Entre la serie ‘Galerías Velvet’ y el espectáculo ‘El intérprete’, Asier Etxeandía (Bilbao, 1975) busca un hueco para ofrecer una entrevista a SER Almería. Dedicarse al “oficio más bonito del mundo” tiene sus inconvenientes.
¿Qué tiene de autobiográfico ‘El intérprete’, la obra que trae este sábado 18 de octubre a El Ejido?
Es todo autobiográfico, la verdad. Realmente era una necesidad que tenía de explicarme, contar mi infancia, homenajear a mis padres y ahondar en las razones de por qué debía cantar. Sobre el escenario no existen otros personajes, estoy solo. Aunque hay un momento en que desaparezco y lo importante es el público. Es una especie de acto psicomágico, un show.
Empezó a sentir su vocación artística siendo todavía un niño y en la función explica cómo miraba a un rincón para cantar como si tuviera un micrófono.
Sí, me ponía mirando a la pared buscando el eco o un poco de intimidad. A veces metía la cabeza en el congelador, aunque no mucho tiempo (risas). Otro lugar maravilloso era el baño. Siempre he cantado, desde muy pequeño y mis santos, mis ídolos, han sido los grandes intérpretes.
¿Cómo por ejemplo?
Uy, tengo unos gustos muy eclécticos. He sido fan desde Madonna a Led Zeppelin, pasando por Freddie Mercury, Janis Joplin, María Dolores Pradera y Chavela Vargas. Luego me fascina la música clásica, la zarzuela, las rancheras y el hardcore. La música es la única vía para llegar directamente al corazón.
Antes de la función se va a hacer una movida muy interesante en la Cafetería Alhambra, donde enseñarán la coreografía de la función. ¿En qué consiste?
El ‘flashmob’ se hizo una vez, se grabó y está en Youtube aunque también se enseñará antes de la obra. La coreografía es sencilla, realmente la puedes aprender en el teatro, sobre todo es actitud. Es un movimiento de manos. Todo el público acaba bailando y es emocionante.
Entonces, ¿quien va al teatro a ver ‘El intérprete’ no se queda sentadito en la butaca?
Todo el mundo termina bailando. El teatro es para unir, como la música y la cultura. La cultura no nos hace más listos ni simpáticos sino empáticos. Nos permite entender al de enfrente.
El teatro siempre está en crisis, pero ahora se está viviendo un momento al menos aparentemente bueno. ¿Qué piensa?
Culturalmente y artísticamente, todos los momentos de crisis siempre han sido buenos porque han sacado cosas interesantes, es como una especie de queja interna. El teatro y el arte son una necesidad. Se suele decir que la flor de loto crece del fango: cuánta más mierda nos rodea, más necesidad de expresión necesitamos y el teatro está para empatizar.
Lleva muchos años dedicado al mundo del espectáculo. ¿Cree que ha tenido que trabajar en una serie como ‘Galerías Velvet’ para dar mayor visibilidad a lo que hace?
En absoluto. Yo tengo una carrera en el teatro mucho más consolidada que en la televisión o en el cine. Donde he forjado mi propio camino es en el teatro. De hecho, diría que gracias a ‘El intérprete’ ha salido la serie y trabajos en el cine.
Raúl de la Riva es un personaje espléndido y la época que recrea, genial.
Yo soy muy fan de los años 50, del estilo de esa década. Digamos que la serie no está muy inspirada en los 50 en España, porque aquí éramos mucho más rancios. Más bien nos evoca al mundo de Hollywood, París y Londres. Y lo mejor es la elegancia de los trajes de caballero y señora. Esas prendas nos hacían más esbeltos y divinos.
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