Que 20 años no es nada. Tangos y trovos en el homenaje a Arráez

Que 20 años no es nada. Tangos y trovos en el homenaje a Arráez

Manuel León
21:34 • 11 ago. 2013

Había un niño con acné que para soñar tenía que subir al monte más alto de la sierra. Allí, bajo el pecho del Arráez, en Sierra Cabrera, se dedicaba a imaginar mundos de papel donde las historias almerienses que él había escuchado de pequeño ingresaban en la oficialidad de la letra impresa.


Ese niño turrero era Juan Grima, el mismo que tiempo después, con apenas 30 años, fundaría la editorial con el nombre del cabezo hasta donde escalaba de infante. Han pasado veinte años, como en el tango de Gardel, y en ese plazo, el hercúleo Grima se ha dedicado al oficio más placentero del mundo, a hacer feliz a la gente que lee y a la gente que escribe, con más de 300 libros editados, en su mayoría a autores de nuevo cuño. Miles de páginas impresas que han hecho más completa, más sabia a la comarca del Levante, a pueblos como Vera, Cuevas, Garrucha, Mojácar y a la provincia de Almería.


Invitados




Por eso, el sábado más de un centenar de almerienses vinculados a la cultura, las artes, a las letras se reunieron en el Hostal Tomás de Turre a homenajear a la editorial de Juan Grima por su aniversario. Asistieron escritores, escultores, editores, pintores, periodistas y amigos del homenajeado como, los hermanos Martínez Anaya, Pérez Baldó, Pedro Soler, Rodrigo Valero, Fernández Bolea, Federico Moldenhauer, Andrés Pérez, Ginés Bonillo, Ezequiel Navarrete, Miguel Sáez, Emilio Sánchez Guillermo, Valeriano Sánchez Ramos, Antonio Torres, Gonzalo Leal, José García Gallego, Lucrecia Parra, Encarnación Caparrós, Mariano Martín, Antonio Gil Albarracín, Clemente Flores...
Narró Grima, junto al viejo campo de fútbol de Turre, bajo la noche de San Lorenzo, sus comienzos en Macael en el año 1993 cuando recibió el apoyo del entonces alcalde Antonio Segura,  del empresario Pedro Pastor y con 400.000 pesetas echó a andar. Habló de sus comienzos, de José María Artero, del padre Tapia, del apoyo de Antonio Llaguno, Adolfo Pérez López en esos días difíciles.


La sirena




Y de cómo fue creciendo, ampliando horizontes con colecciones diversas sobre historia, literatura poesía, las traducciones de Siret, las exposiciones de Gilman, la revista Axarquía de la que ayer se presentó una nueva edición. Porque Grima es el ejemplo que rompe la regla de que el que mucho abarca poco aprieta. Porque Grima ayer, en su recorrido vital, con las luces de Mojácar al fondo, evidenció que su trayectoria está cuajada de hechos, no solo de palabras, de miles de páginas publicadas en su imprenta de Granada que han hecho más entrañable, más querida, a la provincia de Almería.


Regalaron a Grima sus amigos la escultura en mármol de una sirena, el emblema de su editorial, realizada por el escultor Roberto Manzano, y la música tomó la palabra bajo la noche estrellada. Primero con las guajiras del turrero Fernández Santiago (Fersán), después con los trovos de Alexis Díaz Pimienta y por último con los tangos y los boleros de Desirée Halac en el escenario, mientras Grima incansable seguía repartiendo cajas de libros por las mesas con el Puente Vaquero al fondo.





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