacín y fritada, mermeladas artesanas, salsas y tres bebidas espirituosas de naranja, limón y el producto estrella: el licor de tomillo. Rafael Martínez contaba que gracias a esta manufactura de calidad se ha salvado la producción de muchos pequeños agricultores, que han visto caer los precios de los productos a granel y de las materias primas por la supresión de las subvenciones.
Hoy, sin embargo, la mermelada casera de Bentarique es producto ‘gourmet’ en Madrid, rescata la uva de Ohanes y Canjáyar que tanta fama tuvo el siglo pasado, y hasta piensan atreverse con el kaki y el persimón, su variante sin madurar. Junto a los Ecocítricos del Andarax, que agrupan a 800 socios y mil hectáreas andaluzas (la afamada naranja de Rioja ya no compite en mesa sino en ecológico y con destino al zumo), el elixir naranjero almeriense se vende mejor fuera como marca Andalucía.
Aceites para todos
Bentarique está negociando una alianza con ‘Castillo de Tabernas’ para que ponga aceite de calidad a sus salsas y pistos. En Madrid estaba Juanjo Navarro, de su división comercial europea, que vendía los parabienes de su marca ‘Año Nuevo’ como ‘zumo de oliva sin filtrar’, aceite verde con su madre al fondo, como antiguamente se hacía.
También presentó ‘Aliña’, donde la ‘ñ’ se ha dibujado con la bandera española para subrayar su proyección internacional. Y dos variedades para niños: ‘Benjamín’ y ‘Cadete’, una manera de hacer que los críos se aficionen al aceite de oliva. Además, a penetrar en Estados Unidos van dirigidos los últimos esfuerzos de ‘Castillo de Tabernas’, aunque el aceite es visto allí como un producto ‘étnico’, como sería el curry de la India.
“Solo preguntan si el aceite es ‘bio’”, dice Navarro, porque es paradójico que el país más obsesionado por la salud corporal sea, a su vez, el de mayor número de obesos y menor esperanza de vida en Occidente. Y es que la dieta mediterránea de fruta, verdura y aceite, allí es ‘étnica’.
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