Cuando el ser humano se irguió sobre sus dos piernas para alcanzar la posición que hoy día conservamos, no sólo alcanzó un medio de moverse más evolucionado, sino que dio el paso definitivo hacia la manera de comunicación que distingue a nuestra especie del resto de animales que pueblan el planeta tierra.
Gracias a esta postura, la laringe del ‘homo sapiens’, más baja que la del resto de mamíferos, logra convertirse, junto al desarrollo del cerebro, en el factor diferencial que permite nuestra manera de hablar.
Todo esto y otras muchas curiosidades están presentes en ‘Érase una vez... ¡El habla!’, una muestra organizada por la Obra Social de La Caixa que lleva al visitante por todo un recorrido interactivo que responde a multitud de preguntas sobre cómo lograron nuestros antepasados desarrollar un sistema tan complejo de para comunicarse entre ellos ¿Qué organos permiten el habla? ¿Cómo interactuaban los humanos antes de inventarse? ¿Por qué se originó la necesidad de comunicación verbal
A la inauguración de la exposición, que se abrió el público en la mañana de ayer, asistieron el alcalde de Almería, Luis Rogelio Rodríguez-Comendador, el delegado genral de ‘La Caixa’ en Andalucía oriental, Miguel Ángel Palanco y Luis Batista, comisario de la muestra que tras el acto de apertura ofreció una visita guiada en la que dio un profundo repaso por todo lo que se ofrecen en la carpa situada en la explanada de las Almadrabillas.
El recorrido de ‘Érase una vez... ¡el habla!’ está dividido en en tres bloques: La comunicación en los seres vivos, donde se explican los mecanismos que utilizan seres vivos como las arañas o las hormigas; el habla, una ventaja de la evolución, que desarrolla los avances que supusieron alcanzar un método para intercambiar información común; y lenguaje, más que un código de signos, un brillante colofón donde los visitantes aprenderán, entre otras cosas, de dónde surgenlas distintas lenguas.
Experiencias
Esta exposición está pensada para que la disfruten desde los más pequeños hasta sus padres, con la garantía de que todos pasarán un rato ameno a la vez que tendrán la oportunidad de aprender. El gran atractivo reside en los numerosos experimentos interactivos que componen todas las salas, donde los visitantes pueden comprobar de primera mano el código de olores de una mofeta o cómo funciona el cerebro cuando hablamos.
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