¿Lindy hop? La pregunta es obligada si no se tiene mucha relación con la cultura norteamericana. Y es que por este nombre se conoce un estilo de baile de salón que nació en los años 20 en el neoyorquino Savoy Ballroom y llegó a ser considerado ya en los cuarenta como el baile nacional estadounidense. Es el baile que en las películas de esa época aparece siempre que se quiere representar la vida nocturna de las clases populares, especialmente de la población afroamericana. Un baile, que es heredero del swing y que entreteje el ritmo y la expresividad al abrir las formas cerradas del citado estilo, nacido al calor del jazz. Durante esta semana cerca de cuarenta niños de entre seis y ocho años y una treintena de adultos se han adentrado en los fundamentos del lindy hop de la mano de Clasijazz. La experiencia ha sido posible gracias a dos profesores y bailarines especializados, como son el lituano Martynas Balciünas y la española Lorena Medina.
Ambos maestros pertenecen al cuadro de profesores del Swing Maniacs de Barcelona, un gran centro de enseñanza coreográfica en el que este tipo de bailes han despertado furor, llegando a contar con más de mil alumnos.
Ellos han impartido clases en varias sesiones durante esta semana pasada, no sólo de lindy hop, sino del original charleston y del slow lindy, estilo vinculado al blues.
El interés despertado por estos bailes ha venido a conectar a Almería con movimientos que ya están muy consolidados en grandes ciudades europeas como París, donde despierta gran pasión.
La noche del viernes, Clasijazz fue escenario de una exhibición final de estos talleres, con el poderoso atractivo de la música en directo de la Clasijazz Big Band. Después de que los profesores hicieran las delicias del público y de los participantes bailando media docena de temas imprescindibles, los músicos bajaron del escenario para levantar de la silla a los alumnos hasta que, entornando los ojos, parecía que Almería estaba muy cerca de Nueva Orleans o de Harlem.
Pablo Mazuecos, impulsor de este proyecto, que ha formado parte de una programación más amplia, denominada “Ilusionando con el jazz” en la que han colaborado la Diputación Provincial y el Ayuntamiento de Roquetas, confiesa que no ha podido resistirse a participar también en los talleres. Mazuecos cita como mejor argumento una carta que Duke Ellington escribió en la que dejaba sentado que era necesario saber bailar para poder interpretar sus temas.
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