Por segundo año consecutivo los almerienses han respondido a la Noche en Blanco. Esta segunda edición ha confirmado la buena respuesta de los almerienses, quienes volvieron a salir a la calle de forma solo habitual en feria y fiestas. Músicos, acróbatas, motos y coches, fotógrafos, modelos y diseñadores, magos, comediantes, poetas, rockeros, bailarinas y flamencos se dieron cita en la noche blanca, nada en blanco, sino llena de todos los colores de la diversión.
Sobre el blanco, el color del patrimonio y de la historia volvió a resaltar. La gente respondió masivamente a todas las rutas guiadas ofrecidas, desde las ocho hasta más de la una. En total una veintena de turnos de algunas de las habituales rutas guiadas municipales. La más demandada volvió a ser “la casa de las mariposas”, sede de la fundación Cajamar. La gente vovió un año más a hacer cola con paciencia y descubrió por fin el contraplano de una de las estampas visuales más famosas del centro.
En ese lugar habitual donde el paseante contempla el lucernario de la famosa casa se celebró por segundo año consecutivo una muestra de moda a cargo de Navarro Pasarela, un concierto y un espectáculo de drag queens patrocinado una vez más por esta casa, LA VOZ DE ALMERIA, Cadena Dial y Radiolé. El estudio ambulante de la radio se montó junto al escenario que fue inaugurado aún con luz del día por Sambiosis Afro Rúa. En el mismo momento poco más abajo del Paseo se ofrecía una exhibición de Zumba, en el mismo escenario montado a la altura de la plaza del Educador. Todos los escenarios del año pasado, al aire libre y cerrados, repitieron la noche del viernes menos el cuello de botella frente a la Escuela de Arte. Se sumó la Bibiloteca Villaespesa, cuyo salón de actos acogió poesía, juegos orales infantiles, mesas redondas literarias y culturales y recital de flamenco.
Eso por el punto más alejado por el sur; por el más alejado del norte, la entrada a la Escuela Municipal de Música se convirtió en escenario callejero, donde tocaron sucesivos combos, algunos del Real Conservatorio de Música y Danza. Cerca, en el Apolo, hubo espacio para el humor, aunque no para los cortometrajes, como el año pasado.
No se podía estar en dos sitios a la vez aunque la segunda Noche en Blanco lo pedía. Aparentemente el viento parecía hacer mella por la calle, pero la estampa volvió a ser de optimismo masivo, de contagio de alegría colectiva. Sobre el papel, ver coches habituales de escaparates no es algo con atractivo impactante, sin embargo, puestos en pleno Paseo de noche hacía que los padres fotografiaran a sus hijos montados en ellos como si fueran la mismísima carrocería de Cenicienta.
Muchos apostaron por una actividad concreta con el programa en la mano, como el concierto de Los Vinilos en la Plaza Vieja, que reunió a un millar de personas. La gente paseaba, se miraba, sacaba fotos del optimismo. Los bares lo aprovecharon sin duda. Sus terrazas se llenaron más incluso que el año pasado. No había hueco para disfrutar de un viernes especial, familias, pandillas de amigos, adolescentes o mayores. Un viernes lleno de color, no blanco sino verde esperanza.
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