“Me encantan los churros. Es lo primero que pido cuando llego a España”. Y tras esta afirmación, el cineasta Terry Gilliam (Minnesota, 1940) se descalzó y se puso cómodo para atender a LA VOZ.
En su cine, los protagonistas suelen traspasar la realidad para llegar a mundos de fantasía. ¿Por qué su interés por romper estos límites?
Quizás no los esté rompiendo, quizás sólo esté diciendo que la realidad es mucho más amplia de lo que la gente cree. No distingo entre realidad y fantasía. ¿Por qué querrías vivir tu vida sólo con la realidad, sin nada de fantasía? Lo que más me fascina es que lo que la mayoría de la gente piensa que es pura fantasía se acaba conviertiendo en realidad tiempo después. Quizás realidad y fantasía sean dos universos que existen en paralelo: en ocasiones uno toma ventaja sobre el otro y viceversa.
¿Llegó a contemplar Almería como posible escenario en su primer intento de rodar ‘El hombre que mató a Don Quijote’?
No. Por cuestiones económicas teníamos que trabajar cerca de Madrid aunque traspasamos un poco el límite y acabamos en las Bardenas Reales de Navarra, por lo que nos reprendieron duramente.
¿Y ni siquiera entonces pensó en Almería, por su similitud con aquel paisaje?
Sí, aunque al final todo se reduce a lo económico: hasta dónde te tienes que desplazar, cuánto duran los viajes, cuántos técnicos necesitas... Estos elementos determinan las elecciones. Así que si en Almería pueden trabajar gratis, quizás rodemos aquí (risas).
Conocemos parte de lo que pudo ser aquella película gracias al documental ‘Lost in La Mancha’. Ahora va a retomar el proyecto. ¿Se parece a la primera versión?
He seguido reescribiendo el guión, así que es una película muy diferente a la que iba a rodar con Johnny Depp. Ahora habla del peligro del cine. Cervantes escribió sobre el peligro de las novelas románticas y de caballería, y sobre los caballeros en sí, y yo lo he cambiado por los peligros del cine.
¿Sabía que Cervantes visitó Almería cuando era recaudador de impuestos?
¿Sí? ¿Hacía que la pobre gente le diera su dinero? ¡Qué bastardo! (risas). ¡Así que tenéis un teatro dedicado a un recaudador de impuestos! (más risas).
Sus películas han impresionado a una generación de espectadores por su arrolladora fuerza visual. ¿Qué directores le impresionan a usted?
Uff... Buñuel, Fellini, Kurosawa, Bergman, Kubrick... Sergio Leone y David Lean, por supuesto. Son muchísimos, me siento como un pajarillo que quiere beber de lo mejor de todos ellos.
El rodaje en Almería de ‘Las aventuras del Barón Münchausen’ fue difícil. ¿Tuvo que improvisar mucho?
Siempre, cada día tienes que improvisar para solucionar problemas. Tienes el guión, tienes el plan, luego llega el desastre y tienes que improvisar. Por eso, siempre tienes que rodearte de gente muy preparada.
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