Jaime Azpilicueta (San Sebastián, 1941) es uno de los grandes del musical en España. Pese a su larga carrera, mantiene intacta la ilusión. Hoy estrena en Roquetas su última producción, ‘Sonrisas y lágrimas’.
’Sonrisas y lágrimas’ llega hoy jueves a Roquetas. ¿Cómo vive las horas previas?
Estoy encantadísimo. Me fascina además ese Auditorio que tenéis y que yo visité cuando monté un espectáculo de Raphael que estrenamos en Roquetas a nivel mundial.
¿Pero vendrá a ver la función?
Me gustaría porque ese escenario es tan agradecido y hermoso que la función se va a ver el doble de bonita y de emocionante. Lo que pasa es que Dios dispone y el hombre propone.
’Sonrisas y lágrimas’ es una de sus últimas producciones aunque ya llevan dos años de gira.
Sí, hicimos dos años en Navidad. Estuvo mucho tiempo en Madrid y en Barcelona, por eso la gira se ha retrasado tanto. Afortunamente, pues es una señal de que el público nos ha dado la razón.
Un reconocimento a toda una vida dedicada al teatro y al musical.
Llevo mucho tiempo, es verdad. No le va a interesar a nadie y esto es una primicia, pero este año cumplo mis bodas de oro en la profesión. Y me encuentro más joven, más fuerte, con más ilusión y con más sensación de que aprendo cada día. Para mí esta experiencia de ‘Sonrisas y lágrimas’ ha sido única y especial. Yo nunca lo había pasado tan bien, nunca. El reparto que la producción puso en mis manos no son unos actores y un director, somos un grupo trabajando a la vez, al mismo ritmo y sin cansarnos jamás.
¿Le viene a la cabeza alguna anécdota?
Sí. Normalmente, en un reparto tan grande como éste, cuando algún actor no tiene una escena inmediata, se va al pasillo o a la calle a fumar. En esta ocasión, por primera vez en mi vida, todo el reparto se quedaba a ver el ensayo y muchas veces yo recorría la sala y estaban llorando. Es asombroso la cantidad de emoción que este musical transmite al espectador. He visto llorar a abuelos y a niños de muy corta edad. En Valencia, una vez, en una función de tarde había un 40 por ciento de niños, hablé con los actores para advertirles de que podían oír algún murmullo. Al final, nadie se movió, parecía que estaban pintados.
La actriz Loreto Valverde decía en la SER que el objetivo era ser lo más fiel posible a ‘Sonrisas y lágrimas’. ¿Ha podido conferirle su sello personal?
He puesto mi experiencia. Una cosa en directo es distinta siempre que se levanta el telón. El público es diferente, pero hay unos resortes que, por experimentado, sí conozco. Intuyo lo que va a emocionar o a hacer gracia. Y en esta historia hay muchas risas. Por eso se llama ‘Sonrisas y lágrimas’, aunque es un título español, ya que el original, ‘The sound of music’ [‘El sonido de la música’], era muy redundante para nosotros.
Si ‘Sonrisas y lágrimas’ emociona, no lo hace menos ‘Jesucristo Superstar’, otro de la larga lista de musicales que ha dirigido.
En aquel tiempo, año 1975, no había experiencia de musicales en España. Muy bien la zarzuela, pero el musical no porque hay que cantar, bailar e interpretar. Tres cosas que rara vez se dan en un solo intérprete. Por lo tanto, no había academias de nada, ni tradición ni dema
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