Sofía Navarro nació hace 37 años en Roquetas de Mar. Desde muy pequeña apuntó maneras con las agujas y ahora mantiene su marca de ropa: RO:F.
Nos citamos en el mismo sitio donde la conocí, hace un mes. Aparece con uno de sus quimonos y su sonrisa. Es una persona inquieta y hasta tímida. Mientras mueve el café hablamos de Japón, de la moda y de ese desapego que muestran los nipones. Termino mi café y ella sigue hablando, moviendo las manos de un lado a otro. Se nota que es, como ella dice, una mujer pasional y con alma.
¿Cómo empezó en el mundo de la moda?
Empecé desde que nací, en mi casa siempre se cosía.
¿Su madre se dedicaba a coser?
No, pero era una forma de vida. En casa todo se hacía, se cosía y cuando nos juntábamos todas era una fiesta.
¿Cuándo empieza a diseñar en serio?
Hace un año empecé a planteármelo. Era un y si... Tanto tiempo queriendo hacerlo y de repente barajas la posibilidad real de hacerlo.
¿Se lanzó?
No es un capricho en el cual digas me meto a hacer esto y listo. Tanteé los pros y contras y al final terminó saliendo todo esto.
¿Siempre se ha dedicado a esto?
No. Trabajaba en una tienda de informática, un ‘mundico’ muy chulo y femenino (Ríe).
Ha sido un cambio radical.
No creas. Realmente se parecen mucho. Es un mundo muy ágil y en el que tienes que manejar mucha información y estar al día.
¿Por qué RO:F?
Roof es tejado y el tejado es algo muy significativo.
Es por donde no se empieza una casa.
(Ríe) No, desde los tejados lo ves todo y es como una llamada de atención, fíjate. Las cosas están allí, sólo tienes que fijarte. Roof estaba pillado así que jugué con la fonética inglesa pero entonces tendría que haberse llamado RUF, la U es una letra muy fea, seguí jugando y salió RO:F. Es una chorrada. (Ríe).
Todo empieza con un viaje a Japón ¿Qué le gustó de allí?
El orden, ese yo a ti no te molesto pero tú tampoco me molestes a mí. Me enamoró el Japón tradicional y sus telas.
¿Cómo encontró esas telas?
Iba sola. Recuerdo que cuando las encontré pensaba que me moría. Me enamoré, salí corriendo de la tienda y me fui a una tetería. Estaba sentada, temblando, nerviosa y pensando en qué hacer con las telas y no me llevé más porque no podía. (Ríe).
¿Qué materiales utiliza?
Me gustan los tejidos de toda la vida, los tejidos con los que yo recuerdo haber empezado a coser. Tejidos muy naturales: batista, lana, algodón.
Es tradicional y natural. Sin embargo sus diseños no lo son tanto.
No. A mí me gusta jugar y me lo tomo como un juego. Y realmente jugar es hacer lo que me dé la gana y cuando me dé la gana. Igual que ahora he hecho quimonos, la próxima colección es más lineal y geométrica. Y la próxima será aún más diferente.
¿Cree que la gente realmente valora este trabajo?
Todo está hecho a mano, no se manda a ningún taller, las prendas son exclusivas y a excepción de la serie de quimonos de Japón, el resto de los materiales son de aquí. Quiero hacer un producto que sea de aquí y eso la gente lo sabe. Lo valora cada vez más.
¿Usted cree?
Sí. La gente está cansada de gastar dinero en ropa sin alma. Toda la ropa de las grandes marcas está hecha en serie y pierde el alma.
Es bonito pensar que sus prendas tienen alma.
Eso intento (Ríe).
¿Qué es lo más bonito de ser diseñadora?
Todo. El proceso de diseño es alucinante. Estás todo el día proyectando, todo lo que ves, oyes… todo te inspira.
¿Y lo más feo?
Coser es lo más feo.
¿Coser? Pensé que me diría poner el precio.
Eso es horroroso. Yo sufro porque realmente cuando haces algo quieres que guste y que alguien lo lleve. Debes tasarlo. A veces prefieres perder dinero y verlo.
¿A qué mujer quiere vestir?
Una mujer que apuesta por las cosas diferentes. Tengo la impresión de que nos vestimos como nos dicen y eso no puede ser.
¿Cómo se siente cuando ve a alguien con una prenda suya?
Me hace mucha ilusión. La moda es negocio y es pasión. Son mundos muy distintos y a mí me gusta el de la pasión.
Consulte el artículo online actualizado en nuestra página web:
https://www.lavozdealmeria.com/noticia/5/vivir/44514/sofia-navarro-disenadora-de-moda-la-gente-esta-cansada-de-gastar-dinero-en-ropa-que-no-tiene-alma